Los tres principales culpables de la huella de carbono manufacturera son el acero, el cemento y el plástico. Producir una tonelada de acero y una tonelada de cemento supone alrededor de 1,8 y 1 toneladas de dióxido de carbono, respectivamente. Este es el motivo por el que el acero y el cemento suponen un 8% y un 4,5% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono. El principal inconveniente del plástico es lo que más valoramos de él: no se degrada. Por tanto, es una de las principales fuentes de contaminación medioambiental.
A continuación, os dejamos algunos datos llamativos para reflexionar sobre el plástico y sus efectos en el medio ambiente y en nuestras vidas:
Si los humanos no cambiamos nuestros hábitos, se prevé que entre 2016 y 2040 la generación de residuos plásticos se doble, los vertidos de plástico al océano se tripliquen y que los plásticos presentes en el océano se cuadrupliquen. Si en 2040 se cumplieran todos los compromisos públicos e industriales existentes, tan solo conseguiremos reducir los flujos de plástico hacia el océano en un 7%.
Si todo el plástico que hemos desechado en el mundo fuera film transparente, podríamos envolver todo el planeta una vez y media con él.
La contaminación de los mares por plásticos ya afecta a más de 800 especies.
La insuficiente recogida en áreas rurales ha supuesto el 45% de los vertidos de plástico al océano de la actualidad. En 2040, aproximadamente 4.000 millones de personas tendrán que estar conectadas a servicios de recogida, lo que significa conectar a unas 500.000 personas al día, todos los días, hasta 2040.
Los plásticos que terminan en nuestros mares y océanos proceden en su mayor medida de embalajes flexibles, como film transparente y bolsas de plástico (46% de los vertidos), plásticos multicapa como envases para bebidas y pañales (26%) y microplásticos (11%).
Una persona media podría estar ingiriendo 5 gramos de plástico cada semana, el equivalente a toda una tarjeta de crédito. La principal fuente de la ingestión de plásticos es el agua potable.
¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros para frenar la huella del plástico en el medio ambiente?
Los hechos sobre el cambio climático crean una larga lista de malas noticias. La buena es que, al ser el comportamiento humano el que provoca el cambio climático y los daños medioambientales, nosotros los humanos podemos impedir más daños modificando nuestro comportamiento.
Es evidente que no hay una pócima mágica. Este problema tiene tantas facetas que es necesario que pasen muchas cosas a la vez. Precisamente en ello puede residir parte del reto, ya que nos enfrentamos a una “tragedia de los bienes comunes”: nuestros hábitos dañan el medio ambiente, pero nadie es individualmente responsable de arreglarlo.
Para nosotros, como individuos, puede resultar muy tentador pensar que esto es “muy difícil” o que “es imposible que yo pueda cambiar las cosas”. Pero la realidad es que cada uno de nosotros debemos cambiar muchísimos aspectos de nuestras vidas y hábitos cotidianos. En este sentido, con pequeños gestos individuales podemos avanzar mucho: reduciendo los plásticos de un solo uso, como tazas o pajitas, o limitando la cantidad de plástico que desechamos, por ejemplo, usando bolsas reutilizables en lugar de bolsas de plástico, y utilizar contenedores rellenables y reutilizables (¡incluso si son de plástico!) para alimentos, productos de limpieza, etc.
Quizás no podamos cambiar lo que suceda en las dos próximas décadas, ya que nuestras acciones pasadas ya lo han sellado. Pero podemos cambiar lo que suceda en la segunda mitad de este siglo, que es el futuro en el que vivirán nuestros hijos. Es por ello que debemos centrarnos tanto en la adaptación al cambio climático en el corto plazo como en la mitigación del cambio climático en el largo plazo con estos pequeños gestos