Dejando a un lado la posibilidad de acontecimientos geopolíticos imprevistos que puedan oscurecer las perspectivas empresariales, el probable aumento de los aranceles comerciales de EE.UU. bajo la nueva Administración Trump es uno de los retos más importantes a los que se enfrentan las empresas europeas.
Sin embargo, no hay motivos para el pánico. Muchos países europeos y sus principales empresas dependen en gran medida de las exportaciones a EE.UU. Una política estadounidense más proteccionista podría conducir a un endurecimiento de las condiciones comerciales transatlánticas y a la desviación de productos de otras regiones que se enfrentan a aranceles estadounidenses más elevados. Sin embargo, para los importadores estadounidenses, muchos productos no comercializados -bienes de equipo, especialidades químicas, medicamentos- no pueden sustituirse fácilmente.
El aumento de la inflación en EE.UU. también podría hacer que las exportaciones europeas fueran competitivas con el tiempo, mientras que muchas empresas europeas tienen una cobertura natural a través de las instalaciones de producción con sede en EE.UU. El aumento de los aranceles estadounidenses también puede crear oportunidades para que algunas compañías europeas refuercen su posición en el mercado mediante el suministro de materiales y componentes procedentes de mercados que necesitan reestructurar sus estrategias de exportación.