La inflación en los países de Europa Central y del Este (ECE) es una de las más altas de las economías de mercado emergentes. Las presiones inflacionistas siguen siendo fuertes en la mayoría de los países, pero los bancos centrales ya han señalado el final del ciclo de subidas de tipos. Aunque esto puede ser apropiado en la República Checa, donde la economía se está desacelerando más rápidamente, otros países pueden verse obligados a repensar sus decisiones.
Si los inversores consideran que los déficits fiscales de la región siguen siendo demasiado grandes, los bancos centrales de la ECE podrían verse obligados a seguir subiendo tipos. Los déficits gemelos de la región seguirán ejerciendo presión sobre las divisas.
Aunque gran parte de los aumentos de precios son importados y están impulsados por los costes, la inflación también se ha generalizado. Las tasas de crecimiento del PIB se redujeron en el segundo trimestre desde el elevado nivel del primer trimestre (Gráfico 2). Los indicadores sugieren que la desaceleración ha continuado en el segundo semestre de 2022, especialmente en República, con las ventas minoristas y los salarios reales contrayéndose bruscamente desde el segundo trimestre. Como es lógico, la República Checa es el único país que ha visto una estabilización de las tasas de inflación subyacente desde julio (Gráfico 1).
Los topes a los precios energéticos, aprobados recientemente, ayudarán a limitar los picos de inflación, pero se espera que la inflación siga siendo muy superior a los objetivos para finales de 2023. Esta política fiscal de apoyo será cara e impedirá a gran parte de la región consolidar su postura fiscal, lo que sería necesario para amortiguar aún más la demanda interna y corregir los déficits por cuenta corriente.
El único país que ha tenido que comprometerse a una gran consolidación fiscal es Hungría, cuyo déficit primario pasará del 2,7% en 2022 al 0,1% del PIB en 2023, según el FMI. Esto fue forzado principalmente por los mercados, ya que el país se enfrenta a grandes incertidumbres en cuanto a su acceso a los fondos de la UE y depende en gran medida del gas ruso. Recientemente, Hungría también se vio obligada a adoptar una subida de tipos de emergencia hasta el 18% para frenar la fuerte caída del forinto húngaro. Esperamos que los déficits gemelos de la región sigan presionando a la baja a sus respectivas divisas.
El banco Nacional Checo (CNB) y el banco Nacional de Polonia (NBP), ya han señalado que han alcanzado sus tipos terminales. Mientras que la República Checa se está desacelerando rápidamente, la demanda de los hogares polacos sigue siendo bastante resistente, ayudada por su sólido mercado laboral. Mientras que las tasas de desempleo de otros países de Europa Central y del Este ya se están recuperando, la tasa de desempleo de Polonia sigue bajando. Con las elecciones del próximo año, también existe el riesgo de que el gasto fiscal aumente aún más, impidiendo que la demanda interna y la inflación se ajusten. Con unos mercados financieros tan frágiles y sensibles, cualquier aumento del gasto fiscal podría provocar un momento como el que Reino Unido sufrió con su minipresupuesto.
El banco Nacional de Hungría (BNH) también ha dejado de subir su tipo de interés básico, pero sigue endureciendo su política monetaria con otras herramientas. Es posible que, tenga que mantener la subida “temporal” del 18% de su tipo de depósito si los fondos de la UE no llegan, dado su gran déficit por cuenta corriente.
Tribuna de Mali Chivakul, economista de mercados emergentes en J. Safra Sarasin Sustainable AM.