Nos encontramos en un mundo de cambio profundo. La economía global se ha visto afectada por una serie de sacudidas intensas e interrelacionadas: el COVID-19 y las medidas de política asociadas han ocasionado un hundimiento récord de la demanda, mientras que la capitulación de los precios del petróleo ha afectado a los países productores con el consiguiente beneficio para las regiones consumidoras.
El rápido desapalancamiento inicial y las grandes perturbaciones en los mercados financieros se vieron en cierta medida aliviados por las extraordinarias medidas tomadas por los bancos centrales —políticas fiscales e inyecciones de capital ingentes—, si bien fue una tormenta perfecta.
Los mercados desarrollados —Estados Unidos y, en especial, Europa— han sido el epicentro de las crisis sanitaria y económica. Las tasas de mortalidad han sido muy superiores a las de Asia y la esfera en vías de desarrollo, aunque con importantes diferencias entre países. Ha habido diferencias significativas en los enfoques hacia el control de la propagación del virus y la mortalidad entre Asia, Europa y Estados Unidos y, de manera significativa, entre países europeos.
Es posible que esta evolución se traduzca en diferenciales sustanciales en la recuperación económica de esos países y entre sectores y valores. Las economías de mercados emergentes aportan casi tantos ingresos a la renta variable europea como los países europeos; más del 50 % de los ingresos proceden de fuera de Europa y Asia como región, en particular, se está recuperando con fuerza desde la reapertura de las economías. Algunas empresas de la Unión Europea (UE) son, por tanto, capaces de ofrecer un crecimiento sólido en mercados emergentes, pero con un gobierno corporativo y un coste de capital propios de la esfera desarrollada.
Existe un amplio debate en torno a la forma que podría trazar la recuperación económica —V, U o W— y la probabilidad de que los daños sean permanentes. Sin embargo, no estamos convencidos de que esta sea la pregunta adecuada. Consideramos que la crisis acentúa y acelera en gran medida diversas tendencias estructurales clave.
Hemos identificado cinco de estas tendencias, que los acontecimientos de este año han sobrecargado.
- Viraje de crecimiento relativo del consumo a mercados emergentes / Asia y auge de la clase media asiática. La región se ha visto mucho menos afectada por el COVID-19 (hasta ahora) y existen evidencias de una recuperación en forma de V en Asia y de la aceleración del crecimiento relativo. Asia va camino de centrar dos terceras partes de la clase media mundial para 20301 , por lo que su importancia es enorme.
- Cambio de comercio físico a comercio electrónico. Se trata de una tendencia visible en todos los sectores y es probable que siga adelante incluso después del confinamiento por la combinación de precaución de los consumidores acerca de las tiendas físicas y las virtudes de la nueva experiencia digital.
- Cambio de pagos en efectivo a pagos digitales. El ámbito de los pagos digitales es uno de los beneficiarios del auge del comercio electrónico. También existe cierta «revulsión» de los consumidores hacia el efectivo físico.
- El teletrabajo y el cambio digital han impulsado la demanda de computación y procesos en la nube, así como de infraestructuras digitales. Según afirma Satya Nadella, CEO de Microsoft, «la arquitectura en la nube actual nos ha ayudado en gran medida a todos como economía a virar hacia esta nueva manera de trabajar». Es probable que asistamos a cambios permanentes en los patrones de trabajo globales.
- Descarbonización y plan de ecologización / revolución eléctrica. Europa es líder en descarbonización de los sectores público y privado. Es probable que las empresas de este ámbito sean beneficiarias de ayudas fiscales públicas, por ejemplo, mediante programas para la renovación del parque automovilístico.
El auge del consumidor de clase media de Asia está incidiendo especialmente en temas como el lujo, la urbanización y el crecimiento de las «megaciudades», la salud y el bienestar y la movilidad eléctrica. En el ámbito del lujo, China sigue siendo clave, pues los consumidores de dicho país suponen la tercera parte del gasto en lujo global. Europa es líder mundial en marcas de lujo, por ser lugar de origen de marcas consolidadas como LVMH y Pernod Ricard. Por su parte, existen diversas empresas que pueden beneficiarse, por ejemplo, del giro hacia la venta de prendas de ropa por Internet, la aceleración de la banca electrónica, el crecimiento de las apuestas y el juego por Internet, el auge de la instalación de ascensores en edificios de viviendas y el desarrollo de la «fábrica inteligente».
Ante un entorno cambiante como este, consideramos que lo que procede es una gestión activa, pues permite a los gestores activos buscar oportunidades que podrían generar alfa, evitando al mismo tiempo aquellos ámbitos del mercado afectados negativamente y que podrían seguir viéndose lastrados.
Columna de Niall Gallagher, director de inversiones y responsable de la gestión de los fondos de renta variable europea en GAM Investments.
Anotaciones:
(1) Fuente: “The Geography of the Global Middle Class. Where they Live, How they Spend”, Visa, agosto de 2019. El estudio sobre el consumo de la clase media global es fruto de la colaboración de Visa y Oxford Economics. El estudio se basa en previsiones de Visa y Oxford Economics hasta 2030.
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