La gestión por factores de rentabilidad específicos goza de un reconocimiento cada vez mayor entre los inversores. La exposición a anomalías del mercado, identificadas estadísticamente y explicadas a través de sesgos de comportamiento o regulatorios, genera rendimientos superiores.
Los académicos y profesionales financieros destacan cinco factores clave: 1) growth vs value, 2) high vs low momentum, 3) small vs. big caps, 4) low vs. high volatility y 5) high vs. low quality. Las condiciones del mercado determinan los factores que prevalecen en cada momento.
No fue hasta el año 2014 cuando la literatura financiera reconoció la existencia, en el mercado de renta variable, de un factor significativo o suficientemente estable en términos de rentabilidad-riesgo: el factor baja vs alta huella de carbono.
La existencia de una prima de riesgo en las compañías que realizan emisiones de carbono, también se identifica a través de la transparencia de la información, puesto que beneficia la valoración y liquidez de las mismas
Analizando los datos de los mercados de renta variable más recientes, parece que el factor carbono está a punto de convertirse en una importante fuente de rentabilidad. Teniendo en cuenta el universo del índice MSCI ACWI, se han construido dos carteras, en función de la huella de carbono de las compañías que la constituyen: una cartera con un cuarto de las compañías con bajas emisiones de carbono, y otra cartera con un cuarto de las compañías con las más altas huellas de carbono.
En los últimos cuatro años, la cartera con compañías de bajas emisiones ha obtenido una rentabilidad un 2,9% superior a la otra cartera. Si las comparamos con el índice MSCI ACWI, la cartera de bajas emisiones genera una rentabilidad un 1% superior, y la de altas emisiones, un 1% menor.
La presencia del factor carbono en el mercado global de inmuebles cotizados, está documentada desde antes y resulta más significativa. Si tenemos en cuenta el índice EPRA Global, una cartera con empresas de bajas emisiones de carbono que esté invertida en un 50% en valores con los mejores ratings medioambientales, consiguió en los últimos 11 años una rentabilidad 5% superior, conservando el mismo nivel de volatilidad.
En definitiva, el factor carbono es un elemento de rentabilidad que debe tenerse en cuenta a la hora de gestionar carteras de renta variable, y más aún si se invierte en activos inmobiliarios cotizados. Para esto último no resulta tan sorprendente, puesto que el 40% de las emisiones antropogénicas de gases de invernadero proceden del sector de la construcción.
Considerando las diferencias de rentabilidad entre las carteras con empresas de altas y bajas emisiones de carbono, el mercado de renta variable está implícitamente descontando alrededor de 100 euros por tonelada, anticipando futuras implicaciones fiscales o la puesta en marcha de un mercado de derechos reales de emisión.
Pierre Schoeffler, asesor de asignación de activos global e ISR de La Française