Las noticias aparecidas recientemente sobre las intenciones de la administración Trump de restringir los flujos de inversión estadounidenses hacia China son un motivo de preocupación, pero serían muy difíciles de llevar a la práctica. También representan el intento más reciente de oponerse a dos grandes tendencias del sector financiero internacional como son la internacionalización de China y la inversión sostenible.
A pesar de declarar abiertamente que su objetivo es negociar el fin de las tensiones comerciales actuales con China, aparentemente la administración Trump está considerando intervenir en los mercados para restringir los flujos de capitales hacia valores chinos. Según algunas noticias aparecidas recientemente, se están discutiendo medidas en EE.UU. que incluyen forzar la exclusión de empresas chinas de las bolsas estadounidenses y posibles restricciones a las inversiones de los fondos de pensiones estadounidenses en valores chinos.
Cuando estalló la guerra comercial el año pasado, pocos podían esperar que los aranceles sobre productos chinos alcanzaran los niveles actuales. Así pues, la noticia de que EE.UU. podría convertir al sector financiero en su próximo objetivo será acogida con lógico nerviosismo a la vista de que, según lo que recogen los medios, “puede pasar de todo”.
Sin embargo, creo que, en realidad, esta nueva amenaza resulta especialmente hueca. En mi opinión, una intervención tan directa en el funcionamiento de los mercados de capitales estadounidenses tendría muchas dificultades para conseguir el necesario apoyo político interno, por no hablar de la aprobación de las preceptivas reformas de la normativa de los mercados financieros.
En un sentido diferente, las medidas propuestas son el ejemplo más reciente de los esfuerzos de la administración Trump por oponerse a las tendencias predominantes en el sector financiero mundial. Una de ellas es la internacionalización de China y la otra es el auge de la inversión sostenible. Recientemente, la administración Trump movió ficha para restringir el desarrollo de la inversión sostenible en los grandes fondos de pensiones estadounidenses; así, el Departamento de Trabajo señaló que el objetivo primordial de estos fondos es generar rentabilidades y que las consideraciones medioambientales, sociales y de gobierno corporativo deberían quedar en un segundo plano.
Eso implica que existe un conflicto entre la obtención de rentabilidades financieras y la sostenibilidad. Sin embargo, la incorporación de los factores de sostenibilidad a las estrategias de inversión es una tendencia internacional que está surgiendo precisamente porque la mayoría de los actores del mercado cree que ayudará a mejorar las rentabilidades a largo plazo. Por tanto, el Departamento de Trabajo parece estar remando contra la corriente de las consideraciones ESG, lo que tiene como potencial consecuencia obvia que los administradores de los vehículos se sientan constreñidos en sus decisiones de asignación de activos de una forma que podría perjudicar a los inversores.
Lo mismo se podría decir de la propuesta de restricciones financieras en EE.UU., en el sentido de que se opondrían al creciente interés que vienen mostrando los inversores por los mercados de capitales de Asia y, especialmente, de China. Las empresas que elaboran índices internacionales de renta variable y renta fija tienen una buena razón para retocar su proceso de inclusión y así reflejar la creciente importancia de los valores chinos. Actualmente, Asia representa más del 40% de la producción económica mundial, pero únicamente alrededor de una quinta parte de los índices de referencia internacionales más utilizados. En Asia también estamos asistiendo al crecimiento del número de valores cotizados, en contraste con EE.UU., donde la transición de los mercados públicos a los privados ha reducido considerablemente el número de valores cotizados durante la última década.
Como inversores internacionales, sabemos que estamos viviendo una época sin precedentes en lo político en la que están surgiendo no pocas amenazas que se oponen a las corrientes de la globalización, pero las propuestas más recientes para contener el auge de los mercados de capitales de China e impedir el acceso de los inversores a ellos parecen estar mal enfocadas.