El fuerte ascenso de los bonos a 10 años del Tesoro de EE.UU. que comenzó en diciembre se revertió en parte en la segunda mitad de enero, para cerrar el mes en el 4,54%. Este movimiento se inscribe en una tendencia alcista general en los bonos del Tesoro de EE.UU. que comenzó a finales del tercer trimestre del año pasado, cuando se hizo evidente que costaría que la inflación regresara al objetivo. De hecho, el IPC mensual ha subido gradualmente desde septiembre y el dato más reciente del mes de diciembre, que fue del 2,9%, fue un alivio para el mercado por no ser más alto y revivió las esperanzas de un recorte de tipos por parte de la Fed en enero.
Visto que la inflación, el crecimiento, el empleo y el consumo de los hogares emiten señales de fortaleza, los mercados han moderado sus expectativas de recorte de tipos hasta tan solo uno o dos durante los próximos doce meses, lo que equivale a un tipo terminal en torno al 3,5% o ligeramente superior. Aunque estas grandes cifras transmiten fortaleza, existen otras que sugieren unas perspectivas más dispares.
Los buenos datos de empleo se han concentrado en atención sanitaria, educación y administración pública. Los sectores cíclicos se han ralentizado y las tasas de bajas voluntarias han descendido durante la mayor parte del pasado año. Si las medidas de recorte del gasto del gobierno estadounidense se desarrollan, incluidos los despidos en el sector público, aumentarían las presiones sobre el empleo.
El consumo de los hogares ha estado movido por los grupos de rentas elevadas, que se han beneficiado de la subida de las bolsas y los precios de la vivienda, así como los tipos de interés más elevados sobre los depósitos y los activos líquidos. Para los segmentos de rentas medias y bajas, el ahorro acumulado durante el COVID se ha evaporado y la inflación se ha comido una parte mayor de su renta disponible. Estos grupos han pasado a comprar productos más baratos o han retrasado las grandes compras. Las tasas de morosidad en las tarjetas de crédito y los préstamos para la compra de automóviles se mueven en su nivel más alto de los últimos 14 años. Si aumentaran las dificultades en el mercado laboral, algo que podría manifestarse únicamente por debajo de las cifras generales, el gasto de los hogares se vería afectado.
Estas tendencias divergentes sugieren una economía a dos velocidades, denominada economía en K, donde no les va igual a todos los grupos. Los rendimientos más altos en los bonos agravarían esta tensión, ya que se encarece el coste de las refinanciaciones y el servicio de la deuda para las empresas y las familias (los pagos de las hipotecas residenciales estarían relativamente aislados del ascenso de los bonos, por los vencimientos más largos de los préstamos, pero eso también significa que los estímulos monetarios por la vía de los tipos de interés más bajos tendrían un efecto más limitado). Una preocupación a más largo plazo es el efecto de los rendimientos más altos en los bonos sobre el déficit presupuestario, que crecería con el paso del tiempo y traería consigo más emisiones de deuda, lo que agravaría aún más el déficit.
En los mercados de renta fija, con el bonos a 10 años del Tesoro de EE.UU. por encima del 4,5%, es un momento oportuno para elevar la duración en dólares en las carteras, sobre todo a la vista de la incertidumbre en la esfera política y las relaciones internacionales y de que los rendimientos generalmente han descendido desde estos niveles durante los últimos dos años. En los mercados de deuda corporativa, los diferenciales se mueven en niveles extremadamente bajos, aunque los rendimientos “todo incluido” siguen siendo atractivos desde una óptica histórica. En este entorno de mercado, preferimos la deuda corporativa de mayor calidad a la vista de su perfil riesgo-recompensa y sus características más defensivas.
Tribuna de Steve Ellis, CIO global del área de Renta Fija de Fidelity International