A los inversores tradicionales de renta fija no les suelen gustar las subidas de los tipos de interés. A medida que éstos aumentan, los precios de sus bonos bajan y cosechan rendimientos negativos en sus carteras. Ahí es cuando el inversor poco letrado aprende que la renta fija no es fija. Tan solo los que hayan mantenido gran parte de su cartera en liquidez aplaudirán las nuevas oportunidades que surjan de invertir a tipos más altos. Pero esta angustia ante la subida de tipos ¿la comparten todas las clases de activos dentro de la renta fija? En el caso de los bonos de grado especulativo (“high yield”) puede llegar a ser positivo (si las subidas de tipos son reflejo de una economía en expansión) o bien negativo (si se teme que estos incrementos de tipos acaben provocando una recesión).
Hasta el momento, a pesar de los episodios de volatilidad de los mercados, los bonos de grado especulativo en general se han beneficiado de la fortaleza de la economía estadounidense, el crecimiento de los beneficios empresariales y el bajo número de quiebras. A pesar del descenso en lo que llevamos de octubre, los índices de renta fija de grado especulativo siguen en territorio positivo desde inicio de año frente a las pérdidas de los índices de emisiones de grado de inversión. Sin caer en una generalización simplista que difumine la variedad de subgrupos e integrantes englobados en la clase de “high yield”, de todos los sectores con un peso superior al 3% en los índices, solo el de la construcción ha sufrido una ampliación de su diferencial de crédito (cabe decir que a inicios de año cotizaba a unos niveles extremadamente estrechos).
La elevada generación interna de caja en esta clase de activo ha conducido a un crecimiento menor del volumen de deuda nueva, que también ha sido un factor determinante en el buen comportamiento de la deuda especulativa. La mayor parte del volumen de nuevas emisiones de este año se ha destinado a refinanciar deuda existente. También ha habido una mejora en la calidad crediticia de las emisiones nuevas, más sesgadas hacia los bonos “BB” y con menores emisiones dentro del espectro “CCC”. Los fundamentales de crédito se mantienen robustos. Las mejoras de calificación crediticia superan a las rebajas en el ratio más elevado desde 2011. La tasa de quiebras de compañías dentro de la clase “high yield” ronda el 2%, frente a la media histórica del 5%.
Adicionalmente, no hay que menospreciar la demanda cada vez más frecuente de inversores tradicionalmente dedicados en exclusividad a bonos de grado de inversión, como fondos de pensiones o gestores patrimoniales, que incorporan a sus carteras emisiones del tramo “BB”. Y no lo hacen como “turistas oportunistas”, sino de manera estructural y con el objetivo de mejorar la diversificación de sus carteras.
El TLCAN ya se ha difuminado como uno de los riesgos que se apuntaban para esta clase de activo. Nos queda China, el petróleo, una posible aceleración de la inflación y los déficits. Entonces, ¿se terminó el sueño americano vivido por los bonos de grado especulativo? Históricamente, los bonos “high yield” han mantenido una correlación negativa con los bonos del Tesoro. También la historia nos demuestra que los diferenciales de crédito se pueden mantener por debajo de la media por largos períodos de tiempo, en especial durante periodos con crecimiento económico positivo y bajas tasas de bancarrota.
Dadas las perspectivas actuales, no creemos que a corto plazo la situación económica empeore hacia una recesión para crear un entorno negativo para el crédito. A pesar de que los diferenciales de crédito de los índices de “high yield” están a niveles tan bajos desde el punto de vista histórico y, en nuestra opinión, del limitado potencial de apreciación del capital, el cupón que ofrecen es suficientemente atractivo en relación a otros activos, como para sentarse a esperar con una parte de la cartera invertida en bonos de grado de especulación. Sin duda, no podemos descartar alguna ampliación en el corto plazo provocada por un movimiento defensivo y de toma de beneficios en un mercado volátil dónde las bolsas corrijan, pero no fruto de un pánico vendedor por un empeoramiento continuado de los fundamentales.
Tribuna de Meritxell Pons, directora de Asset Management en Beta Capital Wealth Management, Crèdit Andorrà Financial Group Research.