El contraste entre el primer trimestre de 2019 y el cuarto trimestre de 2018 no podía ser más acusado. La rápida mutación del sentimiento inversor, desde el pesimismo hacia la alegría en relación con la política de la Reserva Federal estadounidense y la disputa comercial entre China y EE.UU., ha dado un impulso generalizado a los mercados.
De cara al segundo trimestre, no perdemos de vista que se mantienen los mismos problemas fundamentales en torno a la desaceleración del crecimiento económico, aunque se trata más de un retorno a las condiciones típicas de final de ciclo que de una recesión.
Sin embargo, a corto plazo unos mercados fácilmente influenciables han ido demasiado lejos y provocado una desconexión entre los fundamentales y los precios, y los inversores que adopten un enfoque de tolerancia al riesgo indiscriminada podrían verse expuestos a movimientos bruscos en el sentimiento.
Hace dieciocho meses, en nuestras perspectivas de inversión para el cuarto trimestre de 2017 sugeríamos que el mercado alcista se mantenía intacto pero estaba entrando en su última fase, y abogábamos por ser más valientes durante más tiempo.
Desde entonces, el ciclo ha seguido avanzando —con dos periodos de corrección— y el mercado alcista continúa. Existe una multiplicidad de riesgos, pero también se observan oportunidades atractivas si se busca convenientemente: a este viejo ciclo le queda todavía algo de vida.