En un entorno inflacionista y de crisis energética, la alta volatilidad de los precios de la energía ha puesto de manifiesto la creciente necesidad de eficiencia energética y de diversificar nuestras fuentes de aprovisionamiento.
Las ayudas de los estados a estas iniciativas son muchas y suponen un motor estructural de crecimiento a largo plazo. En Estados Unidos, las fuertes ayudas a empresas por importe de 369.000 millones de dólares para la transición energética con la Ley de Reducción de la Inflación son un gran viento de cola. En Europa, se espera que gracias al Pacto Verde Europeo se inviertan más de mil millones de euros a través de varios mecanismos de financiación de la UE para aumentar la cuota de energías renovables en 2030 al 45% y reducir el consumo final de energía para bajar al menos un 55% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, en comparación con los niveles de 1990.
El cambio climático es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo. A pesar de las promesas sin precedentes de los Estados Unidos y la UE, pero también de países como India y China, las estimaciones de temperatura para este siglo permanecen sin cambios en 2,7 grados Celsius. Promover el uso y consumo de energías renovables, reducir nuestro consumo de energía, hacer crecer la circularidad de nuestras economías reciclando más, optimizar el uso de recursos finitos como el agua y hacer que las ciudades sean más sostenibles, son los objetivos que debemos alcanzar para frenar materialmente el aumento de la temperatura.
Los avances tecnológicos en los últimos 20 años han permitido que la cantidad de energía recolectada de la energía solar en todo el mundo aumente más de 300 veces, principalmente a través de la disminución de los costes asociados con los paneles solares. Sin embargo, el avance de las renovables es todavía insuficiente, de ahí la necesidad de la eficiencia energética.
La eficiencia energética es más importante que nunca, en todas sus formas, incluidas las redes inteligentes, la electrificación, el aislamiento de los edificios y el transporte público. Vemos buenos catalizadores que respaldan a ese sector, desde edificios envejecidos que requieren renovaciones, hasta la creciente necesidad de eficiencia energética para las empresas industriales.
La gestión de recursos finitos para extender su ciclo de vida a través de una economía cada vez más circular también es clave para preservar la Tierra. Durante décadas, la cantidad total de desechos ha crecido en paralelo con el crecimiento económico, basado en el supuesto de que los recursos son abundantes, están disponibles y son baratos de desechar. Sin embargo, las tendencias muestran que la era de los recursos abundantes y baratos ha terminado. La reducción del uso de recursos a través de una economía más circular y, como tal, una mejor gestión de los recursos existentes, será clave para aumentar la productividad general de los recursos y mantener un crecimiento sostenible.
Por último, la movilidad sostenible también representa un factor importante para el crecimiento sostenible de nuestra economía. Según los economistas del Banco Mundial, el tráfico de pasajeros aumentará un 50% a 80 billones de pasajeros-kilómetros para 2030 en comparación con las cifras de 2017, mientras que el volumen de carga crecerá un 70%. Tal aumento en el tráfico requerirá que la industria del transporte sea más sostenible, ya sea a través de la conducción asistida, como más eficiente, a través de vehículos eléctricos y baterías o incluso mediante una planificación urbana más sostenible.
En Nevastar, encontrar soluciones de inversión innovadoras al cambio climático ha estado desde hace muchos años en el top de nuestra agenda de inversión, además con una metodología ESG transparente y robusta. En Nevastar queremos acercar a los clientes una solución de inversión “responsable” con foco en contribuir al desarrollo sostenible, que además genere unos rendimientos financieros interesantes. Para ello, buscamos beneficiarnos del enorme potencial que suponen esos compromisos globales de descarbonización a través de empresas fabricantes líderes de módulos solares, empresas de tecnología de construcción pura que ofrecen soluciones de construcción inteligentes y energéticamente eficientes, líderes del reciclaje de la economía circular, y fabricantes de chips clave para las industrias de vehículos eléctricos y energía renovable.
Como inversores a largo plazo no buscamos soluciones temporales de «transición» utilizando combustibles fósiles como el gas natural. Al mismo tiempo, reconocemos que las energías renovables no serán suficientes para cumplir con el objetivo del Acuerdo de París de mantener el aumento de la temperatura global media muy por debajo de 2 grados Celsius si nuestro consumo de energía y el uso de los recursos naturales no se reducen significativamente. Por ello, también invertimos en empresas que contribuyen no solo a la mitigación del clima, sino también al uso sostenible y la protección de los recursos naturales, la transición a una economía circular y la prevención de la contaminación. Se trata de compañías con balances sólidos, valoraciones atractivas y un fuerte crecimiento esperado de ingresos respaldados por una demanda creciente y unas fuertes tendencias seculares fruto de la necesidad de reducir la dependencia energética y, por último, como comentábamos anteriormente, con importantes incentivos económicos por parte de gobiernos de Estados Unidos y la UE.
Columna de Pilar Bravo. Nevastar Finance – NSF Climate Change+