Durante meses, el mercado ha temido una recesión en Estados Unidos. Un temor alimentado por la debilidad de la economía global, la caída de los precios de la energía –que ha provocado un marcado descenso en el gasto de capital en varios sectores clave del mercado- y el endurecimiento de las condiciones financieras. Estas preocupaciones han comenzado a remitir en las últimas semanas y hemos asistido a cierta estabilización de los precios del petróleo, una menor presión en el mercado de deuda high yield y una disminución de la volatilidad. Si bien el crecimiento económico de Estados Unidos está lejos de ser robusto, ha conseguido mantener sus niveles medios posteriores a la crisis de en torno al 2%.
Teniendo en cuenta la cantidad de miedo que se ha infiltrado en las expectativas del mercado en los últimos meses, estos modestos signos de mejora podrían ayudar de cara al futuro a revitalizar el apetito del mercado por los activos de riesgo. Incluso con el lento crecimiento visto a finales de 2015 y los precios del petróleo hundidos, si nos fijamos en el sector de la energía, los márgenes de beneficio en realidad se expandieron en el cuarto trimestre.
Dado que los costes de producción, tales como el precio de la energía y otras materias primas han caído y si los tipos de interés se mantienen bajos, es probable que muchas empresas del sector consigan ampliar los márgenes de beneficio. A las empresas de consumo discrecional, como las de tecnología o de telecomunicaciones, no les va a costar mucho recuperar niveles de beneficio. El consenso de este año es de un crecimiento de beneficio del 2% -3%. Pero en mi opinión, un repunte modesto en las ventas podría hacer que esta cifra se expanda hasta un 6%.
¿El poder de las compras se desata?
¿De dónde va a venir el repunte en las ventas? Del poder adquisitivo del consumidor en Estados Unidos gracias al aumento moderado de los salarios, así como la caída de los precios de la gasolina, la calefacción del hogar, los costes de refrigeración y de los precios de la ropa. Desde hace unos meses, esos ahorros han estado escondidos. Pero la historia nos dice que cuando los consumidores se sienten seguros de que las bajadas de los precios (por ejemplo, energía) van a mantenerse, tienden a gastar más. Estamos viendo destellos de esperanza en que los consumidores estén empezando a reasignar algunos de estos ahorros a más consumo, lo que es probable que estimule modestamente la fabricación y el sector servicios.
También estamos viendo otras señales de un cambio de tendencia. Los envíos de contenedores y el transporte de mercancías por carretera están subiendo. Algunos indicadores de carga aérea también lo hacen ya. El gasto en los sectores de tecnología y telecomunicaciones del S&P 500 ha comenzado a mejorar. Tomados en conjunto, todas estas cifras apuntan a una posible mejora de la demanda final.
Todo indica a que la economía de Estados Unidos no se va a desintegrar en una recesión a corto plazo. Es más probable que vaya a mantener el patrón de lento crecimiento de los últimos años. En este contexto, es probable que la Reserva Federal vea poco peligro en tropezar con la curva de la inflación, por lo que las subidas de tipos deberían ser graduales. Este es un contexto donde los inversores, en función de su edad y la tolerancia al riesgo, podrían considerar añadir a su cartera algunos de los activos de mayor riesgo que ofrece el mercado.
James Swanson es estratega jefe de MFS Investment Management.