Los norteamericanos adoran la Super Bowl: el espectáculo que tiene lugar en el descanso, las animadoras, los anuncios, los robustos jugadores con sus cascos y sus voluminosas protecciones practicando un deporte que ellos llaman “fútbol”. Curiosamente, y mucho para la confusión del resto del mundo, el juego implica dar pocas patadas a la pelota (que por cierto tampoco es redonda).
La comida es una parte fundamente de la experiencia de la Super Bowl y ¿qué les encanta comer a los americanos mientras están frente a sus televisores viendo el partido más esperado del año? Guacamole, la famosa salsa mexicana hecha a base de aguacate. Cada año en febrero, cuando se aproxima la celebración de la Super Bowl, se disparan en Google las búsquedas de la palabra “guacamole”, dado que los forofos del fútbol americano intentan encontrar la receta perfecta que maride con sus nachos y su cerveza.
La historia de amor de los norteamericanos con el aguacate va más allá del guacamole. De hecho, se trata de una fruta muy versátil (sí, una fruta) con muchas propiedades beneficiosas para la salud. Sin embargo, la verdadera razón detrás de su popularidad se remonta al fin de las restricciones para la importación que tuvo lugar a mediados de los años 2000, lo que permitió a México, el mayor productor mundial de aguacate, exportar libremente a Estados Unidos. Y los norteamericanos se han apropiado esta fruta verde.
Hoy en día, toda la nación, de Este a Oeste, consume cerca de unos 4.000 millones de aguacates el año, el 80% de los cuales proceden de México
No obstante, México no solo exporta aguacates a EE.UU.. Los dos países son importantes socios comerciales hasta el punto de que México es el tercer mayor proveedor de productos a Estados Unidos. Es importante también tener presente que para los bienes y servicios exportados desde Estados Unidos, México es el segundo mayor mercado con casi 270.000 millones de dólares anuales. Este dato incluye maquinaria pesada, vehículos y muchos productos agrícolas que van desde Estados Unidos a México. A menudo estas industrias están ubicadas en zonas que han votado a Donald Trump. Por tanto, el aumento de la incertidumbre económica en estas regiones podría afectar a la popularidad del nuevo presidente.
Los aranceles, un camino de ida y vuelta
Esto nos lleva a hablar del tema de los aranceles aduaneros para las importaciones mexicanas que Trump ha propuesto como parte de sus políticas económicas. Dichos aranceles no son un camino de un solo sentido, por lo que impactarán en ambos países.
Mientras que estos aranceles seguramente “make America Gucamole-less again”, también dañarían a numerosas industrias americanas, ya que lo más probable sería que México tomase represalias e hiciese lo propio con sus aranceles
Se podría esgrimir que los aranceles podrían hacer que la producción volviese a EE.UU.. Sin embargo, las fábricas no se construyen de la noche a la mañana y además, existe el riesgo, por ejemplo, de que la producción de coches en Estados Unidos tuviese que pagar más por sus importaciones, por lo que sus precios se quedarían fuera de mercado.
Una guerra comercial entre ambas naciones es algo que hemos vivido en el pasado. En 1996 México aprobó un impuesto sobre la producción americana de whisky y vino, en respuesta a los aranceles impuestos por Estados Unidos sobre las escobas hechas en México –afortunadamente para los productores mexicanos se llegó a un acuerdo, el primer libro de Harry Potter fue publicado en 1997 y el mundo de las ventas de escobas ya no volvería a ser el mismo, aunque eso es otra historia. Como principal mercado para la exportación de productos agrícolas americanos, México podría también aprobar impuestos sobre productos elaborados en zonas de mayoría republicana, ejerciendo de esta forma una mayor presión sobre Trump en un intento de abrir una brecha entre el presidente y su partido, que ya han tenido algunas discrepancias, como hemos podido ver en relación a la reforma sanitaria.
Por su parte, y como suele ocurrir, el mercado de deuda emergente ha reaccionado fuertemente al incremento de la incertidumbre considerando a México como una república bananera y completamente a merced de Estados Unidos. Las ventas que han tenido lugar como consecuencia han hecho que los bonos mexicanos se sitúen en niveles muy atractivos. Por ejemplo, los bonos mexicanos a cien años denominados en libras esterlinas están cotizando a cerca de 380pbs sobre la tasa libre de riesgo. Comparémoslo con el bono jamaicano a 30 años, que está a 340 pbs. Y Jamaica tiene una calificación que está siete niveles (¿nachos?) por debajo de México.
En resumen nuestra opinión es que es poco probable que Estados Unidos se vaya a arriesgar a iniciar una guerra comercial con México, su principal socio comercial. Como resultado de estos temores, México está hoy a unos niveles muy interesantes.
Luc D´Hooge, director de renta fija emergente en Vontobel AM