A raíz de la reciente implantación de la directiva MiFID II, a la hora de invertir en fondos, los inversores han empezado a poner el foco tanto en el lado de los ingresos (seleccionando aquel fondo/gestor que consideran mejor) como en el lado de los gastos (viendo qué fondos, de aquellos que parecen más atractivos, son menos costosos). Los gestores activos esperamos que no olviden la primera parte.
No vamos a aburrirles con un detalle pormenorizado de los costes que generalmente asume un fondo, pero, a modo de resumen, podemos indicarles que, como en la mayoría de compañías, los fondos asumen dos tipos de costes: fijos (principalmente auditorías y regulatorios) y variables (aquellos que dependen del patrimonio del fondo y que son la mayoría). A estas alturas, la mayor parte de los inversores están familiarizados con conceptos como la comisión de gestión, los gastos por intermediación o, más recientemente, los derivados del servicio del análisis financiero.
En buena parte de los fondos de gestión activa, unida a la comisión de gestión suele aparecer una sobre resultados o performance fee que las gestoras cobran cuando se producen resultados en los fondos. Su filosofía es clara: si usted gana, el equipo gestor también, pero el cómo se calcula esta comisión ofrece una importante información en cuanto al grado de alineación de intereses entre gestores e inversores.
La fórmula de cálculo más usual es un porcentaje sobre el rendimiento obtenido ese año, por encima de la marca de agua. De esta forma está asegurado que el fondo no paga dos veces por el mismo rendimiento. Pongamos un ejemplo:
Si la comisión de resultados fuera de un 10% de la ganancia obtenida en el año, el equipo gestor cobraría un 1% (10% de comisión sobre 10% de resultados, asumiendo que el 11% es antes de comisiones), que se carga sobre todo el patrimonio del fondo.
Pero, ¿qué ocurre cuando el fondo en el que hemos invertido tiene un índice de referencia? Utilicemos el mismo ejemplo anterior, pero añadiendo el rendimiento obtenido por el mercado (benchmark):
En este caso, si bien el fondo ha obtenido un rendimiento positivo (10%), cargaría la comisión de resultados a pesar de que realmente su gestión no haya sido exitosa (no lo hizo mejor que su índice de referencia, que subió un 15%), que a fin de cuentas es la razón por la que usted invirtió con ese gestor activo.
En Fidentiis Gestión, nuestro enfoque siempre ha sido el cliente. Por ello, tras un exhaustivo análisis, decidimos cambiar la forma de cálculo de la comisión sobre resultados para nuestros fondos de renta variable cuyo objetivo es batir a un índice de referencia. De tal manera que la comisión sobre resultados únicamente se genera en aquellos casos en los que, teniendo el fondo un rendimiento positivo, genere al inversor un exceso de rentabilidad (outperformance) sobre su índice de referencia.
Además, con el objetivo de no hacer pagar dos veces a nuestros inversores por lo mismo, guardamos un histórico del outperformance del fondo sobre su benchmark de tal manera que solamente cuando nuestra gestión le recompense con un verdadero exceso de rentabilidad, cobramos por ello. La siguiente tabla ilustra perfectamente nuestro sistema:
Como pueden ver, en el año 1 el exceso de rentabilidad sobre el índice de referencia es de un 5%, lo que implicaría el cargo de la comisión sobre dicho porcentaje. En el año 2, no batiríamos al índice por lo que no se cobraría (a pesar de que el inversor obtendría un rendimiento positivo). En el año 3, únicamente se generaría comisión por la mitad del exceso de rentabilidad sobre el índice (el primer 5% ya se cobró en el año 0) y, por último, en el año 4, solo por un 14% del outperformance (el restante 10% se cobró en los años 1 y 3).
Creemos que este sistema es la mejor manera de alinear nuestros intereses a los suyos, siendo únicamente remunerados cuando nuestra gestión así lo merezca.
Tribuna de Ricardo Seixas, CEO de Fidentiis Gestión SGIIC, y Kais Shehebar, responsable senior de gestión de riesgos en la misma entidad