El crecimiento es sólido en las economías desarrolladas porque lo impulsan tanto los hogares como las empresas. Este crecimiento se basa en tres pilares: i) la reconstitución de las existencias; ii) la «reserva de ahorro» acumulada por los hogares durante la crisis, que servirá de apoyo al consumo; y, por último, iii) la inversión privada y pública (la crisis ha puesto de manifiesto las considerables necesidades de inversión en materia de transición medioambiental, educación, infraestructuras y sanidad). En los países emergentes, la recuperación será más heterogénea.
Sobre la inflación: no es transitoria. Esta inflación está impulsada por i) factores a corto plazo (aumento de los precios de las materias primas), ii) factores a medio plazo (recuperación cíclica) y iii) factores estructurales (por ejemplo, la transición medioambiental, que es inflacionista por definición).
Sobre los bancos centrales: hay que tener en cuenta el cambio de régimen monetario con el endurecimiento. Por ejemplo, anticipamos que la Fed subirá su tipo de interés de referencia al menos 100 puntos básicos, y al menos 100 puntos básicos el próximo año. Además, esperamos que la Fed «desinfle» su balance ya este verano, es decir, que empiece a desinvertir en los mercados de bonos.
En relación con este escenario central, hemos identificado tres factores de riesgo principales, a saber, las incertidumbres geopolíticas, la escasez que puede acentuar la inflación y la normalización monetaria.
En primer lugar, el riesgo geopolítico es, como siempre, el que menos perciben los mercados. Parece que los mercados todavía no han integrado totalmente que las tensiones diplomáticas entre Estados Unidos, China, Rusia y Europa son duraderas. En tanto que el riesgo geopolítico no provoque un aumento de los precios de las materias primas (especialmente del petróleo y el gas), no pone en cuestión nuestro escenario de crecimiento.
El segundo riesgo se refiere a la escasez de materias primas y de mano de obra. Creo que seguimos subestimando el choque de la demanda y, por tanto, la presión al alza de los costes de producción. Así que el ritmo de la inflación en los próximos dos años podría ser mucho más alto de lo que los mercados esperan.
Por último, el tercer riesgo está relacionado con la «normalización monetaria». Hasta ahora, los bancos centrales han gestionado bien su comunicación sobre el cambio de estrategia monetaria. Pero los mercados aún tendrán que «absorber» las subidas de los tipos de interés. Es muy importante que los bancos centrales sigan siendo pragmáticos y reactivos, sin correr riesgos para el crecimiento o la estabilidad financiera.
El año 2022 será seguramente más complicado, menos «lineal» en los mercados financieros. En particular, los mercados de renta variable deben «digerir» las subidas de los tipos de interés. Pero todo esto es «absorbible». Y es bastante sano: el crecimiento, la inflación son «parte de la solución» en un mundo de alto endeudamiento, y los bancos centrales que comienzan, con normalidad, a recuperar el «avance» que dieron.
Tribuna de Christophe Morel, economista jefe de Groupama AM.