En periodos de volatilidad en los mercados como el actual, especialmente tras una prolongada racha alcista, es normal que los inversores acorten sus horizontes temporales. La preservación del capital se convierte en la consideración primordial. Sin embargo, parafraseando a Warren Buffett, cuando el miedo se convierte en la sensación dominante, los inversores a largo plazo necesitan pensar dónde ser ambiciosos.
En primer lugar, existe un riesgo claro en proseguir con una simple búsqueda de rendimientos o centrarse en valores “de baja volatilidad”. Aunque han sido la tónica dominante en los mercados durante una década,con el tiempo estos valores “defensivos caros” pueden terminar siendo más vulnerables de lo que se piensa actualmente, especialmente si se percibe que la intervención de los bancos centrales tiene poco efecto sobre la demanda en la economía real, lo que pondría de relieve un exiguo margen de seguridad.
En un entorno volátil como este, ¿cómo deberían posicionarse los inversores? He aquí tres planteamientos para el largo plazo:
1. Ser activos
Hemos asistido a un auge de las estrategias pasivas durante la última década y estas ostentan ahora un porcentaje importante de la titularidad de los mercados e incluso una parte mayor de los flujos diarios. Un periodo de revalorización de los activos impulsado por una política de dinero barato las ha convertido en una inversión inteligente, especialmente en los mercados estadounidenses. Sin embargo, ahora merece la pena considerar si las estrategias activas deberían tener más peso en las carteras de los inversores. Existen tres razones de fondo para ello.
En primer lugar, los periodos de mayor volatilidad en los mercados siempre mermarán la capacidad de los productos indexados para replicar las rentabilidades de mercado, por lo que existe una mayor probabilidad de que estas estrategias renten menos que los índices de referencia que están replicando. En segundo lugar, el periodo prolongado de auge de las estrategias pasivas (y otras formas de inversión basada en factores o reglas) ha llevado a los gestores activos a aclarar sus procesos y mejorar la configuración de las carteras, incorporando al mismo tiempo indicadores de sostenibilidad para evaluar el riesgo corporativo de forma más integral; en pocas palabras, la propuesta de valor ha tenido que dar un paso al frente y mejorar. Por último, tras un largo periodo de disociación entre los precios de los activos y las valoraciones subyacentes, las perspectivas de las rentabilidades activas nunca antes habían pintado mejor.
2. Fijarse en Asia
Asia (incluidos los países emergentes asiáticos) es una exposición innegablemente atractiva para la próxima década por varias razones. Empezando en el nivel más sencillo, Asia representa hoy en día una proporción de la producción económica mundial mucho mayor de lo que se refleja en la mayoría de los índices mundiales de acciones o bonos, pero su influencia expresada en términos de PIB y peso en las asignaciones de inversión aumentará a un ritmo considerablemente más alto que la media mundial. Como dijo Keynes, “a corto plazo, el mercado es una máquina para votar, pero a largo plazo es una máquina para pesar”. Incluso en el contexto de las noticias recientes, existen varios factores positivos a corto plazo que están haciéndose más evidentes.
El primero y más obvio es que un periodo de petróleo barato será, con el tiempo, beneficioso para la industria y los consumidores de la región, especialmente para los importadores netos de petróleo como China. En segundo lugar, una década de revalorización del dólar estadounidense también ha generado tensiones de financiación en muchas economías asiáticas. Esta situación parece estar invirtiéndose en estos momentos y la aplicación de nuevos estímulos monetarios y presupuestarios por parte de EE.UU. debería acelerar la transformación de este viento en contra en un viento favorable para esta región. Por último, en un momento en el que las perspectivas de Asia están cada vez más vinculadas a China, el reciente temor en torno al estado de la economía china, el impacto del brote de COVID-19 y las guerras comerciales han reducido las valoraciones de forma generalizada.
3. Redefinir la clasificación del mercado
Al profundizar en lo que está sucediendo en un plano más general en la política, en la geopolítica y en la creciente divergencia entre las diferentes economías del mundo, parece que ha llegado el momento de cambiar la forma en que los inversores identifican y asignan capital a las diferentes oportunidades de mercado. Las clasificaciones tradicionales de mercados y sectores cada vez parecen más toscas como forma de intentar determinar las exposiciones preferidas (o menos preferidas).
Así ocurre especialmente cuando hablamos de “mercados desarrollados”. Lo que observamos es que el país donde cotiza un valor nos cuenta cada vez menos sobre el ámbito de sus operaciones, sus fuentes de ingresos o su moneda de funcionamiento principal. Un buen ejemplo en este sentido es el Reino Unido, donde cerca de dos tercios de los resultados que consiguen las empresas del FTSE 100 proceden de negocios o filiales en el extranjero. Del mismo modo, la cambiante naturaleza del sector empresarial dificulta el uso de clasificaciones sectoriales. Este hecho, sumado al impacto de las decisiones históricas sobre pertenencia, está haciendo que los sectores sean agrupaciones menos naturales hoy que en cualquier momento de la historia.
Mientras los inversores reflexionan sobre cómo transitar por este periodo de turbulencias, algunas de las mejores oportunidades se encuentran en temáticas de largo recorrido que van más allá de las clasificaciones sectoriales o bursátiles, ya sean en torno a los mercados emergentes, el consumo en China, las tecnologías innovadoras o el empuje de la inversión sostenible. En muchos casos, invertir con un enfoque temático ha sido objeto de muchas críticas, y con razón, ya que algunas de las ideas más relevantes pueden ser muy específicas (p. ej., “robótica” o “petróleo de esquisto”). Pensemos mejor en el enfoque temático como una forma interesante de redefinir el conjunto de oportunidades, en lugar de como una forma de explotar una veta estrecha.
Nada de lo anterior pretende ser una guía para entrar y salir con éxito de los mercados, pero cada vez que el mercado llega a una bolsa de aire, las ventas (y compras) automáticas pueden dificultar la tarea de encontrar las oportunidades a largo plazo. He aquí tres que destacan por encima del ruido.