Durante los dos trimestres anteriores, mis compañeros y yo hemos estado intentando navegar a nuestra manera la “policrisis”, la confluencia de presiones que creemos que podrían obligar a los bancos centrales a un ajuste excesivamente duro, desencadenando recesiones agudas. Esa policrisis ha dejado ahora a los mercados oscilando entre la resiliencia y la fragilidad: con liquidez abundante y mercados laborales robustos por una parte, pero con efectos de la política monetaria que han llegado con retraso y condiciones de crédito más duras por el otro.
Nuestra previsión para el tercer trimestre destaca tres temas clave que esperamos que dominarán todo el trimestre. El primero se llama “resiliencia ahora, fragilidad más tarde”.
La “recesión más anticipada de la historia” aun no ha llegado. El exceso de ahorro acumulado durante la pandemia, así como las continuas tensiones en los mercados laborales, hacen que las condiciones financieras estén tardando más de lo previsto en hacer mella. Pero esa recesión llegará cuando los efectos retardados de las políticas acaben por hacerse sentir. Resistir ahora es sembrar la semilla de la fragilidad para más adelante.
Pensamos que el resultado más probable será una recesión cíclica, en la que el desempleo en EE.UU. suba hasta el 4,4%- 6,5% a lo largo de los próximos doce meses. Un soft landing ahora parece inalcanzable.
Hemos llamado al segundo tema “la larga partida de China”. Tras un inicio fulgurante, la recuperación de China tras el final de su política covid-cero está decepcionando a los inversores. Las estimaciones de beneficios van a la baja, el desempleo juvenil está en máximos históricos y los consumidores chinos no han reanudado su afán de gasto.
Esto no significa que la recuperación de China se haya agotado. Quizás no sea una sorpresa que la confianza del consumidor sea baja, después de tres años de restricciones severas. Y hay otros factores positivos, incluyendo las políticas monetarias y fiscales acomodaticias y la mejora del contexto regulatorio. Es posible que pronto lleguen más medidas de estímulo. Entre tanto, la disyuntiva entre las expectativas del mercado y la realidad de la recuperación ha dejado a la renta variable china cotizando con un importante descuento.
Finalmente, el tercer tema es la estabilización del sentimiento corporativo. A principios de año nuestros analistas habían observado que había empeorado el sentimiento de las compañías que seguían, haciendo que nos preguntásemos si el sentimiento corporativo se estaba estancando o tan solo descansando. El repunte de junio sugiere lo segundo, especialmente ya que parece haberse evitado un colapso total del sector financiero.
Sin embargo, vemos la mejoría del sentimiento de los equipos directivos como un posible signo de complacencia, dado el retraso en materializarse de la política monetaria. Las presiones persistentemente altas sobre los costes salariales en los mercados desarrollados sugieren que los bancos centrales están lejos de haber acabado, incluso aunque los costes no laborales probablemente retrocedan a terreno negativo en este trimestre. La mayoría de nuestros analistas todavía anticipa una recesión en los próximos doce meses.
Tribuna de Andrew McCaffery, director de inversiones de Fidelity International.