Un crecimiento económico más lento, la intensificación del conflicto comercial, el retorno de la volatilidad en la renta variable y el naciente programa de normalización fuera de Estados Unidos sugiere que 2018 puede haber sido un punto de inflexión para los mercados. Varios factores conforman este punto de vista.
En primer lugar, en 2018 el crecimiento económico fue bastante fuerte en varias regiones. Pero mientras que el crecimiento se mantuvo sólido en algunas regiones como Estados Unidos y Canadá, a medida que el año progresa, en regiones como China y muchas otras, comienza a desacelerarse. Si bien la economía estadounidense ha mantenido un sólido impulso gracias a los vientos de cola del estímulo fiscal, los sólidos datos del empleo y la confianza del consumidor, factores que han servido de apoyo durante varios trimestres a un alto crecimiento del PIB, se espera que se enfrié a medida que 2019 progresa.
La desaceleración en China es una mayor preocupación dado el alto apalancamiento de la naturaleza de su economía, pues un menor crecimiento dificulta el servicio de la deuda. Además, el gobierno se enfrenta a un difícil acto de equilibrio: tratar de desapalancar la economía, y al mismo tiempo, respaldar el crecimiento económico que se está viendo arrasado por la guerra comercial y la desaceleración del crecimiento global.
Un segundo factor que apunta hacia 2018 como punto de inflexión es que la ola de proteccionismo liderada por Estados Unidos ha resultado en una firme escalada de las tensiones entre Estados Unidos y varios de sus principales socios comerciales. Mientras que las tensiones comerciales entre Estados Unidos, Canadá y México han disminuido con una nueva redacción del TLCAN (NAFTA), las tensiones entre Estados Unidos y China siguen sin estar resueltas. La imposición inicial de aranceles sobre las importaciones chinas a Estados Unidos resultó en represalias en forma de aranceles chinos sobre los productos estadounidenses. Los aranceles impuestos sobre los bienes pueden dar lugar a una serie de complicaciones más allá de un simple impacto en el precio, que en sí mismo puede ser un impuesto para los consumidores si el impacto en el precio no es absorbido mediante un recorte en el precio por parte de los exportadores o con unos precios más altos pagados por los importadores. Otros impactos incluyen la disrupción de las cadenas globales de suministro, muchas de las cuales han sido construidas durante décadas, así como los desequilibrios en la oferta conforme los compradores sustituyen unos bienes por otros producidos en regiones no sujetos a tarifas.
Mientras que un nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos y China podría ser bien recibido por los mercados, la naturaleza disruptiva del conflicto puede dificultar un regreso al origen. La forma en que estos conflictos comerciales se desarrollen en última instancia entre Estados Unidos y sus principales socios comerciales serán importantes para el crecimiento futuro, conforme una mayor escalada podría ser un obstáculo para el crecimiento mundial en un momento en el que la economía mundial ya podría estar en terreno vulnerable.
El camino que puedan tomar las tasas de interés a futuro, conforme los bancos centrales a nivel global buscan pavimentar el camino para un entorno de tasas más normalizado, es un tercer factor para considerar. En Estados Unidos, la Reserva Federal ha elevado tipos en nueve ocasiones desde 2015, incluyendo cuatro subidas de 25 puntos básicos en 2018. El Banco de Canadá elevó tipos tres veces, y el Banco de Inglaterra incrementó tipos en una ocasión durante el pasado año, todo ello sugiere un deseo por normalizar los tipos de interés desde unos niveles muy bajos en estos países siempre que el crecimiento global siga cooperando. El Banco Central Europeo y el Banco de Japón han mantenido sus tasas a unos niveles muy bajos y esperan mantenerlos en esos niveles en 2019. También ha habido un giro desde la política de relajamiento cuantitativo a nivel global a una política de endurecimiento cuantitativo conforme el Banco Central Europeo ha finalizado su programa de compras y la Fed ha continuado disminuyendo su balance contable. Sin embargo, ahora parece que los bancos centrales están reconsiderando el camino hacia la normalización conforme el crecimiento económico parece menos cierto de lo que era hace sólo unos meses.
El factor final a considerar es el retorno de la volatilidad en el mercado de renta variable, que ha estado inactivo durante todo 2017, pero que regresó abruptamente en 2018, primero con un repunte en el mes de febrero antes de regresar a unos menores niveles a lo largo del segundo y del tercer trimestre. El cuarto trimestre marcó un nuevo régimen en la volatilidad del mercado, conforme la confluencia de las acciones de los bancos centrales, las tensiones comerciales y la incertidumbre política expusieron la fragilidad de un mercado de renta variable que no podía seguir soportando unas tensas valoraciones.
A este entorno con una mayor volatilidad, se le añade que el potencial del crecimiento de los beneficios parece estar desapareciendo y que los márgenes continúan en un unos niveles altos, quizá insostenibles. Se espera que el crecimiento del beneficio por acción caiga entorno a una cifra media de un solo dígito en 2019 mientras que los márgenes del beneficio por acción se enfrentan a vientos en contra por unos costes de endeudamiento más altos, así como a unas presiones salariales crecientes en un mercado laborar más ajustado. Las disrupciones en la cadena de suministros como resultado de las disputas comerciales entre Estados Unidos y China son una fuente adicional de tensión. Los beneficios son lo que realmente importan a los mercados de renta variable en el largo plazo, y puede que la economía y los mercados de capitales se estén adentrando en un entorno más difícil donde los beneficios se pueden estar adentrando a unos mayores vientos en contra a los que han tenido que experimentar en los últimos años. Con este telón de fondo, ¿cómo deberían preparar sus carteras los inversores?
La alineación es primordial
Dado el potencial para una economía y un entorno de mercado agitado en el futuro, un tema que en MFS Investment Management consideran importante es la alineación. La alineación con la tolerancia al riesgo, el horizonte temporal y los objetivos de rendimiento del inversor.
En MFS, también animamos a los inversores a mantener un horizonte de inversión en el largo plazo al estructurar sus carteras, 2018 fue un ejemplo de lo difícil que puede ser realizar predicciones en el corto plazo cuando los mercados cambian de buen tiempo a tormentas en el curso de un año. También destaca la importancia de desarrollar una estrategia de asignación de activos y cumplir con las reglas de rebalanceo y no dejar que el miedo a perder la oportunidad o el miedo a la volatilidad desvíe el rumbo.
Columna de Jonathan W. Hubbard, director ejecutivo del equipo de soluciones de inversión de MFS Investment Management.