Después de caer en la primera mitad de mayo, el bono a 10 años de EE.UU. subió durante la segunda mitad del mes para cerrar el periodo en el entorno del 4,6%. Como sospechaba, los bonos del Tesoro estadounidense se han mantenido dentro de un canal estrecho debido a los encontronazos entre la política monetaria y presupuestaria en EE.UU. Por otro lado, los activos de riesgo no dejan de dar alegrías. Las bolsas siguieron subiendo a lo largo del mes de mayo y a comienzos de junio, registrándose nuevos máximos históricos en el S&P 500 y el Nasdaq. Haciendo un análisis somero, eso apunta a unas perspectivas favorables para la economía, aunque yo sugeriría cierto escepticismo.
La fortaleza de los activos de riesgo queda en entredicho por la falta de amplitud. Si comparamos el S&P 500 con un índice equiponderado, vemos que la amplitud del mercado está en su nivel más bajo desde el punto álgido de la crisis financiera mundial y es más baja que en el momento en que estalló la pandemia de COVID. En otras palabras, el comportamiento de las bolsas está concentrado en un puñado de valores y, más concretamente, en torno a la temática de la IA.
Además, hemos visto que la liquidez aumentaba en mayo, y eso está transmitiéndose a los mercados financieros. La Cuenta General del Tesoro (TGA) es la que utiliza el gobierno de EE.UU. para pagar los gastos del país y el nivel de fondos en esta cuenta afecta a las reservas en el sistema financiero. La TGA se situaba en 941.000 millones de dólares a finales de abril después de inflarse con los ingresos tributarios, pero durante el mes de mayo descendió 235.000 millones de dólares, lo que indica que el gobierno inyectó liquidez en la economía. Esta retirada de fondos de la TGA impulsa la oferta monetaria y parte termina llegando a los mercados financieros, lo que tira al alza de los activos de riesgo.
Otra dinámica de la liquidez es el nivel de la línea de repos inversos a un día de la Fed. Esta línea puede entenderse como un indicador del excedente de reservas en el sistema financiero y de la evolución de las condiciones generales de liquidez. Esta línea ha caído por debajo de 400.000 millones de dólares, cuando hace un año superada los 2 billones. Este rápido descenso podría plantear un riesgo para el funcionamiento fluido del sistema financiero. De hecho, la Fed podría haberlo tenido en cuenta cuando anunció el mes pasado que reduciría el ritmo de endurecimiento cuantitativo de 60.000 millones de dólares al mes en bonos del Tesoro de EE.UU. hasta 25.000 millones de dólares. Sin embargo, eso tal vez no sea suficiente y podríamos ver pronto otro cambio en esta cifra.
Hacer un seguimiento de las condiciones de liquidez durante el verano y el otoño será importante para entender la trayectoria de los mercados financieros. No queda mucho gasto público pendiente y, ante el actual endurecimiento de la política monetaria, las presiones deflacionistas podrían aparecer y lastrar los activos de riesgo. Sin embargo, la campaña de las presidenciales estadounidenses estará pronto a pleno rendimiento y podríamos ver más gasto vinculado a las elecciones y, al mismo tiempo, más atención al déficit presupuestario por parte del mercado de renta fija.
Tribuna de opinión de Steve Ellis, CIO global del área de Renta Fija
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