Si una economía está deprimida, con altas tasas de desempleo y tasas de interés cercanas a cero, es necesaria una política monetaria agresiva para mantener la actividad en marcha. En estos casos, importa tanto lo que digas que vas a hacer como lo que de verdad hagas. Por tanto, los mercados se asustan cuando en primer lugar Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de EE.UU. y después Shinzo Abe, primer ministro japonés, realizan declaraciones públicas de las cuales algunos especuladores infieren que sus respectivos planes de estímulo monetario serán menos agresivos de lo esperado.
La combinación de minorar las expectativas de crecimiento de los inversores y provocar una revalorización del dólar es prácticamente la peor que se ha dado para las acciones asiáticas en la historia
En primer lugar Bernanke habló sobre desacelerar el programa de relajación cuantitativa o QE, por sus siglas en inglés. Lo que quería decir, más bien lo que realmente dijo, es que el programa de QE se desaceleraría si el crecimiento de EE.UU. continuaba mejorando. Hasta aquí todo bien pero los mercados todavía no han “comprado” la idea de que el crecimiento de EE.UU. va a estar bien. En realidad acabamos de soportar una serie de subidas de impuestos al tiempo que recortaban algunos gastos ¿no debería significar esto que hay riesgo de rebajas en las estimaciones de crecimiento económico? Después habló Abe. Los especuladores ya estaban vendiendo bolsa tras los comentarios de Bernanke anticipando que si EE.UU. estaba pensando en retirar sus estímulos, ¿qué esperanza habría de que Japón persistiera en su propio experimento de imprimir yenes? Abe exacerbó sus preocupaciones al decir que su objetivo era obtener un crecimiento real del 2%, y nominal del 3%, con el 1% de diferencia explicado por la inflación. Sin embargo las expectativas de inflación del mercado ya estaban por encima del 1%, y es principalmente a través de estas expectativas dónde el estímulo monetario cobra su fortaleza. Los especuladores, al conocer que las autoridades eran menos agresivas de lo esperado, causaron con sus ventas un nuevo recorte abrupto de la bolsa nipona. Por si esto fuera poco, tuvimos una segunda comparecencia pública de Bernanke ligando la retirada de estímulos monetarios a un descenso de la tasa de paro al 7%. Ahora bien, un 7% de paro no es exactamente pleno empleo – este se alcanza en torno al 5% o al 6%; adicionalmente, tantas personas han abandonado recientemente el mercado laboral de forma voluntaria que es probable que el “verdadero” desempleo esté muy por encima de la cifra publicada. Verdaderamente, el paro en EE.UU. podría haber mejorado solo de forma marginal desde el punto mínimo del ciclo económico.
De esta forma, en apenas unas semanas estos dos estadistas consiguieron frustrar las esperanzas de una aceleración en la recuperación económica global y de subidas en los precios de bienes y activos que estaban descontando los mercados. Ahora, los inversionistas temen que tan pronto como empiece a mejorar la economía, los bancos centrales tomarán medidas para que el crecimiento no consiga acelerarse, incluso aunque vengamos de una base muy deprimida. Este temor se ha intensificado aún más ante la subida de los tipos interbancarios en China, señal de la intervención del gobierno en los sistemas de liquidez internos para tratar de frenar el crecimiento del crédito. A pesar de que este endurecimiento pudiera ser deseable, el momento no ha podido ser peor dados los comentarios de las autoridades de EE.UU. y Japón. Parecería como si todas las autoridades monetarias se hubieran “levantado con el pie izquierdo” estas semanas. Así, los especuladores lo han vendido todo—bonos, bolsa, oro, y han comprado dólares estadounidenses.
Hay razones que hacen pensar que el efecto sobre las cotizaciones de los mercados de acciones en Asia serán algo más tenues en esta ocasión
Algunos movimientos del mercado han sido, al menos a corto plazo, sorprendentes. La caída en los mercados bursátiles tiene sentido en un entorno de “incipiente” política monetaria restrictiva. También lo tiene la subida del dólar. Pero ¿la subida en la rentabilidad de los bonos? Las tasas de los bonos podrían subir en el corto plazo por una huida hacia la liquidez pero si el crecimiento realmente se ralentiza, volverán a bajar y entonces, uno asume que la FED necesitará lanzar un QE 4, 5, 6… y 7. Parece, por tanto, que estamos ante un patrón circular. ¿Quién tiene la razón? ¿Los bonos o las acciones? Si el crecimiento realmente está mejorando el movimiento de los bonos parece el apropiado pero ¡las acciones deberían beneficiarse de un mayor crecimiento! Si el crecimiento está a punto de decepcionar, el movimiento de las acciones es correcto, y las tasas de los bonos seguro que volverán a bajar – incluso entonces, la probabilidad de nuevos estímulos para corregir el prematuro endurecimiento monetario serviría de amortiguador para los mercados bursátiles.
Y bien, ¿qué significa esto para Asia? Históricamente, los mercados asiáticos ha tenido un buen comportamiento en periodos de dólar débil y mayor crecimiento, así que la combinación de minorar las expectativas de crecimiento de los inversores y provocar una revalorización del dólar es prácticamente la peor que se ha dado para las acciones asiáticas en la historia. Además, no creo que la relación de Asia con los mercados globales haya cambiado los suficiente como para anular esta correlación pasada. Sin embargo, hay razones que hacen pensar que el efecto sobre las cotizaciones de los mercados de acciones en Asia serán algo más tenues en esta ocasión. En primer lugar, las valoraciones ya son bajas – hemos atravesado un periodo de crecimiento débil y ligera apreciación del dólar durante los últimos dos años. El impacto en los mercados ha provocado que el ratio PER asiático esté cerca de sus mínimos históricos, incluso con las ganancias empresariales deprimidas debido a la debilidad cíclica de los márgenes empresariales. Como consecuencia, el descuento de Asia respecto a EE.UU. se ha ampliado hasta el 30%. Adicionalmente, las economías asiáticas están en un estado bastante razonable en referencia a su exposición exterior – solo Australia, India e Indonesia tienen déficits externos – y los niveles de deuda en divisas extranjeras tanto de soberanos como corporaciones son sustancialmente menos preocupantes ahora que en vísperas de la crisis asiática del 1997. Así, las economías asiáticas no están tan expuestas a una revalorización del dólar como a finales de la década de los noventa, y sus mercados bursátiles, en particular los del norte de Asia, están razonablemente valorados.
A corto plazo, la reacción de los mercados puede haber sido inducida en parte por temores de tiempos pasados. A pesar de esto, Bernanke y Abe han hecho un flaco favor a Asia con sus recientes comentarios y la política restrictiva de China ralentizará el crecimiento apagando aún más las expectativas de crecimiento. Sin embargo, nosotros en Matthews Asia no vamos a tratar de adivinar cuáles serán las fluctuaciones a corto plazo del PIB, ni a anticipar las reacciones nerviosas de especuladores a corto plazo, ni a tratar de predecir cuáles serán las futuras declaraciones públicas de los agentes económicos. Como siempre hemos hecho, continuaremos mirando hacia el largo plazo intentando identificar compañías que navegarán por si mismas a través de los cambios a corto plazo de la política económica y adaptándose a las cambiantes aspiraciones y demandas de sus consumidores asiáticos. De forma muy ocasional, eventos globales como estos pueden poner a disposición algunas gangas en el camino.
Columna de oponión de Robert Horrocks, PhD, director de inversiones y portfolio manager de Manager Matthews Asia
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