Los primeros nueve meses de 2020 se han caracterizado por la crisis de la COVID-19, que ha provocado fuertes sacudidas en los mercados, grandes cambios en las políticas monetarias y presupuestarias y unas perspectivas económicas particularmente sombrías. Este periodo ha albergado el primer hundimiento generalizado —y posterior recuperación— de los mercados en la era de la inversión sostenible y, por tanto, brindado un terreno propicio para analizar la relación entre sostenibilidad y rentabilidad.
En un reciente estudio, Fidelity International ha evaluado las rentabilidades de la inversión atendiendo a sus propias calificaciones ESG, comparándolas con el índice MSCI All Country World. Los resultados muestran que las empresas en la parte alta de nuestra escala de calificaciones ESG (A y B) superaron a las que poseen calificaciones más bajas (D y E) todos los meses entre enero y septiembre de este año, exceptuando abril. La diferencia acumulada en las rentabilidades relativas de los dos grupos se amplió hasta el 17% durante ese periodo.
Analizando en mayor profundidad los resultados, hemos visto que los grupos con calificaciones más altas cayeron menos cuando los mercados se hundieron, pero también subieron menos que los valores con calificaciones ESG más bajas cuando se produjo la recuperación en abril. Este mejor comportamiento relativo durante una caída acusada y peor comportamiento relativo durante un fuerte rebote de los mercados sugiere que los valores con calificaciones ESG más altas también tienen un factor de beta baja y alta calidad, además de ser menos propensos a sufrir la volatilidad del conjunto del mercado.
También observamos una relación lineal entre los grupos formados por las calificaciones ESG, de tal modo que cada grupo batió al de calificación inferior desde la A hasta la E en el periodo de nueve meses analizado. Este hecho confirma la hipótesis de la que partíamos, a saber, que las empresas con buenas características de sostenibilidad cuentan con directivos más prudentes y demostrarán una mayor resistencia ante una crisis.
Comparamos la evolución de 2.659 empresas cubiertas por nuestros analistas de renta variable, además de 1.450 en renta fija, usando el sistema propio de calificaciones ESG de Fidelity International. Descubrimos que la sólida correlación positiva entre el comportamiento relativo de una empresa en los mercados y su calificación ESG se sostenía claramente en el periodo más largo de nueve meses.
Las empresas en la parte alta de nuestra escala de calificaciones ESG (A y B) superaron a las que poseen calificaciones más bajas (D y E) todos los meses entre enero y septiembre, exceptuando abril. En el periodo de nueve meses, los valores con calificación A batieron al MSCI AC World, mientras que la relación lineal entre los grupos formados por las calificaciones ESG del estudio anterior -en la que cada grupo batió al de calificación inferior desde la A hasta la E- también se sostuvo en el periodo de nueve meses.
En general, pudimos constatar la relación entre las calificaciones ESG elevadas y las rentabilidades durante un hundimiento y posterior recuperación de los mercados, lo que apoya la idea de que el énfasis de una empresa en la sostenibilidad es un indicio fundamental de la calidad de sus órganos de administración y dirección.
- Renta variable
La súbita caída de los mercados entre febrero y marzo fue impactante por su gravedad y se sintió en todo el mundo. Por ejemplo, en EE. UU. solo hicieron falta 16 sesiones para que el S&P 500 cayera un 20% desde los máximos de febrero, dando lugar al mercado bajista más rápido de la historia estadounidense.
La recuperación ha sido igual de impresionante y ha dejado el índice MSCI All Country World en el mismo nivel al que empezó el año. Durante este periodo, las cotizaciones de las empresas con una calificación de sostenibilidad de Fidelity elevada (A) se anotaron una rentabilidad equiponderada positiva del 0,4%, superando así al índice de referencia internacional, mientras que las empresas con calificaciones entre B y E se depreciaron. Aunque cada grupo superó al grupo inmediatamente inferior en la escala de calificaciones, es importante señalar que la mayoría de los grupos se comportaron peor que el índice MSCI debido a las abultadas ganancias del sector tecnológico durante 2020. Los valores tecnológicos se encuentran dispersos entre nuestras diferentes calificaciones ESG, desde la A hasta la E, de ahí que las cinco categorías no hayan podido moverse a la par que el índice de referencia.
Abril rompe la racha ganadora de los valores sostenibles
Realizamos un análisis mensual de las rentabilidades durante los nueve primeros meses de 2020 comparándolas con el índice MSCI AC World. Observamos que los valores con mejores calificaciones ESG (A y B) presentaban mayores ganancias que los valores con peores calificaciones todos los meses, exceptuando abril.
Los grupos con calificaciones más altas cayeron menos cuando los mercados se hundieron y subieron menos que los valores con calificaciones ESG más bajas cuando se produjo la recuperación en abril.
Los grupos con calificaciones más altas cayeron menos cuando los mercados se hundieron y subieron menos que los valores con calificaciones ESG más bajas cuando se produjo la recuperación en abril. Eso sugiere que los valores con calificaciones ESG más altas también tienen un factor de beta baja y alta calidad, además de ser menos propensos a sufrir la volatilidad del conjunto del mercado.
Ajustes por calidad
Además de la dispersión de rentabilidades coincidente con las categorías de calificaciones ESG, observamos una correlación similar con la rentabilidad sobre recursos propios (RoE). Eso indica que aquellos valores con una calificación ESG más alta también tienden a ser valores de mayor calidad, lo que da pie a extraer conclusiones sobre la dimensión ESG a partir de la calidad del negocio de una empresa.
Con esta idea en mente, calculamos un promedio a cinco años de la RoE de nuestras empresas, clasificamos el universo en orden descendente, lo dividimos en cinco segmentos promedio y después analizamos el comportamiento de los valores para identificar mejor la dimensión ESG como factor a la hora de evaluar las rentabilidades de mercado.
En el cómputo global, la dispersión observada anteriormente se sostiene en este nuevo análisis. Los valores con calificaciones ESG de A y B siguieron batiendo a los valores integrados en las categorías inferiores (D y E) en los cinco niveles de RoE promedio, lo que indica que la calificación de sostenibilidad se sostiene como factor de rentabilidad con independencia de esta definición de calidad.
Además, descubrimos que la evolución de las empresas con las calificaciones más bajas (D y E) en un segmento de RoE elevado fue en muchos casos peor que la de los valores con calificaciones A y B de empresas con una RoE relativamente más baja. Eso sugiere que, en general, el mercado ha recompensado los rasgos de sostenibilidad de una empresa frente a la simple rentabilidad sobre el capital en 2020.
La tendencia de las calificaciones: peor comportamiento relativo de las empresas cuyas perspectivas en materia de sostenibilidad se deterioran
A la hora de asignar a las empresas una calificación ESG, nuestros analistas también indican si creen que el desempeño de una empresa en los factores ESG está mejorando, deteriorándose o se mantiene estable. Nada menos que el 31% de las empresas está mejorando sus perspectivas, mientras que solo el 4% parece estar empeorándolas, lo que demuestra la seriedad con la que los consejos de administración de las empresas están tomándose la dimensión ESG.
Fijándonos en las rentabilidades, las empresas cuyas perspectivas se deterioran se comportan peor que sus homólogas con perspectivas estables o al alza en la mayoría de niveles de calificación.
Tomadas en conjunto, sus acciones perdieron una media del 11% durante los nueve primeros meses de 2020, frente a la caída del 6,8% que se anotaron las empresas con una perspectiva estable y el descenso el 6,3% que registraron los títulos que mejoran. De nuevo, esto viene a refrendar la hipótesis de que las empresas con equipos directivos que se implican en cuestiones ESG registran un mejor comportamiento en los mercados. El mismo efecto del sector tecnológico se evidencia de nuevo aquí.
- Renta fija
En la renta fija, las conclusiones son similares a las que se obtienen en la renta variable. De media, los títulos de empresas con calificaciones ESG más altas se comportaron mejor que sus homólogas con peor calificación desde el 2 de enero hasta el 30 de septiembre (en tasa no ajustada). Los bonos de las 154 empresas con calificación A rentaron alrededor de un -0,5% de media, frente al -1,5% de las 557 empresas con calificación B y el -4,6% de las 225 empresas con calificación D. Existe cierta concentración entre las empresas con calificaciones D y E, lo que puede explicarse por el reducido tamaño de la muestra de estas últimas (únicamente 24).
Ajustes por calidad crediticia
No todos los bonos nacen iguales. Observamos que las empresas con una calificación ESG elevada también tenían un diferencial medio de partida (diferencial ajustado a la opción) más bajo, lo que indica que son títulos de alta calidad y cabría esperar que superaran a sus homólogos de peor calificación en mercados volátiles.
Cuando controlamos el nivel de partida de la beta de crédito de cada emisor, la evolución en los diferentes niveles de calificación ESG de Fidelity es persistente y los bonos de empresas con calificaciones más altas siguieron comportándose mejor que sus homólogos de calificaciones más bajas.
Para este cálculo, separamos los títulos por su diferencial de crédito de partida en quintiles y calculamos la rentabilidad media para cada combinación de quintil y calificación ESG, promediando de nuevo por los segmentos de diferencial para conseguir una única cifra para cada calificación A-E. Suprimimos del análisis todos los títulos con calificación E y todos los títulos en el quintil de calidad crediticia más baja, debido al bajo número de los dos.
Desglose mes a mes
En nuestro último análisis, desglosamos las cifras de conjunto por meses para obtener más detalles sobre el comportamiento de los títulos durante los diferentes periodos de un 2020 volátil. Los datos ajustados por calidad muestran que los bonos de empresas con calificaciones más elevadas batieron a sus homólogas de inferior calificación durante el hundimiento de marzo y la recuperación de abril.
Mayo fue el único mes en el que los títulos C y D lo hicieron mejor que sus homólogos más sostenibles, pero incluso entonces, la diferencia fue escasa.
Conclusión
La volatilidad que han sufrido los mercados en 2020 recuerda a la de 2008, a pesar de las diferencias en las circunstancias. Una reacción natural en un periodo de incertidumbre sería reducir los horizontes de inversión y postergar inquietudes a más largo plazo como la sostenibilidad medioambiental, el bienestar de las partes interesadas y el buen gobierno.
Sin embargo, nuestros estudios sugieren que, de hecho, el mercado discrimina entre las empresas en función de su atención a las cuestiones de sostenibilidad, tanto en los desplomes como en las recuperaciones, y eso demuestra por qué la sostenibilidad es un importante pilar de la gestión activa de carteras.
Estudio realizado por Jenn-Hui Tan, responsable mundial de supervisión e inversión sostenible en Fidelity International.
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