Existe un viejo refrán inglés utilizado en los mercados bursátiles que sugiere que los inversores deberían «vender en mayo, marcharse y no volver hasta el día de St Leger (en septiembre)». Aunque nunca recomendaríamos una estrategia tan simplista en una era como la actual, caracterizada por unos mercados financieros interdependientes e interconectados, algunos inversores desearían, sin duda alguna y teniendo en cuenta la debilidad que muestran hoy en día los mercados de deuda, haber vendido y haberse marchado.
Desde principios de abril, los rendimientos de los títulos del Tesoro estadounidense a 10 años (que se utilizan como referencia) han aumentado desde el 1,86% hasta el entorno de 2,25%-2,27%. Si bien los mercados de crédito han logrado hasta ahora capear la tormenta, los activos de mayor duración, como el crédito con calificación investment grade, se verán abocados a sufrir cierta presión si los rendimientos de los bonos de los países centrales continúan su trayectoria ascendente al mismo ritmo del que hemos sido testigos recientemente. A nuestro parecer, todavía queda camino por recorrer para que los rendimientos de los bonos de los países centrales vuelvan a revestir atractivo. No obstante, la debilidad de los mercados de bonos dará mucho que pensar a los inversores centrados en la obtención de ingresos y con una filosofía «todoterreno».
La subida de los rendimientos de los bonos representa un arma de doble filo para la renta variable. Por un lado, unos rendimientos al alza sugieren la mejora de las perspectivas de crecimiento económico, así como el regreso a la normalidad tras un periodo caracterizado por unos rendimientos muy bajos o incluso negativos. Por otro lado, un aumento prolongado y sostenido de los rendimientos de los bonos significa que los tipos de descuento sin riesgo probablemente repuntarán, lo que no resulta favorable para la renta variable, puesto que el valor de los resultados y beneficios futuros se calcula empleando un tipo sin riesgo.
Dado que en los últimos años las rentabilidades del mercado de renta variable han estado determinadas por la subida de las valoraciones y la abundante liquidez proporcionada por la expansión cuantitativa (y no por el crecimiento de los beneficios), una ola de ventas masivas en el mercado de deuda podría tener un efecto desestabilizador para la renta variable.
Tal y como hemos mencionado en artículos recientes, nos mantenemos sobreponderados en renta variable en nuestras carteras de asignación de activos, aunque hemos reducido ligeramente nuestra posición en acciones como medida de reducción del riesgo. En el plano de la renta variable, seguimos sobreponderando los valores de Japón, el Reino Unido, Europa (excluido el Reino Unido) y Asia (excluido Japón), al tiempo que mantenemos la infraponderación de las acciones estadounidenses y de los mercados emergentes.
En el plano de la renta fija, consideramos que el rendimiento superior adicional que ofrecen los bonos con calificación investment grade con respecto a los bonos soberanos (alrededor de 130 p.b. en el caso de los bonos estadounidenses investment grade de elevada calidad) apuntalará la clase de activos dada la ausencia de alternativas claras, sobre todo para los inversores que solo operan en el universo de la renta fija. Sin embargo, el avance de los rendimientos de la deuda pública sugiere que los mercados de crédito navegarán en aguas turbulentas a corto plazo. Seguiremos muy de cerca cuanto acontezca, y adoptaremos una posición en duración corta en nuestras carteras minoristas de crédito.
Nuestra sobreponderación de la renta variable británica ha brindado buenos resultados recientemente, ya que el FTSE se ha revalorizado hasta rozar su máximo histórico después de que el partido conservador lograse una sorprendente y ajustada, pero absoluta, mayoría en los comicios generales. Mientras tanto, en Escocia se confirma la hegemonía del partido nacionalista escocés (SNP), que controla 56 de los 59 escaños que le corresponden a la región en Westminster.
El proceso de devolución de competencias y el federalismo serán probablemente temas recurrentes en las próximas semanas y los próximos meses; y en un horizonte un poco más lejano, en 2017, se vislumbra el prometido referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea. A corto plazo, resulta evidente que los mercados han acogido de buen grado el resultado electoral, e incluso la libra esterlina se ha apreciado. No obstante, la función a largo plazo del Reino Unido en Europa tal vez resulte ahora más incierta que nunca desde mediados de los años setenta.
Mark Burgess es director de Inversiones para EMEA y director global de Renta Variable de Columbia Threadneedle Investments.