El año ha arrancado con fuerza en muchos de los índices bursátiles de los mercados desarrollados, con el S&P 500 marcando nuevos máximos históricos. Algunos inversores podrían estar empezando a imaginar en silencio un escenario “ni muy frío ni muy caliente” en el que el crecimiento se mantiene y la inflación está controlada, creando así unas condiciones propicias para las rentabilidades bursátiles.
La realidad es que están surgiendo divergencias en el mercado y que la mera exposición al índice que funcionó en periodos posteriores a la crisis financiera mundial tiene pocas probabilidades de ser eficaz ahora. En un mundo caracterizado por una inflación más elevada y unos tipos de interés más altos, la selección de valores adquiere una mayor importancia.
En enero, solo subieron cinco de los 11 sectores del S&P 500 y el grupo de los Siete Magníficos representó casi la mitad de las ganancias del índice, pero esta proporción habría llegado al 71% si la acción de Tesla no se hubiera depreciado un 25%. La dependencia de los titanes tecnológicos, a menudo provocada por la efervescencia en torno a la IA, hizo que la amplitud del mercado descendiera en enero y entrara en territorio negativo. Únicamente 224 de los 500 emisores subieron, frente a los 416 de diciembre. Eso deja al mercado estadounidense en una situación de vulnerabilidad ante las decepciones si los líderes fallan. Las carteras relativamente menos concentradas que el conjunto del índice podrían ofrecer mejores rentabilidades ajustadas al riesgo a lo
largo del tiempo.
El ciclo electoral estadounidense arranca de verdad en verano y para el nuevo enfrentamiento entre Trump y Biden faltan todavía meses. Aunque no está asegurada la victoria de los republicanos, una cuestión clave es cómo podría afectar la presidencia de Trump a los programas de gasto público del presidente Biden. Los republicanos han expresado públicamente su deseo de derogar la Inflation Reduction Act (IRA), la ley estrella de Biden que ofrece grandes desgravaciones fiscales a proyectos de energías limpias, entre otras. Los republicanos argumentan que las desgravaciones fiscales de esta ley han ayudado a avivar la inflación. Sin embargo, los datos muestran que los estados republicanos se han beneficiado más que los demócratas de las desgravaciones fiscales de la IRA, que ha creado empleo e ingresos fiscales en dichos estados. Eso podría significar que la propuesta de derogación de esta ley podría no recibir apoyo de los senadores estatales.
El buen comienzo de año en EE.UU. contrasta con el mal tono de Europa, que tiene que lidiar con un crecimiento inexistente y una inflación aún elevada. Dentro de las acciones europeas, los valores de pequeña y mediana capitalización, que históricamente han cotizado con prima frente a los grandes valores, ya no están en esta situación, lo que hace que las empresas más pequeñas sean potencialmente atractivas a largo plazo, aunque en este segmento se necesita un enfoque más selectivo. De hecho, los valores de pequeña y mediana capitalización han ido claramente por detrás del conjunto de las bolsas durante los últimos meses. Eso significa que, por primera vez en 20 años, la prima de valoración de las acciones de pequeña y mediana capitalización se ha erosionado. Ello es debido a problemas cíclicos, al entorno de tipos de interés más altos y a la debilidad de la economía. Las empresas más pequeñas se enfrentan
a la doble presión de la atonía de los volúmenes y la refinanciación de la deuda a tipos más altos. Sin embargo, las valoraciones se mueven actualmente en niveles que históricamente se han traducido en rentabilidades superiores sustanciales.
Aunque, en conjunto, no somos especialmente alcistas a corto plazo, estamos atentos a las señales de mejoría de los obstáculos cíclicos, lo que podría provocar una revisión al alza de las valoraciones de las empresas de pequeña capitalización. La posibilidad de recortes de los tipos de interés y las esperanzas de recuperación económica también dan motivos a los inversores para
replantearse las asignaciones a los valores de pequeña y mediana capitalización, manteniendo al mismo tiempo el rigor a la hora de buscar empresas de calidad con rasgos de crecimiento subestimados, rentabilidades sobre el capital superiores a la media y credenciales ESG sólidas o en fase de mejora.
Las acciones indias cotizan a 21,5 veces los beneficios, frente a las 8,2 veces los beneficios en China, lo que se aproxima a su mayor brecha de valoración de siempre entre las dos mayores economías emergentes. Esta brecha demuestra el valor que los inversores están concediendo a la mejora de las perspectivas de beneficios de la India, a pesar de las bajas cotizaciones que se encuentran en China.
La India cuenta con unas innegables perspectivas de crecimiento y un floreciente mercado de consumo, pero los múltiplos se acercan a los del S&P 500, por lo que los inversores deberían ser precavidos. La India constituye una alternativa de alto crecimiento a China merced a un floreciente sector del consumo, aunque existen riesgos en forma de acciones sobrevaloradas, elecciones inminentes e incertidumbre normativa. Algunos influyentes analistas de sociedades de valores también han calificado a la India como el destino preferente para la inversión durante la próxima década, lo que ha ayudado a atraer inversión extranjera.
Entretanto, China presenta un descuento enorme debido a sus permanentes tribulaciones económicas. China cuenta con algunas empresas líderes mundiales que ofrecen innovación y competencias técnicas y que podrían aumentar su cuota de mercado, mientas que las condiciones siguen siendo difíciles y pueden comprarse muy baratas. Los sectores fragmentados, como los materiales de construcción, son propicios para nuevos movimientos de concentración y la atención sanitaria brinda oportunidades en líneas de productos con bajas tasas de penetración.
A mediados de enero, la India llegó a superar brevemente a Hong Kong para convertirse en el cuarto mayor mercado bursátil del mundo y los analistas de Morgan Stanley predicen que se convertirá en el tercero de aquí a 2030. Por el contrario, China se enfrenta a diversos problemas, como unas malas perspectivas económicas, presiones regulatorias y constantes
fricciones geopolíticas con EE.UU
Japón tiene unas perspectivas prometedoras a la luz de sus esfuerzos por mejorar la retribución al accionista mediante una mejor asignación del capital. Sin embargo, las valoraciones han dejado de estar baratas para ser razonables, lo que obliga a los inversores a aplicar un mayor grado de discernimiento.
Tribuna de opinión de Timothy Orchard, responsable de renta variable de Fidelity International.