Hace un par de años, Santiago Montenegro, presidente de la Asociación de Fondos de Pensiones de Colombia, muy amablemente me invitó a disertar en Cartagena en un panel sobre la economía global. En aquellos días se vivía una inmensa incertidumbre sobre el devenir de la moneda única en Europa. Citibank, por ejemplo, ponderaba el riesgo de que Grecia abandonara el euro en más de un 90%. Mejor dicho, el Citibank veía como casi un hecho consumado que la zona euro iba a salir fragmentada de la crisis. Yo, a diferencia del Citibank y de muchos otros analistas del mercado, continuaba estancado en mi, en aquel momento, para muchos terca visión de que Europa iba a salir eventualmente de la crisis económica de la misma forma en la que sucumbió en esta: unida. Minutos antes de hablar en Cartagena me llegó un “blast” de Bloomberg que decía que había rumores de que el primer ministro griego iba a sacar a su país del euro. Gracias a Dios decidí ignorar ese rumor, entre otras porque toda mi conferencia se basaba en el bajísimo riesgo (que yo veía) de que Grecia fuera a tomar la decisión suicida de salirse del euro.
La base estructural de mi tesis es y la verdad siempre ha sido bastante sencilla: como lo explica muy bien la experiencia fatídica de la quiebra de Lehman Brothers, en este mundo globalizado en donde la información fluye en nanosegundos y en donde las transacciones bancarias ocurren sin control posible de las autoridades, es imposible pronosticar los posibles efectos colaterales que estarían atados al eventual abandono de la moneda única por parte de un país. Nunca entendí la razón detrás de la falta de análisis de muchos al respecto.
Mejor dicho, nunca entendí por qué razón muchos analistas no razonaban lo siguiente: Si Grecia abandona el euro, y los ahorradores griegos pierden el poder adquisitivo de sus ahorros, cuál sería la reacción del ahorrador de Portugal y de España ante esa coyuntura? Acaso no sería lógico esperar que el ahorrador de España pensara, como persona lógica que es, que bajo el hipotético de la salida de Grecia del euro, también habría un riesgo de que España decidiera abandonar la moneda única? Por lo tanto, la única opción lógica para el ahorrador español sería retirar sus ahorros de la banca local. Créanme, hay suficiente nivel de inteligencia en la tecnocracia europea como para que uno pudiera pronosticar que al menos alguna parte de estas preocupaciones se discutieron. Seamos sinceros. Alemania y Grecia no están, afortunadamente, gobernadas por personas como Evo Morales o Nicolás Maduro.
Mi argumento sobre Europa siempre estuvo basado en la existencia de expectativas racionales, de parte de los ahorradores y de parte de los políticos que tomaban las decisiones. La buena noticia es que pareciera que Europa salió de lo peor. La economía europea va a crecer en el tercer trimestre en términos secuenciales y los países de la periferia han logrado implantar algo que parecía casi imposible hasta hace apenas un año: lograr el equilibrio fiscal.
Así le parezca increíble al lector, Grecia va a terminar el 2013 mostrando un superávit fiscal primario, después de haber mostrado un déficit de aproximadamente un 10% del PIB en el 2009. Además, Grecia hoy en día tiene una legislación de pensiones que va de la mano de la realidad mundial, con una edad de retiro mínima de 65 años, y ese país ahora tiene una legislación laboral moderna, una que le da espacio al país a ser más competitivo.
Que la moneda única de Europa haya sobrevivido esta mega crisis que pareciera terminar, es una gran noticia para el futuro del mundo. Europa está comprobando que ha sido capaz de salir adelante después de semejante crisis sin caer en populismos baratos, y Grecia, específicamente, ha demostrado que no es gratis que esas tierras hayan traído al mundo a genios como Aristóteles. El viejo continente está saliendo adelante gracias a la capacidad que tuvo de tomarse la medicina, por más amarga que esta hubiera resultado. Enhorabuena.