Hace tan solo un mes que Reino Unido votó a favor de abandonar la Unión Europea, y los mercados globales ya están ignorando en gran medida el Brexit. No hemos visto un contagio de este referéndum en Europa, y el rápido nombramiento de un nuevo primer ministro, Theresa May, ha calmado los temores de que se produjera un prolongado período de incertidumbre política en Reino Unido.
Mientras que las preocupaciones del Brexit han hecho caer la rentabilidad de la deuda a largo plazo en todo el mundo, también ha aumentado las expectativas de que se produzca una mayor flexibilización cuantitativa del banco central. La evidencia de un crecimiento más fuerte en EE.UU. y China, además de las señales de un mayor estímulo fiscal en Japón, sugiere que el repunte en los activos de riesgo también está recibiendo el apoyo de la mejora de los fundamentos macro.
Sin embargo, no son todo buenas noticias. La zona euro vuelve a lidiar una vez más con una crisis bancaria. Esta vez es en Italia, donde muchas instituciones financieras cargan con demasiados préstamos morosos. La liquidez del banco central no es el problema, pero la política monetaria está contribuyendo a la erosión de los beneficios de los bancos a través de la imposición de tasas de interés negativas y por el aplanamiento de las curvas de rendimientos de la deuda soberana y corporativa como consecuencia del programa de flexibilización cuantitativa (QE). El capital bancario adicional que es necesario y la posible recapitalización de los inversores italianos pesará sobre la frágil recuperación de Italia. Puede que no sea suficiente para provocar una nueva crisis financiera global, pero demuestra por qué la política monetaria ha sido tan ineficaz en la zona euro.
El bache del Brexit
El Brexit apenas supuso un bache en la mayoría de los gráficos de los mercados financieros. El índice MSCI All Country sube un 3,2% desde la votación, con poca diferenciación geográfica. Los mercados desarrollados repuntan un 3,2%, y los mercados emergentes lo hacen en un 3,6%. Sorprendentemente, el índice de Reino Unido avanza casi un 7% desde Brexit, mientras que el índice de la zona euro está ligeramente en números rojos. Parece que los mercados financieros comparten nuestra opinión de que, a largo plazo, el Brexit es potencialmente más perjudicial para la zona euro que para el Reino Unido. Otros mercados que gozan de fuertes ganancias desde la votación son China (4%) y Brasil (10%), aunque hay que destacar que son otros factores no relacionados con Brexit los que han dominado la rentabilidad de esta clases de activos en las últimas semanas.
En el período inmediatamente posterior a la votación, la rentabilidad de los bonos del Tesoro a 10 años cayó brevemente a un mínimo histórico de 1,36%. Los rendimientos en Alemania cayeron en terreno negativo, -0,20%, igual que la deuda a 10 años del gobierno japonés, -0,30%. No es sorprendente que la rentabilidad de los gilts a 10 años retrocedieran más y todavía coticen cerca de un mínimo histórico del 0,75%, casi 50 puntos básicos por debajo de los niveles pre-Brexit. La libra esterlina se llevó la peor parte de la ola de ventas en el mercado post-Brexit, con aproximadamente un 10% menos que los niveles anteriores al referéndum. La caída de los precios del petróleo en un 5% es consistente con una perspectiva macro más incierta. Sin embargo, algunos observadores destacaron que los precios de los metales industriales han subido casi lo mismo, lo que pone de relieve una mejora subyacente en la economía global.
Señales positivas en las Américas
La historia de un repunte del crecimiento de Estados Unidos está cobrando fuerza. Los datos de las ventas minoristas de junio sugieren que el gasto real de los consumidores está en camino de crecer entre un 4% y un 5% en el segundo trimestre. Los datos comerciales y de inventarios de mayo indican que ambos sectores deben haber contribuido al crecimiento en el último trimestre. El gasto de las empresas sigue siendo el mayor comodín. La inversión fija podría disminuir por tercer trimestre consecutivo, compensando un poco la fuerza vista en el sector de consumo. No obstante, estamos cómodos con nuestra previsión de crecimiento del 3% en el segundo trimestre. Además, la mejora de las encuestas de gestores del sector de manufactura y servicios sugieren que la economía registró un ritmo de crecimiento más fuerte en este trimestre de verano.
Brasil se prepara para la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Río de 2016, mientras el país sigue sumido en una profunda crisis económica y política. Hay indicios, sin embargo, de que esta última ha comenzado a disminuir después de la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff y decisión de su sucesor en el cargo, Michel Temer, de poner en marcha el pasado mayo diversas medidas como el nombramiento del reconocido economista Ilan Goldfjan como nuevo presidente del Banco Central de Brasil. Además, la coalición de Temer en el Congreso aprobó unos nuevos objetivos fiscales más realistas y la puesta en marcha de una política fiscal más creíble debería abrir pronto la puerta a que un recorte de los tipos de interés apoye la recuperación económica.
Abundan los riesgos políticos en Europa
El voto a favor del Brexit ha creado cierta volatilidad en los mercados de Reino Unido, pero es demasiado pronto para evaluar los daños económicos. El siguiente conjunto de índices de confianza de empresas y consumidores será el primer indicador de cuánto va a afectar a la economía británica el Brexit. Los pasos propuestos por el gabinete de la primera ministra, Theresa May, incluyen un calendario razonablemente rápido para iniciar negociaciones con la UE. Aunque la recuperación económica de Reino Unido puede ralentizarse en los próximos trimestres, el Banco de Inglaterra está dispuesto a recortar los tipos de de interés y reiniciar su programa de compra de activos para compensar el menor gasto de las empresas más débiles.
Pero hay otros riesgos políticos que siguen siendo altos en Europa. Las elecciones españolas celebradas a finales de junio no dieron, esta vez tampoco, la mayoría absoluta a ningún partido. Por su parte, las elecciones presidenciales en Austria resultaron en una derrota muy estrecha del partido de derecha y marcadamente anti-inmigrante, Partido de la Libertad. Sin embargo, el resultado fue anulado por el Tribunal Supremo, que ordenó que se repitan las elecciones en octubre. Por último, el fallido golpe de estado en Turquía arrojó luz sobre las divisiones internas en un país muy importante para la UE de cara a gestionar la crisis migratoria. Todo esto demuestra que es la política y no la economía, la principal fuente de preocupación para las perspectivas europeas.
Asia se mantiene a la espera
Japón no añadió riesgo al escenario político global elevada. La coalición de centro-derecha del primer ministro Shinzo Abe ganó fácilmente las elecciones de la cámara alta en junio, ampliando su mayoría a más del 60%. A pesar de los resultados económicos mixtos, los votantes optaron por dar a Abe un nuevo mandato para continuar, e incluso intensificar, sus intentos de estimular el crecimiento y en la inflación. La economía de Japón fue una de los pocas que sufrieron un impacto negativo inmediato tras el Brexit debido a una fuerte apreciación del yen. Sin embargo, el Banco de Japón se mantuvo al margen. Además, el gobierno anunció un nuevo paquete de gasto fiscal que debería ayudar a impulsar el crecimiento económico en la segunda mitad del año.
La economía de China se recuperó en el segundo trimestre. Las estimaciones prevén una tasa anualizada del 7,4% en el segundo trimestre, muy por encima de lo que necesitaba para compensar el débil comienzo de año. El gobierno no sólo ha mantenido la política de estímulo monetario, la ampliación del déficit presupuestario indica un mayor estímulo fiscal y el 4,5% de depreciación del yuan frente al dólar debería ayudar a las exportaciones. Todo esto debería ser suficiente para que China supere la meta de crecimiento del 6,5% del gobierno.
La incertidumbre nubla las perspectivas de crecimiento mundial
Con el Brexit en un segundo plano, creemos que habrá una recuperación cíclica del crecimiento global durante la primavera y el verano, marcado por la menor rentabilidad de la deuda, y el freno a las ambiciones de los bancos centrales de elevar los tipos de interés (como en EE.UU.) o un nuevo impulso para más relajación de las políticas monetarias (como Reino Unido). Aún así, hay suficientes riesgos políticos que mantendrán a los inversores al margen, y tenemos pocos datos para determinar si Brexit hará que la Reserva Federal retrase aún más la subida de tipos. Si bien los fundamentos domésticos siguen apuntando a nuevas subidas de tipos, la incertidumbre global puede mantener a la Fed en el banquillo durante el resto del año.
Markus Schomer es managing director y economista jefe de PineBridge Investments.
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