Ahora que los focos vuelven a posarse en la geopolítica, a los inversores les convendría evaluar sus efectos sobre un ciclo económico mundial de por sí bastante maduro y un ciclo de mercado aún más prolongado en la mayoría de índices de renta variable y renta fija. En un sentido, la geopolítica explica el reciente periodo de volatilidad en los mercados pero podría afirmarse que resulta engañoso ya que sugiere, en mi opinión, una escasa comprensión de los factores que han impulsado las rentabilidades durante los últimos años.
Si se acepta que las políticas monetarias ultraexpansivas han sostenido en gran medida los precios de los activos, entonces el mayor miedo no debería ser una desaceleración económica propiciada en parte por el aumento de las tensiones geopolíticas o una guerra comercial entre EE.UU. y China a golpe de represalias. Lo que de verdad debería preocupar es principalmente una economía boyante (y una tasa de inflación de los precios) que sigue excediendo las expectativas descontadas en el mercado de renta fija.
Aunque siempre existe el riesgo de caer en la complacencia cuando se escribe sobre geopolítica, podría ser útil examinar detenidamente las metas o intenciones que se esconden detrás de algunos de los sucesos que han sido más determinantes en las reflexiones de los inversores.
Empecemos con el discurso beligerante desplegado por la administración Trump en relación con los aranceles a las importaciones, dirigido principalmente contra China, pero que también podría afectar a Europa y otros socios comerciales. Resulta difícil no creer que todo obedece a un fin político.
Elecciones legislativas en EE.UU.
En el contexto general de la economía estadounidense, incluso un nuevo florecimiento de los sectores que se consideran más afectados por el dumping exterior apenas incidiría en la evolución global. Sin embargo, con las elecciones legislativas en el horizonte, Trump querrá asegurarse el voto de unas clases trabajadoras que corre el riesgo de perder después de que su iniciativa más “exitosa” hasta la fecha –la reforma fiscal– haya beneficiado a Wall Street mucho más que al ciudadano de a pie.
Como otros han tenido ocasión de comprobar durante los últimos años, poner el foco en los intereses nacionales ha procurado votos, pero dar marcha atrás a 30 años de globalización es mucho más complejo y doloroso en la práctica. Es muy probable que todo esto tenga muchas menos consecuencias para las perspectivas económicas mundiales de lo que algunos temen actualmente.
Y cuando pensamos en los recientes ataques aéreos en Siria también se podría afirmar que la meta se limita, a falta de una palabra mejor, a contener el uso de armas químicas, en lugar de plantear una postura más decidida contra el régimen de al-Assad. Por lo tanto, en estos momentos parece que esta acción es una cuestión muy localizada.
Consecuencias
Se podría elaborar una lista de sucesos geopolíticos que han ocurrido durante los últimos años sin que el crecimiento económico dejara de recuperarse. El hecho de que el sistema financiero mundial se encuentre mucho mejor capitalizado y menos interconectado debería limitar la fuerza con la que estos acontecimientos geopolíticos desencadenan “ondas de choque” económicas, como hicieron en el periodo inmediatamente posterior a la crisis financiera.
Sin embargo, el hecho de adoptar esta postura más favorable sobre la coyuntura geopolítica no debería animar a los inversores a salir al mercado a comprar alegremente. Si estoy en lo cierto y las consecuencias económicas de los titulares recientes serán menos graves de lo que se cree, entonces los bancos centrales tendrán difícil no responder endureciendo las condiciones de liquidez y, por consiguiente, provocando una mayor diferenciación entre los precios de los activos. En este escenario cabe esperar que las aguas estén revueltas, no que suba la marea y, con ella, todos los barcos.
Debido al excedente de liquidez en el sistema, es poco probable que veamos un mercado bajista prolongado, pero la volatilidad que hemos sufrido desde comienzos de 2018 podría quedarse con nosotros. Como hemos visto con los ejemplos recientes de Facebook, WPP y los efectos del elevado volumen de operaciones corporativas en muchos sectores del mercado, las acciones tienen más probabilidades de moverse al calor de acontecimientos específicos que de la coyuntura geopolítica o macroeconómica general.
En la mayoría de los entornos de mercado suele ser así, pero resulta muy fácil olvidarlo cuando hemos vivido un periodo prolongado en el que la norma ha sido lo contrario.
Paras Anand es director de inversiones en renta variable europea de Fidelity.