Recientemente, no hubo escasez de noticias sobre política climática. Sin embargo, a pesar de las promesas vertiginosas de estímulo a las energías limpias, los inversores deberían recordar que el capital no es el factor limitante del crecimiento en estos días. Todavía sentimos cierto optimismo excesivo sobre las perspectivas fundamentales y el descuido de los riesgos competitivos. Dados los recientes reveses en el desempeño y dado el entusiasmo predominante de los inversores, las perspectivas para el tema parecen más equilibradas pero también más inciertas. Elevamos nuestra vista a neutral.
El presidente de los Estados Unidos, Biden, dominó el escenario de la última cumbre climática con su plan de estímulo de infraestructura anunciado anteriormente, mientras Japón anunció objetivos más agresivos, que ahora están alineados con las ambiciones de otros países del mundo occidental.
Una pequeña sorpresa fue el hecho de que el gobierno de EE.UU. evitó anunciar un impuesto al carbono, una herramienta probada y eficiente de la política climática. En medio de todo este ruido político, incluidas las promesas de financiación vertiginosas, los inversores deberían recordar que el capital no es el factor limitante en el negocio de la energía limpia en estos días. Por tanto, el estímulo verde tiene sus límites. Los inversores están demasiado dispuestos a financiar cualquier tipo de proyecto verde, como lo han demostrado los acontecimientos de los últimos meses en los mercados de capitales, especialmente el desempeño del tema de las energías limpias.
En cambio, los factores limitantes están en otra parte, incluidos los largos procesos de autorización, la cantidad de tiempo y la presión de margen que necesita para sacar del mercado a las centrales eléctricas de combustibles fósiles, un proceso con muchas fricciones económicas y sociales, a menudo amortiguadas y ralentizadas por políticas. El desafío clave para el negocio de las energías limpias sigue siendo la presión sobre los márgenes, ya que los flujos sustanciales de capital, en parte de los bolsillos profundos del negocio del petróleo, aumentan los precios de los proyectos de desarrollo. Además, la duración de los acuerdos de compra de energía firmados se acorta, aumentando la exposición a la volatilidad del precio de la energía y erosionando la estabilidad inherente del negocio. Las valoraciones han bajado pero siguen siendo elevadas.
El mercado todavía parece demasiado optimista sobre las perspectivas fundamentales y descuida los riesgos competitivos. Dicho esto, el entusiasmo de los inversores sigue siendo fuerte. Dado el reciente revés en el desempeño, creemos que la perspectiva parece más equilibrada pero también más incierta.
Tribuna de Norbert Rücker, director de economía e investigación de Next Generation en Julius Baer.