Las bolsas de China continental han caído con fuerza durante el mes de agosto, periodo en el que el índice CSI 300 ha perdido un 7,7% desde el máximo alcanzado durante las alzas que siguieron a la reunión del Politburó del pasado 25 de julio. El índice Hang Seng de Hong Kong ha entrado en un mercado bajista, ya que pierde en 22% desde los máximos de enero de este año (fuente: Fidelity International, 21 de agosto de 2023). Y el yuan se ha depreciado frente al dólar hasta niveles observados durante el apogeo de los confinamientos por el COVID-19. A pesar de esta agitación, es importante que los inversores no pierdan de vista el contexto general y las posibilidades de encontrar oportunidades de inversión a largo plazo.
Los inversores que recalibran sus expectativas en relación con el crecimiento del PIB y las medidas de estímulo, tras una racha de malos datos económicos y reactivación de las tensiones en el sector financiero e inmobiliario, han contribuido a la debilidad mostrada recientemente por el mercado. Sin embargo, bajo esta coyuntura compleja subyacen razones que invitan a los inversores activos a ser cautelosamente optimistas.
Actualmente, las acciones chinas están baratas desde una óptica histórica y comparadas con otros mercados de Asia. Por ejemplo, el PER a un año del MSCI China se sitúa en 10 veces, frente a la media de 11,4 de los últimos 10 años. Este nivel se acerca al descuento más grande frente al resto de Asia registrado durante los últimos 20 años. Además, el ciclo de beneficios empresariales ha tocado fondo en la mayoría de los sectores y se prevé un crecimiento de los beneficios de dos dígitos en el MSCI China en 2023 y 2024, atendiendo a la mediana de las estimaciones de consenso.
Sin embargo, conviene mantener la cautela, como siempre. Aunque los indicadores globales muestran la valoración del mercado y las tendencias de los beneficios, pasan por alto la gran variedad de dinámicas que encierra la bolsa china. Esta diversidad pone de relieve el potencial para aportar valor de las estrategias de inversión activas y fundamentales. El gobierno equilibrará los objetivos a corto y largo plazo. Dos factores cruciales sugieren un posible suelo para las caídas del mercado y perspectivas de recuperación. En primer lugar, el gobierno ha apostado claramente por infundir confianza en los inversores y apoyar la economía con medidas sostenidas y amplias. Aunque el papel de las autoridades es importante, los inversores no deben perder de vista que el gobierno se ha fijado como meta equilibrar sus objetivos económicos a corto y largo plazo.
Los esfuerzos del gobierno por apuntalar el sector inmobiliario, como los tipos hipotecarios más bajos y la flexibilización de los requisitos para la compra de vivienda, contribuyen a ello. Otras ayudas directas a los hogares, como los ajustes de los tipos hipotecarios, podrían estimular considerablemente una recuperación impulsada por el consumo. Sin embargo, se impone la cautela a la hora de invertir en promotoras inmobiliarias, sobre todo privadas, mientras el mercado físico siga dando muestras de debilidad. Es improbable que los estímulos sean cuantiosos y un enfoque bien delimitado está en consonancia con el desplazamiento de los motores económicos desde las infraestructuras y los inmuebles hacia la fabricación y el consumo.
En segundo lugar, los estudios llevados a cabo sobre el terreno por los gestores y analistas de Fidelity revelan que algunos sectores y empresas son más resistentes de lo que sugieren los indicadores macroeconómicos generales y que los argumentos para invertir en oportunidades a largo plazo siguen siendo sólidos. Incluso en una economía en fase de desaceleración, la consolidación sectorial continúa y los líderes se aseguran mayores cuotas de mercado. Ahora pueden encontrarse empresas que se benefician de la sustitución por productos nacionales, el ascenso por la cadena de valor y el poder de fijación de precios a niveles de valoración más atractivos.
La demanda de consumo contenida sigue ahí y los consumidores ahora disponen de muchas más opciones a diferentes precios, por lo que pueden gastar en lo que desean con más precisión. Las tendencias como el gasto en experiencias, la atención a la salud y la premiumización siguen afianzándose. El segmento de gama baja del consumo resiste claramente y se observan señales de recuperación en los productos de lujo. Los servicios financieros, especialmente los seguros, siguen beneficiándose del aumento de las tasas de penetración. Las empresas que ofrecen un valor real al consumidor, que poseen marcas fuertes y comunican eficazmente con los compradores pueden seguir creciendo.
El impresionante ritmo de innovación de China, sumado a las oportunidades en materia de automatización generadas por el envejecimiento poblacional y la transición energética, siguen creando interesantes oportunidades de inversión. Muchas de estas se encuentran en industrias básicas que revisten una importancia estratégica para la agenda global del gobierno.
En conclusión, aunque las turbulencias recientes del mercado son perturbadoras, las valoraciones atractivas, los compromisos del gobierno y las medidas de estímulo específicas alientan la esperanza de una recuperación moderada. A pesar de los retos, creemos que las perspectivas de crecimiento de China hacen sombra a las de muchos otros países. El gigante asiático sigue siendo un terreno abonado para la inversión a largo plazo, gracias a una clase media en auge, el aumento de la renta y la innovación tecnológica.
Tribuna de Martin Dropkin, Responsable de renta variable para Asia-Pacífico.