Comencemos por la obviedad: Atlético de Madrid y Real Madrid son finalistas de la Copa de Campeones de Europa. Final española en suelo luso, el próximo 24 de mayo. Sí, hasta acá, nada nuevo. Ahora comencemos algo más interesante: luego de los primeros partidos en Madrid, las apuestas parecían no favorecer a los equipos españoles. Si bien el Real Madrid había ganado 1-0, tenía que ir al Allianz Arena de Múnich, el cual, previo al partido, Karl Heinz Rummenigge había denominado como “un infierno”. Chamuscado vivo el Bayern en su propia caldera.
Peor el escenario para el Atlético en tierras inglesas: luego de haber empatado a cero en el Calderón, se encontraría con el multimillonario Chelsea en Stamford Bridge. Una escena que no pintaba nada agradable. Sin embargo, al escribir esto, la historia dio un lugar en sus anaqueles a los españoles.
¿Algún cambio que no hayamos visto de Madrid a Londres? La respuesta es sí, sencillo y poderoso, atinado y exquisito. El “cholo” Simeone se dio cuenta de un pequeño elemento: imposible jugarle al Chelsea por arriba. Ganaron en Madrid todo lo que fue por el aire. Y claro, lógico, obvio: mejor jugar por abajo. Así transcurrieron los 90 minutos del miércoles. Ni un solo centro al corazón del área, ni una sola pelota rifada, ni una sola salida de su arco del arquero del Chelsea. Los centros, en los goles, abiertos. Luego, la infantería se encargó de lo demás.
¿Podríamos tener alguna enseñanza de esto para inversiones? Me aventuro, so pena de que alguien me catalogue en los herejes, en los infieles, a afirmar que sí. Si la estrategia inicial no sirve, ajustémosla. El Atlético no cambió sus activos, simplemente cambió la forma de utilizarlos, luego, cómo no, de haber realizado una lectura correcta de los hechos y la coyuntura. Usemos lo mismo, cambiemos la forma cómo los utilizamos, y, el resto, ya conocemos el final.
También, nos enseña que aún con las circunstancias adversas, si la estrategia está bien planteada, no hay que desesperarse y se debe dejar “madurar” la misma. Cuando Torres anotó el 1-0 a favor del Chelsea, el Atlético no metió al campo a otro delantero, no desajustó su defensa ni envió a Courtois, grandulón de 1.99 metros, a buscar un gol de cabeza salvador en un tiro de esquina. Nada de eso: simple y efectivo, mantener el esquema, no hacer locuras, esperar los resultados.
A veces parece complicado esperar y la reacción de muchos inversionistas es tratar de cambiar radicalmente la estrategia en mitad del partido, aun cuando su asesor financiero le diga que lo que plantearon es la estrategia correcta que debe generar resultados positivos cuando el partido haya acabado. Muchos meten un defensa, entendido como un depósito a término o un fondo ultraconservador, justo luego de que el otro equipo, o las correcciones del mercado, hacen el primer gol. Y muchos, cuando tienen la suerte de empatar con esta estrategia, se aventuran con más delanteros (fondos más riesgosos), justamente cuando el partido necesita un poco de aquello que los comentaristas llaman “enfriamiento del encuentro”. Claramente, lo que hicieron fue mandar a su arquero a buscar un gol desesperado, sin esperar el desarrollo del partido.
Esperemos, finalmente, que el del 24 de mayo sea un partido bonito. Estoy seguro de que así será.
Columna de Manuel García Ospina.
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