He viajado a China en septiembre, posiblemente una de las mejores épocas para visitar el país en lo que a clima se refiere. La calidad del aire tanto en Pekín como en Shanghái era de hecho placentera y muy diferente de lo que parecía en mis anteriores visitas, así como de las típicas historias que uno normalmente escucha sobre la famosa niebla en las principales ciudades de China. Esto me hizo pensar sobre el crecimiento durante la industrialización de mi país de origen, Corea del Sur.
Durante los 80s, viví en una ciudad industrializada cerca de Seúl. La ciudad entonces se llenó de fábricas y el puerto estaba sucio. En la escuela, teníamos que hervir el agua del grifo antes de poder beberla. A veces, durante las actividades al aire libre, los estudiantes caminaban para recoger la basura como parte de los esfuerzos de limpieza del barrio. El rápido desarrollo económico y la creciente población de Seúl a finales de los ochenta también contaminó el río Han- difícilmente un lugar para picnics familiares. Si avanzamos un par de décadas, sin embargo, ahora es mucho más limpio y con frecuencia es disfrutado como un buen lugar para el ocio y el deporte.
Mientras que Corea aún puede hacer más para mejorar su medio ambiente, el país ha hecho mucho para corregir los efectos negativos de su anterior industrialización. Dado que los sistemas de recogida y tratamiento de aguas residuales se instalaron en el río Han, Corea ha invertido cada año aproximadamente entre un 1,5% y un 1,8% de su PIB en la reducción de la contaminación. Aunque el gasto global en este área se redujo justo después de la crisis financiera asiática de 1997, ha continuado creciendo cada año desde entonces, debido a la mayor rigidez de las normas ambientales.
El gasto para el control del medio ambiente en Corea está bien equilibrado entre los sectores público y privado. Las empresas hacen su parte para ayudar a proteger el medio ambiente y la sensibilización del público es elevada. De hecho, muchos ciudadanos de Seúl parecen tener la mentalidad correcta, y dan mayor importancia a sus propias acciones y hábitos para la protección del medio ambiente, que confiar tan solo en el gasto en inversiones para infraestructura.
Al ser un país mucho más grande, los esfuerzos de China para restaurar su salud ambiental podrían llevar mucho más tiempo. Uno de sus mayores retos podría ser alentar a los gobiernos locales a equilibrar el crecimiento económico con la salud ambiental. Hay muchas estadísticas para medir los costes de la contaminación del medio ambiente de China en su economía. Según algunas estimaciones, instalar la infraestructura básica para combatir la contaminación de China podría costar decenas de miles de millones de dólares.
Pero a juzgar por la experiencia de Corea, las mejoras ambientales de China deberían ir más allá de la inversión en infraestructura. La infraestructura medioambiental requiere el esfuerzos de todos los ciudadanos, así como el compromiso a largo plazo tanto del gobierno como del sector privado. La manera exacta en la que se miden las mejoras medioambientales en términos monetarias es un factor que preocupa a los empresarios en el desarrollo de sus modelos de negocio. Sin embargo, sin duda, estas mejoras deben beneficiarnos de muchas maneras y proveer muchas oportunidades positivas en el futuro.
Columna de opinión de In-Bok Song, Senior Research Analyst en Matthews Asia
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