Durante mucho tiempo en los últimos años, los inversionistas han observado a Europa con cautela, dado que la crisis de la deuda soberana y una perspectiva económica mixta han influenciado la opinión pública. De hecho, evitar involucrarse con el continente se ha convertido en algo similar a una medalla de honor. Sin embargo, las crisis suelen fomentar el cambio transformador, y Europa se está reestructurando.
El final de 2012 fue interesante ya que, por primera vez en tres años, Europa no fue el centro de atención. En cambio, Estados Unidos estuvo en la mira de todos, mientras los políticos se enfrentaban frenéticamente por llegar a un acuerdo que evitara que la economía estadounidense cayera en el denominado «abismo fiscal». De forma similar a los debates previos de la Eurozona, sólo se llegó a una solución parcial; se pospusieron las decisiones presupuestarias y las conversaciones del techo de la deuda para fines de febrero.
A los europeos que miran desde el otro lado del Atlántico se les debería perdonar una sonrisa irónica y una sensación de déjà vu. Después de todo, mientras Estados Unidos recién está empezando a enfrentar sus problemas estructurales, Europa ya ha tenido estos mismos debates, en público, durante gran parte de los últimos tres años.
La reforma estructural se encuentra en marcha
Por todos los errores cometidos, la camisa de fuerza del euro forzó a que determinados temas ocuparan el primer lugar en la agenda, como la necesidad de reformas estructurales. Por lo tanto, en países como Irlanda y Grecia, los programas de austeridad ya están funcionando. Una mirada rápida a los mercados de bonos destaca este hecho. Hace solo dos años, Irlanda era una nación paria, pero ahora es capaz de pedir préstamos en el mercado abierto, a tasas solo unos pocos puntos porcentuales por encima de Alemania, mientras su sector bancario se reorganiza rápidamente.
Puede parecer maquiavélico, pero las empresas europeas, en especial, las multinacionales más globalizadas, han utilizado la crisis europea para tomar ventaja. Una de las empresas electrónicas francesas en la que invertimos nos ha confesado que, en circunstancias normales, jamás habría sido capaz de enfrentar la reestructuración y la consolidación de la planta que deseaban, si no hubiera sido por la crisis que disuadió a los políticos de bloquear las reformas. El resultado: las empresas europeas pudieron reestructurarse rápidamente, centrando sus operaciones en sus actividades comerciales más rentables y sacrificando las áreas de menor rendimiento.
El desfile de cumbres sobre la crisis en la Eurozona y la volatilidad del mercado se estaban consumiendo, pero provocaron mejoras graduales y generaron un mayor consenso político. Esto resulto evidente a mediados de 2012, cuando la Eurozona fue valuada por una crisis existencial. Los políticos se vieron obligados a actuar y el enfoque pragmático adoptado por Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, y en especial sus promesas de conservar el euro, ayudó a desalentar algunas de las más desestabilizadoras especulaciones, lo que permitió a los mercados centrarse más en los fundamentos económicos y en las valuaciones.
Los números de la Eurozona se tornan atractivos
Cuando se disipó la histeria en torno a una posible disolución de la Eurozona, los comentaristas comenzaron a observar la región de manera más objetiva. Europa combina países exportadores netos de bienes, como Alemania, con importadores netos, como España. Por lo tanto, en términos consolidados, la Eurozona tiene su balanza comercial ampliamente equilibrada, a diferencia de los Estados Unidos, que siempre tiene déficit comercial, o Japón, que depende de las exportaciones. De manera similar, los medios se han centrado en los pecadores fiscales, pero muchos países europeos tienen sus gastos controlados y niveles relativamente bajos de deuda nacional. En términos generales, se cree que la deuda pública de la Eurozona en 2012, como un porcentaje del producto interno bruto, llegará a 3,3%, bien por debajo del 8,7% de los Estados Unidos y del 10% de Japón.
Ante estos sucesos, parece mucho más fácil comprender por qué los mercados de valores europeos exhibieron buenos resultados en el segundo semestre de 2012. El índice FTSE World Europe ex UK Total Return alcanzó el 15,3% en libras esterlinas hacia fines de la segunda mitad de 2012, lo que superó a los mercados de valores del Reino Unido, Japón y los Estados Unidos.
No obstante, tiendo a actuar con cautela cuando un mercado exhibe buenos resultados, dado que es más vulnerable a una corrección o una toma de beneficios. No debería descartarse ninguno de estos factores durante los próximos meses, sobre todo porque las preocupaciones económicas y los obstáculos políticos, como las elecciones en Italia, nunca están demasiado lejos, aunque para los inversionistas con un horizonte de tiempo de inversión significativo, Europa sigue siendo atractiva. Es una región en la que abundan las empresas de calidad que generan liquidez, muchas de las cuales son de renombre y tienen prestigio mundial, como la compañía de ropa deportiva Adidas, la farmacéutica Roche, el grupo de empresas de alimentos Nestlé y la automotriz BMW.
Aunque puede debatirse el hecho de que las empresas de mejor calidad en Europa ya han gozado de una recalificación, por lo general, siguen siendo baratas en relación con sus pares en otras regiones. Además, los inversionistas han evitado regiones enteras de Europa. Esta es la razón por la cual identificamos tentativamente oportunidades en áreas periféricas de Europa, como bancos españoles, alentados por valuaciones bajas y un entorno regulatorio que se torna menos oneroso.
Europa comienza a resurgir de las cenizas de la crisis. Aquellos inversionistas que estén preparados para realizar un análisis más profundo descubrirán una región que puede estar reestructurándose para llegar a cumplir un papel protagónico en las carteras de inversiones.