2018 va a ser un año de un crecimiento coordinado a nivel global, en el plano macroeconómico. Veremos creciendo a la vez a las tres grandes regiones económicas: Estados Unidos, Europa y Emergentes; aunque cada una en su respectivo momento del ciclo. Centrándonos en Europa, su ritmo de crecimiento seguirá por encima de su potencial, a lo que se añade creación de empleo y unos indicadores adelantados en máximos de los últimos 10 años.
Las empresas no van a ser inmunes a esto, de ahí que las previsiones de beneficios en las compañías europeas apunten a crecimientos de doble dígito para 2018.
Por otro lado de los tipos de interés, el escenario actual (de bajos tipos) en Europa continúa siendo un viento de cola para las empresas europeas. Esto se mantendrá al menos hasta que el mercado identifique la evidente dicotomía que existe entre la situación macro de Europa y la política monetaria del BCE.
Para la bolsa española, este escenario resulta muy interesante por dos motivos. El primero que, partiendo del buen momento macroeconómico en Europa, los países periféricos se ven especialmente beneficiados. Entre ellos, resaltan países como España o Portugal que llevan años creciendo, generando empleo y ajustando sus cuentas públicas, al tiempo que han ido ganando competitividad frente a otros países de la Zona Euro.
El segundo motivo recae en el origen de los ingresos de las compañías españolas, que se benefician del crecimiento económico a nivel global. Las empresas españolas comenzaron su proceso de internacionalización previo a la crisis de 2007, siendo un movimiento que se ha incrementado los últimos años cuando ante la crisis económica acontecida la necesidad de abrirse al exterior se hizo más evidente. Por ello, el crecimiento económico de Brasil o Argentina debería tener un impacto positivo en una bolsa con alta dependencia de Latinoamérica, como la bolsa española.
A la hora de plantear una estrategia, teniendo en cuenta el actual escenario de fondo, aquellas ideas más ligadas al ciclo económico cobran mucho sentido. Por ejemplo, el sector bancario debería verse beneficiado de la normalización monetaria, de la recuperación de los volúmenes de crédito y de un entorno regulatorio más benigno.
Otro ejemplo sería el sector papelero y de cartón, que es un sector que se beneficia de la descompensación entre una oferta estable y una demanda creciente. Aunque contamos con valoraciones más ajustadas respecto a hace un año, sigue habiendo excelentes empresas papeleras en España y Portugal (Europac, Iberpapel o Altri).
Por último, la recuperación del sector inmobiliario, tanto vía precios como en número de transacciones, destaca entre las oportunidades que ofrece el mercado español, especialmente aquellas compañías más centradas en suelo, como Aedas. No debemos perder de vista los riesgos que afrontar. En España en concreto, la situación política en Cataluña es el principal. Ante su difícil solución, el mercado deberá acostumbrarse a convivir con ello, como lo está haciendo en este inicio de año.
Otro factor a vigilar es la fortaleza del tipo de cambio Eurodólar, lo que puede drenar crecimiento a Europa en niveles extremos. Tanto la normalización monetaria como la anticipación de la misma, puede generar volatilidad en la renta fija, lo que acabaría afectando también a la renta variable.
Debemos ser conscientes que 2017 ha sido un año anormalmente poco volátil y que será difícil que 2018 se mantenga así. Aun así, disponemos de argumentos suficientes para ser optimistas e interpretar los episodios de volatilidad como oportunidades de compra.