Los temores a que la subida de tipos de interés pusiera fin al ciclo económico han resultado exagerados. Tras subir en el cuarto trimestre de 2018, los tipos de interés a más largo plazo han disminuido, gracias en parte al giro político de la Reserva Federal. Los tipos están bajos en términos históricos, y podrían continuar estándolo aun cuando el banco central decidiera volver a subir los tipos de interés en los próximos meses.
La razón es que la debilidad del crecimiento mundial, los bajos rendimientos de la deuda pública en el resto de países y la demanda de títulos del Tesoro estadounidense podrían tener sus efectos sobre los tipos de interés a largo plazo. Aunque en Estados Unidos están aumentando las presiones inflacionistas, en general la inflación se mantiene en niveles reducidos, lo que significa que la actual expansión, que dura ya diez años, podría continuar hasta 2020.
Los tipos bajos favorecen el crecimiento de los beneficios, lo que podría llevar a una revalorización de la renta variable. Sin embargo, ante las elevadas valoraciones, los conflictos comerciales y el aumento de la volatilidad, es aconsejable un enfoque de prudencia. En renta fija, es preferible centrarse más en el riesgo de crédito que en los tipos. La búsqueda de rentabilidad en las fases finales del ciclo podría impedir que las carteras ofrecieran estabilidad durante la próxima caída del mercado.
Los datos que se refieren a los años 1871-1961 corresponden a los datos de rentabilidad media mensual de la deuda pública estadounidense a largo plazo recopilados por Robert Shiller. Los datos correspondientes a los años 1962-2018 representan la rentabilidad de los títulos del Tesoro a 10 años, a 31 diciembre de cada año durante el periodo. Datos de 2019 a 31 mayo 2019. La duración de los periodos de tipos bajos se refiere a años consecutivos en los que los tipos han sido inferiores al 4%.
¿Aumentamos el riesgo?
La prolongación del ciclo económico podría ofrecer un mayor margen de crecimiento a los beneficios empresariales, lo que podría llevar a una modesta subida del mercado de renta variable en 2019. Pero sería preferible que los inversores se mostraran prudentes a la hora de invertir en renta variable.
La economía continúa presentando ciertas características propias de las fases más avanzadas del ciclo, como el aumento salarial o la escasez de mano de obra. Es posible que estas características vayan aumentando, ejerciendo cierta presión sobre las compañías y la economía. En abril, la tasa de desempleo estadounidense se situó en el 3,6%, una cifra que no se veía desde diciembre de 1969. Una tasa de desempleo tan reducida suele traducirse en un aumento de los salarios.
Aunque dicho aumento salarial tiende a favorecer el consumo, el aumento de los costes laborales ejerce presión sobre los márgenes de beneficios y provoca la volatilidad de los mercados. Y el posible recrudecimiento del conflicto comercial entre China y Estados Unidos constituye un riesgo evidente para el crecimiento.
Dadas las circunstancias, podemos plantearnos el cambio de rumbo de la Reserva Federal y la posterior subida del mercado de renta variable como una oportunidad para posicionar la cartera frente a un entorno futuro más complicado.