El inversor retail, pequeño inversor o inversor minorista, entendido como el que opera con volúmenes bajos y que no corresponde a cuentas institucionales, suele tener unas pautas de comportamiento muy diferentes a las del resto del mercado. El año 2022 está siendo una muestra evidente de cómo la psicología del pequeño inversor va por libre.
«El folclore del mercado afirma que el mejor momento para comprar acciones es cuando los pequeños inversores son bajistas y que el mejor momento para vender es cuando los pequeños inversores son alcistas». Esta vieja frase, con décadas de antigüedad y que es puro behavioral finance, va totalmente en contra de la teoría del mercado eficiente desarrollada por el Premio Nobel de Economía Eugene Fama. A menudo funciona. ¿Y actualmente? ¿Están bajistas los pequeños inversores? ¿Les afectan las caídas de este año y las malas perspectivas económicas para estar más negativos?
La realidad es que el pequeño inversor todavía no ha capitulado, bien sea porque acumulaba grandes beneficios de años anteriores o porque la salud económica media de las familias es mucho mejor que a las puertas de crisis anteriores. El caso es que el pequeño inversor todavía no ha vendido sus posiciones ni ha mostrado desesperación o miedo. Por regla general, los mercados bajistas no hacen suelo hasta que el inversor retail capitula y es importante señalar que esto todavía no se ha visto. De hecho, aún se muestran confiados con entradas de flujos en renta variable. En otras ocasiones, el pequeño inversor ha empezado a vender cuando la economía flojeaba o se producía un evento muy negativo e inesperado, pero de momento, mientras la economía siga razonablemente fuerte, es de esperar que no se vea forzado a capitular.
Si nos centramos en la renta variable estadounidense, que es donde hoy en día mayor importancia tiene el inversor minorista, teniendo en cuenta el seguimiento de los flujos de pequeños inversores a través de compras directas de acciones, opciones sobre acciones y ETFs de renta variable, se observan muy pocas pruebas de que haya claudicado. De momento, el inversor minorista solo ha vendido unos 10.000 millones de dólares en acciones, lo que supone solo el 4% de lo que compró desde el COVID. Incluso, si normalizamos los datos al ritmo de compras anterior a la pandemia (pues estas se aceleraron durante la pandemia), la venta no alcanza el 10% de las compras realizadas. Nótese que tan solo se trata de ventas de acciones, especialmente de valores de los sectores de tecnología y salud, porque en lo que a ETFs se refiere, se siguen comprando de forma neta.
Para poner estos datos en contexto, es interesante compararlos con lo ocurrido en diciembre de 2018. En ese momento, el inversor retail capituló a final de año, cuando el S&P 500 entró en terreno negativo, y se vendieron 25.000 millones de dólares a lo largo de tres semanas. Esto se tradujo en ventas por el 35% de las compras que se habían realizado en los dos años anteriores, lo que nos demuestra que el minorista no tiene por qué vender toda su cartera, pero sí una parte proporcional mucho más alta de la que ha vendido hasta ahora. Esa observación podría ser un indicador útil para el período actual; es decir, los pequeños inversores no necesitan vender todo lo que compraron desde la aparición del coronavirus. No obstante, para hablar de que el mercado ha tocado suelo, deberíamos ver al menos un flujo de venta por parte del inversor minorista tres veces superior a lo que hemos visto hasta ahora.
Puede que esta capitulación de los pequeños inversores tarde más tiempo en llegar, ya que no hay un catalizador fuerte que les obligue a vender, aunque sí que tienen pérdidas con respecto a las compras que hicieron últimamente, al tiempo que las criptodivisas están sufriendo y esto podría provocar un efecto dominó en los flujos de los minoristas. Con todo, lo más razonable es pensar que la verdadera venta se irá produciendo a medida que la economía se ralentice y la inflación se mantenga alta, por lo que esta vez estará mucho más repartida en el tiempo. Este año habrá que armarse de paciencia.
Miguel Ángel Rico, Portfolio Manager en España de Creand Asset Management (Gesalcalá, SGIIC, SAU)