Nuestra aldea global tan diversa y contradictoria, de pronto enfrenta desde hace unos meses un enemigo común. Pese a las evidentes diferencias culturales, sociológicas, demográficas, económicas, financieras, laborales, profesionales, emocionales, cada uno de los ya más de 3000 millones de personas en todo el mundo, debemos permanecer quietos y sin salir de casa, todos a la vez y con la misma intensidad de incertidumbre frente al virus COVID-19.
Como pocas veces en la historia, somos conscientes del tremendo umbral de tolerancia que debemos disponer frente a una incertidumbre extraordinaria y es entonces, como perfectamente comprendemos aquella afirmación descriptiva de un entorno global VUCA, esto es, volátil, incierto, complejo y ambiguo.
El sorprendente cambio de ritmo que significa pasar de la inercia del apuro y lo urgente, a la permanencia y quietud en nuestras casas, nos genera espacios reflexivos nuevos, es recorrer espacios interiores, hasta ahora quizás muy poco transitados.
Afuera en la calle está el riesgo al contagio del virus. Emocionalmente parecemos y aparecemos más vulnerables, más ansiosos y ansiosas, más temerosos y temerosas, buscando por todos los medios a nuestro alcance rescatar conceptos como: protección, prevención, previsión.
¿Acaso hoy cada uno de nosotros puede permanecer indiferente a estas tres acciones enunciadas tan concretas, que abarcan a cada grupo familiar y afectivo?
Cuidar nuestra salud es prioritario e insoslayable. No hay manera de escapar a las estadísticas diarias, que son difundidas y repetidas de personas infectadas, personas recuperadas, personas fallecidas. Son cifras que nos conmueven.
En el año 1995, la psicóloga del MIT Sherry Turkle (1948 Nueva York-Estados Unidos) publica su libro “La vida en la Pantalla”. Me permito compartir una cita textual, ya casi al final del libro: “Cada era construye sus propias metáforas para el bienestar psicológico. Hasta hace poco, la estabilidad se valoraba socialmente y se reforzaba culturalmente. Pero estos mundos sociales estables se han desmoronado. En nuestra época, la salud se describe más en términos de fluidez que de estabilidad. Lo que importa en la actualidad es la capacidad para la adaptación y el cambio, para trabajos nuevos, nuevas direcciones de nuestras carreras, nuevos roles de género, nuevas tecnologías”.
A pesar de los años, el texto compartido luce, imperecedero. Retomo aquella mirada de nuestra salud que la describe más en términos de fluidez que de estabilidad. Hoy precisamente, a la luz del COVID-19 luce muy sencillo de comprender el concepto de salud, en términos de fluidez.
¿Podemos permanecer hoy indiferentes a nuestra crisis global? ¿Cuántas veces antes, a pesar de tener posibilidades y capacidad de comprensión, soslayamos incorporar a nuestro resguardo personal, familiar y patrimonial los conceptos de previsión, prevención y protección, nos pareció: indiferente? ¿quizás apelar a una suerte de golpe bajo? pesimista? tremendista? ¿exagerado? ¿postergable?
Los instrumentos que por su naturaleza expresan hoy una capacidad y calidad inigualable hacia el resguardo y la protección, fueron, son y serán: el seguro de vida con o sin ahorro y el seguro de retiro.
Un buen seguro de vida con ahorro, tiene algunas características especiales:
-Se enfoca en las necesidades particulares de cada uno de nosotros, nunca es lo mismo exactamente para todos.
-Debe considerar el valor actual de los ingresos futuros, reajustados a las nuevas necesidades de la familia hasta que los hijos sean autosuficientes.
-Coberturas concretas para caso de fallecimiento natural, accidental, enfermedad terminal, enfermedad grave, hospitalización, renta familiar.
-Ahorro a través de cuanta de capitalización.
-Complemento a nuestro futuro haber previsional.
-Resguardo patrimonial y hereditario.
En medio de tanta incertidumbre presente en nuestro alrededor, dedicar unos minutos para analizar cómo podemos proteger a nuestra familia, seres queridos y a nosotros mismos es un espacio para generar certezas que bien puede depender absolutamente de nosotros. Además, es sumamente oportuno porque nos permite disponer de una suerte de arquitectura para construir protección presente y acumulación de stock de capital futuro.
Respecto al flujo presente de ingresos, el costo de oportunidad de lo mismos refiere a dotarlos tanto de rol de moneda de pago corriente, incluso cancelatorio de deudas, como también de resguardo de stock presente y construcción de stock futuro.
Es bien evidente que hoy en la aldea global somos más de 3000 mil millones de seres humanos que nos preguntamos todo el tiempo si es que, ¿estamos seguros? Y es entonces que yo te pregunto a ti: y tú, ¿estás asegurada? ¿estás asegurado?
El filósofo nacido en Alemania en 1928 Nicholas Rescher, escribió en los 90, uno de sus mejores libros titulado “La Suerte”. Casi llegando al final del texto dejó acuñada una cita, que para mí es de cabecera: “El hombre es una criatura condenada a vivir en una zona crepuscular de riesgo y oportunidad”.
Como pocas veces antes en la era moderna, respecto al riesgo todos lo podemos advertir claramente y para evitarlo debemos permanecer en nuestras casas. Respecto a oportunidad, cada uno puede disponer y decidir, estar asegurados. Como mecanismo de previsión, prevención y protección…. La manta con la que nuestra madre nos cubría en las noches de invierno.
Ernesto Scardigno es experto en pensiones, Life Insurance-Retiremente Coach, asesor de seguros de personas, magíster en Políticas Públicas, miembro ICF, miembro de la Cámara Internacional de Conferencistas