El número de víctimas humanas es elevado. Tanto física como moralmente, los sistemas sanitarios se han visto llevados al límite. El número de empresas en quiebra ha aumentado y se han perdido millones de puestos de trabajo. Esta crisis afecta a miles de millones de personas en todo el mundo en lo que parece será una gran recesión, la primera en doce años.
El alcance de los acontecimientos que estamos viviendo va mucho más allá de los aspectos económicos, y la profundidad y las múltiples ramificaciones de esta crisis implican cambios, tal vez estructurales, en nuestro estilo de vida. Sin embargo, puede que no todo sea tan negativo, ya que algunos sectores y algunas temáticas de inversión podrían beneficiarse de la salida de la crisis.
En primer lugar, desde el punto de vista individual, el confinamiento crea nuevas necesidades, tanto a nivel social y lúdico como para el teletrabajo. Nos estamos dando cuenta de la importancia de un equipo informático de alta calidad, una red segura y rápida, o un ancho de banda suficiente. La seguridad de nuestra salud se ha convertido en una prioridad, la entrega a domicilio de productos es crítica en algunos casos, y la situación de bloqueo crea una mayor necesidad de actividades físicas o intelectuales. Estos ejemplos muestran que nuestros hábitos de consumo se han visto afectados. Además, la incertidumbre económica tiende a fomentar una actitud cautelosa y un aumento del ahorro preventivo.
En la actualidad, los precios de las acciones de las empresas activas en la consigna «quédate en casa» no sólo están superando los índices de referencia, sino que también están alcanzando nuevos máximos. Internet y la tecnología están a la cabeza, incluyendo el comercio electrónico, las plataformas de medios, los videojuegos, las redes sociales y las conexiones seguras. Es probable que se trate de un pico en la demanda y el interés temporal de los inversores debido al bloqueo, ya que la vuelta a la normalidad hará que este interés se dirija lógicamente a los servicios relacionados con la recuperación, una vez que se conozcan los términos y condiciones. Dicho esto, no es seguro que volvamos completamente a la situación anterior, ya que nuestros hábitos han cambiado y se podrían acelerar las tendencias ya existentes. Por lo tanto, la necesidad de conexiones rápidas al gran volumen de datos podría apoyar la adopción de 5G. Los problemas de ciberseguridad son más visibles y más frecuentes, y la protección de los datos personales se ha convertido en un tema sensible, incluso crítico. Después de la recopilación de datos, su utilización en primer plano en los próximos años será clave para rastrear, por ejemplo, la proximidad de los usuarios de teléfonos inteligentes. En el ámbito de la salud, también prestaremos más atención a nuestro cuidado, lo que apoyaría a este sector. Como resultado, en general, los sectores tecnológico y sanitario deberían seguir impulsando la rentabilidad de los índices bursátiles.
En lo que respecta a las empresas, también podemos sacar lecciones interesantes sobre el impacto de la crisis en los distintos modelos de negocio. El modelo de cadena de suministro global y el concepto de «just in time» con inventarios optimizados han revelado sus límites cuando el transporte de mercancías se vuelve problemático y la producción depende de muy pocos proveedores o de un intermediario clave. Una revisión de este modelo podría reforzar la tendencia a la regionalización que ya estaba en marcha, especialmente después de la guerra comercial que comenzó hace más de dos años. La repatriación de la producción podría conducir a una mayor automatización, en lugar de asumir una mano de obra local que en algunos casos podría ser costosa. Por lo tanto, la diversificación de las fuentes de suministro podría apoyar a las industrias nacionales y reducir el transporte de mercancías a larga distancia. La robotización podría reforzarse.
Cabe señalar también que las consecuencias financieras de la crisis han puesto de relieve la vulnerabilidad de algunas empresas, en particular las que han optimizado en exceso sus balances aumentando su coeficiente de endeudamiento. Aunque la Reserva Federal está comprando ahora bonos estadounidenses de menor calidad, la cantidad de deuda de baja calidad al límite de la condición bono basura es muy elevada, lo que demuestra la vulnerabilidad de los balances de estas compañías en caso de una recesión prolongada o de un aumento de los tipos de interés, aunque sea poco probable en estos momentos. Las empresas con un balance sano, con reservas de liquidez y que no se enfrentan a problemas de refinanciación a corto plazo deberían ser lógicamente las favoritas de los inversores, que buscan valores seguros capaces de capear esta crisis. El sesgo de los inversores hacia la calidad y el crecimiento seguirá ganando importancia.
La fuerte interrupción de la actividad económica también ha puesto de relieve un ganador: el medio ambiente. La visibilidad del impacto industrial sobre la contaminación es significativa, tanto en lo que respecta a la fauna y la flora como a la calidad del aire, y podría llevar a ciertos gobiernos, empresas y ciudadanos a prestarle más atención. Nos estamos dando cuenta de que algunos cambios en el comportamiento o en las medidas medioambientales podrían tener un efecto positivo en nuestra calidad de vida. También en este caso, un cambio de hábitos, con más teletrabajo y menos viajes, podría conducir a una transformación positiva duradera. Combinado con el interés en las empresas de calidad mencionadas anteriormente, es muy probable que aumente el interés en el tema de la inversión socialmente responsable.
En última instancia, las condiciones del levantamiento del confinamiento y la recuperación económica son todavía inciertas, pero como las empresas se valoran sobre la base del principio del descuento de los beneficios esperados, los inversores están empezando a mirar más allá de la caída y a buscar las acciones y los sectores que se recuperarán más rápidamente o que se beneficiarán de los cambios provocados por la pandemia. En el futuro, está claro que nos moveremos hacia una mayor digitalización y una menor globalización, pero también hacia unas existencias de calidad con unos balances sólidos, teniendo en cuenta sus impactos sociales y medioambientales.
Tribuna de Gilles Prince, CIO en Edmond de Rothschild, Suiza