Como dice la canción, «puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único». Para aquellos que invierten en proyectos con el potencial de marcar una diferencia positiva en la sociedad, con la denominada “inversión de impacto”, existe la oportunidad de cambiar el mundo y al mismo tiempo lograr un rendimiento atractivo sobre la inversión.
La inversión de impacto se ha ido expandiendo por toda la región de América Latina, incluso en mercados cuyos gobiernos estimulan este tipo de inversiones. En muchos países latinoamericanos, el capital de inversión para pequeñas y medianas empresas es limitado y no es de fácil acceso, demandando que los propietarios tengan que buscar fuentes de financiamiento no tradicionales.
Aquí es precisamente donde reside la oportunidad. Identificar aquellas empresas bien administradas pero sub-capitalizadas, sin la capacidad de alcanzar su potencial máximo, podría crear un cambio favorable y proporcionar un retorno positivo para los inversores que elijan correctamente.
Una de esas oportunidades se presenta en forma de proyectos de energía renovable, los cuales prometen transformar los mercados energéticos de América Latina en las próximas décadas. Debido a una dramática disminución en los costos de tecnología en esta industria, los inversores pueden participar en el crecimiento acelerado de un sector sostenible. En particular, tanto la energía eólica como la solar están bien posicionadas para crecer rápidamente dada la gran cantidad de recursos naturales sin explotar de la región.
Se espera que el proyecto de energía eólica de $425 millones de dólares en Penonomé-Panamá, respaldado por InterEnergy y financiado por la Corporación Financiera Internacional (CFI) y otros prestamistas, comience a producir energía a principios de 2015. En Panamá, el precio de la energía es muy alto y los apagones y caídas de voltaje son un problema endémico. Actualmente, el mercado de energía es impulsado principalmente por la energía hidroeléctrica; sin embargo, durante las estaciones secas causadas por el fenómeno llamado “El Niño” (como en la que nos encontramos actualmente), esto se convierte en un problema. El proyecto eólico de Penonomé, que se espera sea el más grande de Centroamérica, ofrece una gran oportunidad tanto para el pueblo panameño como para InterEnergy y sus inversores, re-balanceando las fuentes de electricidad, reduciendo los precios de la energía y generando retornos superiores tanto para InterEnergy como para sus inversionistas.
La preponderancia de la energía eólica es cada vez mayor en los mercados de América Latina. De 2010 a 2012, Brasil, Chile y México añadieron 3,7 GW de manera colectiva en proyectos eólicos. La energía solar también va en aumento y, considerando que América Latina sólo constituye el 2 por ciento de la demanda mundial de energía solar, hay mucho espacio para crecer.
Otra oportunidad está en las empresas que ofrecen formas no tradicionales de financiación, destinadas a aquellos estratos que se encuentran en la llamada base de la pirámide a la cual los bancos tradicionales no le prestan servicio. El conocimiento de cómo funcionan estos negocios no proviene de los países desarrollados, sino de otros mercados emergentes, cuyos habitantes tienen las mismas necesidades. Bayport Financial Services, que tiene negocios de microfinanzas en todo el sur de África, ve una gran oportunidad de servir a la gran población no bancarizada en Colombia, país con la menor cantidad de sucursales bancarias por persona comparado con cualquier otro país de América Latina.
Instituciones Financieras para el Desarrollo juegan un papel clave en el apoyo a las empresas que proporcionan financiación de fuentes no tradicionales. Por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) tiene una división especializada llamada Oportunidades para la Mayoría (OMJ) que está dirigiendo lo que será un financiamiento de $50 millones de dólares para Bayport en Colombia, diseñado para estimular precisamente este tipo de inversión de impacto. El objetivo de la OMJ está enfocado en “promover y financiar modelos de negocio sostenibles en mercados que desarrollen y entreguen productos y servicios de calidad para la Base de la Pirámide en América Latina y el Caribe”[1].
Definitivamente, el tiempo es favorable para el inversionista de impacto. Hay más tolerancia en los plazos y, dada la importancia y el peso de las instituciones de apoyo como la CFI y el BID, las inversiones de impacto a menudo tienen protección contra presiones competitivas. Adicionalmente, los desarrolladores de proyectos de energía renovable, protegidos por contratos de ingresos garantizados, pueden ofrecer un financiamiento a más largo plazo, con el fin de proporcionar un retorno adecuado a sus inversionistas. Inversores de impacto que trabajan con estas organizaciones internacionales pueden permitirse ofrecer a las empresas, que están haciendo una diferencia positiva, el tiempo necesario para madurar.
La inversión de impacto puede producir retornos superiores a la media, incluyendo (pero no limitándose) a los sectores de finanzas no tradicionales de energía renovable y los principales inversores globales están empezando a ver la luz. Estas áreas de inversión pueden hacer que la región de América Latina y el Caribe sea un lugar mejor, mientras que también proporcionan una oportunidad que todavía no ha sido del todo explotada por los inversionistas de impacto.
[1]IDB Opportunities for the Majority – Serving the Base of the Pyramid in Latin America – Inter-American Development Bank. (n.d.) Obtenido el 4 de diciembre de 2014, de http://www.iadb.org/en/topics/opportunities-for-the-majority/idb-opportunities-for-the-majority-serving-the-base-of-the-pyramid-in-latin-america,1377.html
Columna de opinión de Ben Moody, presidente y CEO de Pan American Finance, firma de asesoría de banca de inversión