Hace unos días con la excusa de visitar a un amigo en Alemania intenté evitar el sopor veraniego que nos azota en Zaragoza. Lejos de lograrlo, en Múnich hacía aún más calor (el aire acondicionado nunca ha estado de moda allí). En esta semana, a los ciudadanos griegos les ha debido de dar otro buen golpe de calor, pues pese a haber rechazado mayoritariamente en un referéndum un duro paquete de medidas impuestas por sus acreedores, su Gobierno ha aceptado posteriormente ajustes incluso más draconianos si cabe. Que se cumplan es “harina de otro costal”, a las pruebas me remito. Lejos de reconocer las autoridades europeas la ínfima posibilidad de recuperar el dinero invertido, el enfoque es subir impuestos reduciendo el efecto positivo en términos competitivos de la devaluación interna (caída de salarios) implementada. Nadie discute que es un problema más político que económico, pues con una deuda sobre PIB del 180% y un denominador (PIB) en caída libre, un 25% inferior al año 2008, es complicado lanzar un mensaje positivo.
Sin embargo, permítanme enfocar mis inquietudes no en Grecia, que va a ser un “enfermo” latente en el seno de Europa durante muchos años, sino en el evento del año, la posible subida de tipos de interés en EE.UU. Dos fechas hay que tener señaladas, 17 de septiembre y 28 de octubre, donde tendrán lugar sendas reuniones de la FED.
¿A favor? Racionalización de la política monetaria, tras 6 años con tipos en mínimos. Un primer paso fue la paralización del programa de compra de activos o QE. ¿En contra? Apenas existen subidas de salarios considerables ni presiones inflacionistas en materias primas, como consecuencia de la desaceleración económica en China. Realmente con un crecimiento medio del PIB del 2,2% en los últimos cinco años y una tasa de paro por debajo del 5,5% en niveles próximos al año 2007, pocos fantasmas se pueden ver a la hora de reconducir progresivamente el mayor periodo de la historia reciente de financiación a “coste cero”.
En este entorno de mercado, ¿recomendación para el verano? No creo que se haga la rentabilidad del año, por lo tanto prudencia. El mes de junio ha sido un primer aviso. Sin entrar a valorar que múltiplo se merece pagar por la recuperación en Europa, sí es interesante analizar varios catalizadores que desde la comunidad inversora se han venido defendiendo desde hace unos meses a la hora de “empujar” la renta variable europea frente al resto de mercados. Si tomamos el tipo de cambio, el dato sigue siendo favorable para nuestros intereses, pero en medida que en el primer trimestre (caídas interanuales del 12% vs. 22%).
Con el precio del petróleo ocurre de idéntica forma, pese a seguir siendo muy favorable, no hablamos de caídas interanuales del 60% sino del 35% a medida que nos acerquemos al cuarto trimestre del año. En términos de costes de financiación, aquí la realidad manda y vamos a tener tipos bajos por un largo periodo, no hay problemas. Una cifra resume estas y otras magnitudes, los márgenes empresariales medidos en términos de EBIT a nivel sectorial. Tan solo cinco sectores tienen unos márgenes sustancialmente menores frente a las métricas del año 2006-2007: petróleo, recursos básicos, telecomunicaciones y eléctricas. Ah, y bancos, lógicamente. ¿Trampas de valor o bien oportunidades de inversión?
Javier Alfonso Rillo Sebastián es gestor del fondo Ibercaja Alpha en Ibercaja Gestión.