“Demasiado complicada y ha obstaculizado el préstamo”. Así fue como Steven Mnuchin, secretario del Tesoro bajo la administración de Donald Trump, se ha referido a la célebre, y para muchos infame, ley Dodd-Frank.
Emitida en el año 2010, como respuesta directa a la crisis financiera del 2007-2008, la ley encarnaba en muchos sentidos la indignación social contra los mercados. En muchos sentidos, la ley no sólo era correctiva en intención y proactiva en las medidas emitidas, teniendo una orientación incluso punitiva, según muchos críticos. Para no pocos profesionales de los mercados, la ley es asfixiante, por decir lo menos.
No fue por tanto una sorpresa al iniciar la nueva administración republicana, que se hayan dado claras señales y pasos en el sentido de desmantelarla, aunque sea parcialmente. Donald Trump se refirió a ella como “un desastre”, al tiempo que firmaba la orden ejecutiva dando un claro mandato de revisar la ley al Secretario del Tesoro.
En los últimos años, y semanas, Wall Street ha llegado a niveles record en sus principales indicadores, lo cual muestra que el argumento de que la ley es mala para el funcionamiento de los mercados, es un error. Tal fue lo que uno de los creadores de la ley, el demócrata Barney Frank, respondió a Trump unos días después, en entrevista al New York Times.
Más allá de una posición u otra, muchos analistas consideran que muchos de los cambios introducidos a partir de la ley, particularmente en el área de compliance y defensa del consumidor de los servicios financieros, son irreversibles, pues se han convertido ya en parte del funcionamiento del sector.
Un aspecto interesante es el hecho que Dodd-Frank parecía dirigido en particular hacia las instituciones que representaban un riesgo sistémico, por lo cual su desmantelamiento podría ser ahora interpretado como favorecimiento hacia los grandes bancos, en perjuicio de los bancos medianos o chicos.
No deja de ser irónico que durante su campaña hacia la presidencia, el ahora presidente Donald Trump se caracterizó por criticar, a veces en forma ácida, a Wall Street y a los mercados financieros, por la manera en que se aprovechaban del ciudadano común. Tales críticas fueron parte del tono anti-sistémico de sus discursos.
Tres son las principales propuestas de la nueva administración con respecto a Dodd-Frank:
- Derogar la prohibición de realizar propietary trading por parte de los bancos.
- Reducir las atribuciones del Consejo de Supervisión de Estabilidad Financiera (FSOC, por sus siglas en inglés).
- Reducir la independencia de acción de la Oficina de Protección al Consumidor Financiero (CFPB, por sus siglas en inglés)
Sea cual sea el resultado, los defensores de Dodd-Frank no cederán sin batalla, en su defensa de la controvertida legislación.
Columna de RiskMathics escrita por Gerardo Herrera
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