Nunca he gestionado activos sabiendo qué va a pasar en los 12 meses siguientes. Puedo manejar una visión, pero invertir bien requiere disciplina, una mente abierta y estar preparado para reaccionar ante los hechos conforme van cambiando.
A menudo resulta difícil comprender las grandes mutaciones económicas, sociales o políticas hasta que ya están en marcha y las nuevas tendencias están consolidadas. Nos encontramos en los primeros compases de un profundo cambio de régimen: desde la inflación baja y los tipos de interés en descenso hasta algo diferente. Ese algo diferente vendrá acompañado de una mayor volatilidad económica y la prima de riesgo por mantener activos será, por lo tanto, más alta.
Esperamos que los tipos de interés tiendan al alza y que las rentabilidades sobre el capital estén mucho más diferenciadas entre países y regiones. En este entorno, me parece más útil considerar diferentes escenarios, es decir, las trayectorias alternativas que las economías y los mercados podrían describir. Mis compañeros y yo hemos estimado la probabilidad de cada escenario, lo que nos permite estar preparados y detectar, conforme va pasando el tiempo, las señales que confirman o desmienten un desenlace dado, para así adaptarnos en consecuencia.
En nuestras Perspectivas para el próximo año, planteamos los cuatro escenarios macroeconómicos en los mercados desarrollados que pensamos que los inversores deberían tener en mente a medida que avance 2024, mientras que nuestros responsables de inversiones explican qué consecuencias tendría cada uno de ellos para su clase de activo.
¡Vaya año nos espera! La ronda de elecciones que se celebrarán en todo el mundo será excepcional en 2024 y coincide con un renovado interés por la política presupuestaria. Existe voluntad política de mantener déficits presupuestarios elevados e intervenciones de los estados en diferentes formas. Los mercados comenzarán a exigir un precio más alto por ese gasto.
En 2024 vamos a hablar largo y tendido sobre el coste del capital, tanto para las empresas como para los estados, y no solo sobre lo que provocarán los costes por intereses a corto plazo.
Las elecciones más importantes serán, naturalmente, las estadounidenses. El país lleva mucho tiempo siendo un destino para los capitales que buscan refugio y un sitio donde aparcar los frutos de los superávits comerciales, lo que ayuda a financiar el gasto público y privado. En un mundo donde se repatrían industrias y cae la demanda china de productos estadounidenses, el denominado “privilegio desorbitado” que conlleva emitir la moneda de reserva del mundo parece estar menguando. Estas grietas podrían ampliarse fácilmente en 2024 y tentar a la Reserva Federal con pausar o incluso dar marcha atrás a sus medidas monetarias, como el endurecimiento cuantitativo.
El ciclo de China se encuentra en otro punto, lo que tiene implicaciones para otras economías asiáticas que pueden beneficiarse de la demanda del país. Nuestras Perspectivas para 2024 presentan diferentes escenarios aquí también. Entretanto, Japón, al igual que las economías occidentales, está adaptándose al final de una era y al arranque de otra.
Tal vez el mayor cambio de todos son los esfuerzos para edificar un mundo más sostenible y el trabajo de las autoridades para empujar a las empresas y a los inversores con más fuerza hacia una economía de transición. En 2024, y en años venideros, seguirá siendo importante dialogar con el amplio elenco de reguladores y asociaciones sectoriales mediante una “administración responsable en todo el sistema”.
El mundo siempre es incierto, pero este es uno de esos periodos en los que no resulta exagerado utilizar el término “cambio de régimen”. Los inversores tendrán que ser ágiles en 2024 y estar listos para lidiar con los vaivenes que precederán a la materialización del escenario real.
Tribuna de opinión de Andrew McCaffery, CIO global del área de Gestión de Activos de Fidelity International.
Puede consultar las Perspectivas 2024 de Fidelity al completo a través de este enlace.