Los inversores se enfrentan a un contexto de mercado difícil ahora que las políticas anticíclicas de los bancos centrales han provocado la ruptura de las correlaciones tradicionales entre las clases de activos. En particular, la tradicional correlación negativa entre las rentabilidades de las acciones y los bonos se ha invertido (figura 1), lo que complica los procesos de configuración de las carteras. Esperamos que los mercados de renta fija sigan siendo volátiles ante las persistentes presiones inflacionistas, las expectativas de tipos de interés “más altos durante más tiempo” y el consiguiente nerviosismo de los inversores en torno a la posibilidad de nuevos sucesos como las recientes turbulencias en el sistema bancario estadounidense.
Los rendimientos de los bonos han marcado máximos de diez años y los tipos de los bancos centrales parecen estar tocando techo. Si esos mismos bancos centrales consiguen tomar las riendas de la actividad económica y mantener la estabilidad estructural de los precios, las características de diversificación de los bonos (frente a las acciones) probablemente regresen. En este sentido, los activos de renta fija ofrecen un punto de entrada atractivo no solo de forma independiente, sino también en el contexto de las carteras mixtas por sus posibles ventajas de diversificación a largo plazo. Por lo tanto, los inversores deberían replantearse sus asignaciones a renta fija, incluidas sus elecciones en materia de estrategias y vehículos de inversión.
En contraste con la renta variable, los mercados de renta fija siguen siendo relativamente opacos, con un elevado porcentaje de operaciones extrabursátiles e información limitada sobre los emisores. Esta falta de transparencia merma la eficiencia de los mercados de renta fija pero significa que ofrece a los gestores activos oportunidades para generar alfa. A pesar de ello, desde la crisis financiera mundial los inversores han preferido los instrumentos pasivos de bajo coste, como los ETFs de renta fija que replican índices, para obtener exposición a estos mercados.
En el entorno actual de tipos elevados, que podría terminar incrementando los impagos, se necesita un enfoque más exigente. Está cobrando mayor protagonismo un tercer enfoque de inversión “híbrido” que fusiona el coste competitivo de las soluciones pasivas con el potencial de alfa y las consideraciones de riesgo de sus homólogos de gestión activa. Una expresión única de este enfoque la encontramos en los ETFs de renta fija de Fidelity (figura 2), que tienen unos costes competitivos y han sido diseñados para ofrecer las exposiciones específicas que necesitan los inversores, ya sea como soluciones independientes o como componentes de la asignación de activos.
Estos ETFs van más allá de la réplica de los índices y aplican procesos transparentes de selección de títulos basándose en señales cuantitativas tomadas del galardonado enfoque crediticio multifactorial de Fidelity. Sus procesos de inversión seleccionan y ponderan cuidadosamente los emisores y los bonos individuales, utilizando al mismo tiempo técnicas de estructuración de carteras de riesgo gestionado para elevar al máximo el peso de la selección de títulos como el factor predominante del riesgo y la recompensa (reduciendo al mínimo la exposición a factores de riesgo indeseados como los relacionados con la duración, la sensibilidad al mercado, la distribución sectorial o geográfica, etc.). Su objetivo es generar rentabilidades superiores frente a un índice de referencia sin desviarse de la beta de forma considerable frente a sus índices subyacentes (es decir, replicando de forma estrecha las exposiciones generales de riesgo).
Muchos inversores que buscan capacidades sostenibles esperan que su solución incorpore un umbral mínimo. Por consiguiente, nuestros ETFs de renta fija con gestión activa integran completamente las evaluaciones de sostenibilidad en sus procesos de inversión, incluidas las consideraciones relacionadas con el clima. Cada uno de ellos aplica una estrategia de diálogo en torno a la sostenibilidad en relación con las exclusiones, aprovechando recursos como el amplio acceso a las empresas de Fidelity, su programa estructurado de diálogo activo con las empresas y sus calificaciones ESG prospectivas de elaboración propia. Sin embargo, los ETFs también aplican diversas exclusiones en función de principios de sostenibilidad específicos que se guían por convenciones y reglamentos internacionales, como los infractores del Pacto Mundial de la ONU.
Artículo 9 del SFDR: La mayoría de escuelas de pensamiento consideran que el cambio climático es una amenaza existencial para la humanidad y, por lo tanto, los riesgos climáticos tienen una incidencia cada vez mayor en las presiones sociales, políticas y reglamentarias. Los bonos, que son una de las mayores fuentes de financiación a escala mundial, también deben desempeñar un papel crucial para conseguir los objetivos climáticos. Por ello, estos ETFs han sido diseñados para hacer hincapié en las consideraciones climáticas.
Acogidos al artículo 9 del SFDR, los Fidelity Sustainable Global Corporate Bond Paris-Aligned Multifactor UCITS ETFs en USD y EUR y el Sustainable Global High Yield Bond Paris-Aligned Multifactor UCITS ETF están diseñados para mostrar unas credenciales de sostenibilidad sobresalientes y conseguir una reducción importante de la huella de carbono de su cartera. Cada ETF está vinculado a un índice de referencia y a un marco de inversión que cumplen con el Acuerdo de París (Paris Aligned Benchmark, PAB). Esta estructura aspira a mantener el calentamiento global por debajo de 2 °C por encima de los niveles preindustriales, preferiblemente en 1,5 °C, y permite a los inversores hacer un seguimiento de la evolución de los parámetros ESG de sus inversiones a lo largo del tiempo mediante objetivos precisos.