Al igual que las mareas, los mercados bursátiles también están sujetos a fluctuaciones recurrentes. Mientras que los meses de invierno y primavera son considerados como los típicos meses alcistas, los inversores tienden a temer el verano y el otoño. Esto se debe a que muchas de las correcciones graves, como el Lunes Negro de 1987 o el 11 de septiembre de 2001, ocurrieron en otoño. Como las bolsas generalmente lograron recuperarse de estos reveses en los meses posteriores de noviembre o diciembre, nació el mito del “rally de final de año”.
Sin embargo, en sentido estricto, se trata de un rally de diciembre, más que de un rally de final de año. Al final del ejercicio, es decir, entre Navidad y Año Nuevo, la temporada navideña da lugar a volúmenes de negociación demasiado débiles para estimular las bolsas.
Ahora que nos acercamos al final del año, la pregunta del millón es si habrá o no un rally de final. La respuesta es simple y, en realidad, ya estamos inmersos en uno. Durante las últimas semanas, todos los índices han subido bruscamente pues, tras el alto nivel de pesimismo mostrado por los inversores, los mercados bursátiles se recuperaron a partir de mediados de septiembre, mostrando impresionantes subidas de precios.
Al mismo tiempo, el sentimiento ha mejorado significativamente y en la actualidad se está pintando un escenario optimista. Pero, como demasiado optimismo es perjudicial para los mercados, es poco probable que veamos una continuación del mercado alcista a este ritmo. Por lo tanto, las posibilidades de un “rally de Santa Claus” son mayores que las de un “rally de final de año”. A finales de ejercicio las bolsas necesitan consolidación, de lo contrario se recalentarán y podríamos enfrentarnos a una corrección en enero de 2020.
Es por eso por lo que creemos que un «rally del día de Santa Claus» es más probable que un “rally de final de año”.