Tras el fuerte ascenso registrado en los mercados desde que el pasado año Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, declarara que «haría todo lo que fuera necesario», muchos inversores se están preguntando si los mercados europeos pueden seguir subiendo. Dado que amplios sectores de la prensa se empeñan en repetir el viejo lamento de «Europa ha muerto», dicho cuestionamiento está plenamente justificado. Sin embargo, existen muchas razones por las que yo sigo convencido de que los inversores pacientes obtendrán rentabilidades positivas si aumentan su exposición a la renta variable europea.
En primer lugar, tras dos años de caída de los beneficios, las estimaciones para 2013 y 2014 —basadas tanto en análisis macroeconómicos como en los fundamentales empresariales— apuntan a un crecimiento del 6% y el 14%, respectivamente. Ambas estimaciones me parecen realistas, incluso en el contexto de un esfuerzo a escala global por recaudar impuestos gravando beneficios previamente ocultos. Por ello, aunque los mercados europeos se han revalorizado desde los raquíticos niveles de hace un año, el crecimiento de los beneficios debería ayudar a sostener los mercados a partir de ahora. Si los analizamos desde la perspectiva del PER ajustado cíclicamente (método CAPE de Shiller), los mercados europeos siguen estando, incluso hoy, en niveles históricamente bajos. Desde la perspectiva de los ingresos, la renta variable europea ofrece actualmente una rentabilidad superior incluso a la de los bonos con grado de inversión.
En segundo lugar, está el argumento de la liquidez en manos de grandes inversores (weight of money o «peso del dinero»). Aunque reconozco que este puede ser el argumento más débil de todos para invertir en un mercado, hay bastantes pruebas de que los inversores internacionales están volviendo a asignar activos a Europa, precisamente en el mismo momento en el que los inversores institucionales nacionales están saliendo de la renta fija, actualmente en máximos históricos tanto por sus valoraciones como por su elevada presencia en las carteras. La reciente debilidad del mercado de renta fija puede ser un incentivo más para acelerar esta transición de los inversores. Además, teniendo en cuenta que los bancos centrales y los ministerios de economía prefieren la ruta de la inflación a la de la deflación y el estancamiento a largo plazo como mecanismo para reducir la deuda global, la renta variable constituye una inversión mucho más atractiva. Existen muchas pruebas de que un periodo prolongado de tipos de interés negativos es una forma de reducir los niveles de deuda a lo largo del tiempo. Asimismo, esto explica por qué los bancos centrales han invertido en renta variable recientemente.
En tercer lugar, se ha empezado a observar un esfuerzo concertado para que el debate en Europa deje de centrarse en la «austeridad» y pase a abordar el «crecimiento». Algo que resulta más fácil en la teoría que en la práctica, pero sospecho que el reciente cambio de discurso de todos los líderes europeos es muy significativo. No se trata de que Europa esquive su obligación subyacente de gestionar la economía adecuadamente, sino de reconocer que los ciudadanos europeos no tolerarán más el creciente desempleo, especialmente entre la población más joven. Se trata de modificar la «trayectoria de vuelo» hacia la sostenibilidad presupuestaria. El hecho de que Alemania se enfrente a unas elecciones en unos pocos meses también refuerza los argumentos a favor de un mayor estímulo económico por parte de la economía más fuerte de Europa. Las economías a escala mundial están empezando a registrar una vuelta al crecimiento y parece que Europa podría estar en posición de unirse a esta tendencia ya en el próximo año.
En relación con todos estos aspectos está la constatación más general de la posición de liderazgo de muchas empresas europeas. Los inversores a escala global se están dando cuenta de que no pueden seguir permitiéndose pasar por alto a algunas de las empresas más importantes del mundo que cotizan en Europa.
La reciente volatilidad en el mercado de renta variable constituye, una vez más, una reacción típica y profundamente irracional a lo que, en realidad, son buenas noticias. Es evidente que las economías mundiales tendrán que «desengancharse» progresivamente del estímulo artificial de la relajación cuantitativa, del mismo modo que un paciente sólo podrá recuperarse lentamente de una dolencia grave. El hecho de que la «droga» de relajación cuantitativa se retire lentamente es la consecuencia lógica de la previsión de un crecimiento más sostenible en los próximos años.
Dicho crecimiento seguirá siendo bajo, pues la reducción de la deuda global será un proceso largo que impedirá crecer a un ritmo rápido. Pero esto no significa en absoluto que haya que huir de la renta variable europea. De hecho, nuestra interpretación es justamente la contraria: hay que seguir comprando durante la inevitable fase de corrección que va a producirse. La prensa puede decir que Europa ha muerto, pero yo como inversor, declaro… ¡Larga vida a Europa!
Artículo de opinión de Tim Stevenson, gestor del fondo Henderson Horizon Pan European Equity