2020 ha sido uno de los años más excepcionales que se recuerdan. Ha servido como recordatorio de que las crisis pueden golpear en cualquier momento y que cada una es diferente. Así pues, ahora que nos acercamos a 2021 estoy ponderando el reciente optimismo de los mercados con cautela.
La crisis del coronavirus desencadenó el mercado bajista más rápido de la historia y dio paso al rebote más veloz, impulsado por una respuesta monetaria y presupuestaria sin precedentes. Estamos a punto de entrar en 2021 y la recuperación mundial pende de un hilo. Los bancos centrales continuarán haciendo el grueso del trabajo pesado para la economía si los estímulos presupuestarios resultan ser relativamente modestos.
Las vacunas están aquí, pero el daño económico infligido por el virus está haciéndose más evidente. A medida que se asienta esta realidad económica, los inversores podrían empezar a preguntarse si la respuesta de las autoridades es adecuada o si ha sido exagerada y amenaza con generar más inflación de la deseada. Si alguna vez ha habido un momento para ser ágiles y estar genuinamente diversificados entre regiones y clases de activos, ese momento será 2021, un año que debería demostrar la valía de este enfoque.
El optimismo del mercado y la realidad económica
En 2020 los inversores eligieron invariablemente creer en el escenario más optimista, animados por la liquidez de la Fed y otros grandes bancos centrales. Me preocupa que este optimismo no se corresponda con la realidad económica de 2021. Se ha adelantado un enorme volumen de inversión para sostener unas economías vapuleadas y, dado que es probable que el Congreso de EE.UU. esté dividido, un paquete de estímulos presupuestarios más reducido podría significar una recuperación más lenta. A corto plazo, existe el riesgo de recaída en la recesión en EE.UU. si se imponen más restricciones para luchar contra el virus mientras el mundo espera a que las vacunas se distribuyan entre la población.
Las valoraciones de algunos megavalores estadounidenses parecen desconectadas de la realidad y algunas acciones cotizan a más de 100 veces los beneficios. A menos que estos últimos cumplan con las expectativas actuales en 2020 y 2021, estos valores son vulnerables. Una posible corrección podría tener un impacto desproporcionado en el conjunto del mercado pues los gigantes tecnológicos suponen ya más de una quinta parte del índice.
Sin embargo, bajo la superficie existe un abanico de posibilidades donde las valoraciones presentan divergencias debido a la pandemia y las tendencias a largo plazo. Los inversores tal vez tengan que actuar rápido para aprovechar estas gangas en lo que sigue siendo un mercado con fuertes alternancias entre la tolerancia y la intolerancia al riesgo. Dependiendo de la evolución del virus, de la vacuna y de la posible respuesta de las autoridades, podrían producirse fuertes rotaciones desde los valores no cíclicos hacia los cíclicos o a la inversa, aunque los bancos y las petroleras seguirán sufriendo presiones estructurales.
Mayor sensibilidad a la inflación
Los límites a los estímulos presupuestarios parecen haber contenido hasta ahora el riesgo de un aumento de la inflación, pero las perspectivas desinflacionistas actuales podrían cambiar rápidamente si la velocidad de circulación del dinero aumenta, si se produce escasez en la economía real o se registra un crecimiento mejor de lo previsto, motivado posiblemente por la distribución acelerada de las vacunas.
Además, la Fed ha indicado que su intención es tolerar una inflación moderadamente por encima del objetivo hasta que EE.UU. se aproxime al pleno empleo antes de considerar un endurecimiento de su política. Los bancos centrales de otros países desarrollados también están virando hacia una política estructuralmente más expansiva.
Formas de diversificar
A medio plazo, esperamos que la debilidad del dólar continúe mientras la Fed mantenga el sesgo expansivo. Eso será positivo para los mercados no estadounidenses, especialmente Asia. China, que mantiene la política monetaria en un terreno más neutral, ha instado a los bancos a que sean benévolos con las empresas que sufren a causa del virus y está impulsando las reformas internas. Eso debería estabilizar los beneficios en 2021 y podría ofrecer cierta diversificación a los inversores internacionales.
Las exposiciones a las materias primas, las divisas y los mercados no cotizados, donde el riesgo asumido podría cosechar mejores recompensas, también pueden ayudar a diversificar el riesgo y elevar las rentabilidades si la recuperación es desigual, especialmente si la deuda pública de los mercados desarrollados defrauda las expectativas y se comporta más como un pasivo que como un activo dentro de los marcos tradicionales de asignación de activos.
El cambio climático se perfila como una prioridad
Después de un año en el que los factores sociales han protagonizado las agendas de los gobiernos y las empresas, el cambio climático se perfila como la prioridad en materia de sostenibilidad en 2021, reforzada por el Green Deal de la UE y el apoyo explícito del presidente electo estadounidense Joe Biden. Las expectativas son altas en cuanto a lo que se podría conseguir para acelerar la descarbonización en la cumbre del cambio climático de la ONU a finales de 2021.
En Fidelity International, las consideraciones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) forman parte integrante de nuestro proceso de inversión ascendente y se expresan en las calificaciones ESG que asignamos a las compañías. Las empresas que se tomaron en serio la dimensión ESG destacaron durante y después de la crisis. Cuanto más hagan lo correcto las compañías, más capitales estables atraerán, lo que se traduce en mejores resultados para el negocio, para los inversores y para la sociedad.
Para concluir, la incertidumbre en torno a los plazos de distribución de las vacunas, el efecto de los estímulos monetarios y presupuestarios, así como el crecimiento de los beneficios, podrían provocar picos de volatilidad bursátil en 2021. Cuando surge una crisis también surgen oportunidades, pero cuando los mercados muestran un optimismo tan manifiesto, no bajo la guardia ante lo mucho que va a tener que demostrar la realidad.
Columna de Andrew McCaffery, CIO global del área de Gestión de Activos de Fidelity International.
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