Los analistas fundamentales pasan una desmesurada cantidad de tiempo con la aplicación Excel de Microsoft intentando calibrar la magnitud y dirección de los cambios en los flujos de efectivo de una empresa, con proyecciones detalladas sobre la evolución de los ingresos, los márgenes y los beneficios. Sin embargo, con el tiempo la lección que uno aprende es que la mayoría de las veces lo que cuenta es lo que no está en las hojas de cálculo.
Siempre hemos creído que las empresas existen en un ecosistema y entender y analizar ese ecosistema eleva al máximo las probabilidades de realizar juicios acertados en torno a la trayectoria futura de sus beneficios. Sin embargo, el rápido ritmo de disrupción tecnológica está cambiando el panorama y el ecosistema en todos los sectores, así que el trabajo de un inversor a largo plazo se ha tornado más difícil.
Las defensas de la mayoría de las empresas parecen mucho más permeables que antes. De hecho, uno debe tomar distancia y preguntarse si realmente es posible imaginar qué aspecto tendrá un sector o una empresa dentro de diez años, por no hablar de intentar predecir sus flujos de efectivo y beneficios en ese periodo.
Podríamos afirmar que los analistas absortos en sus hojas de cálculo difícilmente habrían podido predecir cómo Netflix, Amazon, Apple, Facebook y Google cambiarían el mundo tal y como lo conocemos, y también que habrían tenido complicado predecir que en uno de los mejores mercados alcistas de la historia (2009-2018), GE, el mayor grupo industrial del mundo y miembro original del Dow Jones (ininterrumpidamente durante más de 120 años), sería una sombra de lo que fue en algo menos de diez años.
Entonces, ¿cómo aprovecha un inversor activo este periodo de cambios?
a) Ampliar horizontes temporales
Paradójicamente, aunque la disrupción y la incertidumbre han aumentado, la importancia de invertir con un horizonte a medio y largo plazo nunca había sido tan grande. Albert Einstein calificó la capitalización como la octava maravilla del mundo (“el que la entiende, la consigue… el que no, la paga”). Poner la vista en el largo plazo da a nuestro dinero más tiempo para estar invertido, lo que nos brinda más oportunidades de capitalización y crecimiento, reduciendo la dependencia de los avatares del mercado bursátil.
Además, desde la perspectiva de un inversor activo también se debe ser consciente de que el juego y las reglas han cambiado: la batalla por la inversión a corto plazo ya se ha perdido a manos de los algoritmos y los sistemas de negociación de alta frecuencia. Sin embargo, estos dependen de la calidad de los datos y cuando se amplían los horizontes temporales, la frecuencia de los datos es menor y eso significa menos capacidad de realizar juicios probabilísticos y tomar decisiones. Por eso, la paciencia y la capitalización son los mejores compañeros a lo largo del tiempo y solo con el paso del tiempo la inteligencia artificial se rinde ante la inteligencia natural.
b) Poner en práctica nuestros puntos fuertes como seres humanos
La creatividad y la empatía nos hacen humanos y nos diferencian de las máquinas, que generalmente son fruto de reglas e instrucciones rígidas. Para diferenciarnos, necesitamos centrarnos más en lo que nos hace únicos. Por consiguiente, en nuestro proceso de inversión consideramos que las interacciones personales, ya sean reuniones con empresas, visitas físicas y contactos regulares con los equipos directivos, no han hecho sino acrecentar su importancia. (Todavía está por ver que una inteligencia artificial se siente con nosotros en una mesa con un equipo directivo o en una visita a una mina… ¡cuando eso ocurra, se lo haré saber!).
c) Importancia del equipo directivo
De hecho, cuando las defensas se diluyen rápidamente, la importancia de contar con excelentes gestores aumenta. Invertir gira en torno a buscar a estos ejecutivos y, cuando los encuentras, apostar por ellos mientras evoluciona su estrategia para luchar contra las dificultades que plantea el crecimiento y la economía mediante una innovación constante. Si la elección es correcta, entonces la capitalización será de nuevo una aliada.