Al cierre de noviembre, el rendimiento a un año en EUA era de 0,25%. Entre 1 mes y 12 meses, nadie aspiraba a recibir 0,50%. El premio a 2 y 3 meses era inferior al de 1 mes. Al 19 de mayo, la parte corta de la curva ya no es negativa: un mes, 0,50%; un año, 2,03%. En proporción, los mayores cambios fueron a 12 meses (de 0.23% a 2.04%), dos años (de 0,57% a 2,67%) y tres años (de 0,83% a 2,84%). Véase la inclinación de la línea verde desde la izquierda, y las barras, debajo.
La reconfiguración refleja el riesgo inflacionario en el corto plazo. El mercado no cree que la inflación convergerá al 2% en dos años, ni que bajaría a 3% en un plazo mayor; en cambio, vislumbra recesión. Por eso las grandes pérdidas, la huída de activos riesgosos (deuda, bolsas, oro), y el vuelo a la calidad.
Es la tercera vez desde 2011 que el rendimiento a 10 años, TN-10, referencia en EUA y el mundo, alcanza o supera 3,05%. Antes hubo niveles más altos; mucho más, por otros factores y condiciones.
La tensión se elevó por la altura alcanzada y la velocidad de subida: de 0,50% a 3,10% en 22 meses. En 2013 y 2017-2018 no llegó a tanto ni tan rápido: más de seis veces con apenas un respiro (al superar 1,5%), El toque a 3%, en esos dos ocasiones, supuso el fin del alza y el inicio de sendos períodos de baja. ¿Se validará el patrón y el rendimiento caerá?
Al 19 de mayo, TN-10 estaba “enredado” con el promedio móvil de 20 días (línea azul), “titubeando” entre romper hacia abajo o volver al alza, aunque los indicadores señalaban que disminuiría. El indicador RSI, orientado hacia abajo, estaba más cerca de la altura media que del umbral de subida excesiva. MACD había extendido el sesgo bajista que inició en abril señalando divergencia, anticipando la baja, mientras que el rendimiento continuaba aumentando. Momentum (último panel) reitera la caída.
¿El fin del canal descendente de 40 años?
TN-10 ahora ha roto un parámetro preocupante. En el gráfico de 42 años se ve que desciende en canal, con rupturas ocasionales por encima del límite superior o por debajo de la banda inferior. La salida previa fue en 2019, con una evolución simétrica de ida y vuelta. En todos los casos, el exceso de alza y caída, a veces de un solo pico, a veces de dos, propició que disminuyera gradualmente, liberara presión y reingresara al canal. Eso se esperaría ahora.
Cierto: la inflación en EUA está disparada a niveles de entre 1981 y 1982. En esos años finalizaban los máximos del tipo líder, con picos superiores a 15%. Vea arriba a la izquierda. La formación del canal inició entre 1983 y 1985, con caídas a alrededor de 8%. Desde entonces se entiende que el recorrido es bajista.
El punto mínimo del canal fue 0.5%, en marzo de 2020. Fue también el mínimo histórico. En cien años. La magnitud de este rompimiento es comparable al de 1985, con el canal incipiente y el entorno inflacionario aún complejo, aunque el precio del crudo, por ejemplo, ya descendía a $15 – $20 desde su techo de $40 (hoy $140, ajustado por inflación). Así, esta salida por arriba parece la más firme y preocupante. Y con indicios recesivos.
De agravarse la “huida” de la renta fija, se reabriría el riesgo de que el TN-10 se consolide sobre la banda superior del largo canal bajista, que podría significar un cambio radical a la economía y los mercados.
El dólar, único refugio seguro
Por “calidad” se entiende el activo menos vulnerable. Y no son los valores gubernamentales de EUA (de más de un año). Ni el oro, que se suponía protegía de la inflación. En condiciones de pánico, solo el dólar.
Paralelismos: solo tres veces en 20 años el índice del dólar, DXY, ha tocado o superado 103: diciembre de 2016, marzo de 2020 y abril-mayo de 2022. En las dos ocasiones recientes ha devenido una caída a 90, cuando mucho en año y medio. Pero esta es la única vez que alcanzó 104.85. Véase la línea horizontal.
Cierto que cotizó en 120 puntos en 2001, y en 165 en 1985 (similitudes con el TN-10), cuando la inflación ya caía a 4% desde 14,76% de 1980. Pero no había euro entonces (58% del índice). Y en condiciones actuales, es difícil que llegue a esos niveles.
En diciembre de 2016, cuando DXY aceleró a su cima, el índice S&P 500 cayó más del 10%. En 2020 (historia fresca), DXY partió desde 94.90 a 103 y el S&P perdió más de 30%. Sobrevendría el declive en dos etapas a 90 y el repunte de las bolsas.
Ahora que DXY “voló” a 104.85, el S&P ya perdió 18.7% desde su punto más alto, y 15.8% desde el máximo de marzo. ¿Se repetirá el patrón y comenzará el declive gradual de DXY y la recuperación de las bolsas?
DXY (el dólar contra un cesto compuesto de euro, yen, libra, dólar canadiense, corona sueca y franco suizo) muestra un exceso de subida, dado por el RSI y MACD, que se aprecia de un vistazo en el último tramo. El exceso de noviembre por la aceleración a 97,00, fue borrado por un comportamiento lateral de dos meses y un regreso en enero a 94,8. En marzo, el exceso del repunte, que superó el pico anterior y se extendió a 99,00, se desahogó con tres grandes zigzags y una recaída a 97,7. A partir de ahí se disparó, con sólo dos respiraciones cortas, a 103,93, para acumular un nuevo exceso.
Al menos por criterios técnicas, el índice habría que hacer un respiro y moderarse hacia 100.00.
Enredos, contradicciones y herramientas de la Fed
Luego de las respuestas de Powell al Wall Street Journa, los mercados asumieron que habría al menos dos subidas de tipos, de 50 puntos, y que la expresión «más agresivamente«, significa 75 puntos. Y conjeturaron: la Fed proyectó, según sus materiales de la reunión de marzo, que el tipo subiría a 1,9% en 2022. Es predecible que las subidas restantes no contrarrestarían la inflación PCE, que ahora supera a la proyección (6.6% vs 4.3%).
Powell corrigió su afirmación en la rueda de prensa del 4 de mayo, para ser consecuente con las declaraciones posteriores de Loretta Mester, quien dijo que sí, que “cualquier propuesta podría estar sobre a mesa”. Argumentos hawishk. Eso conllevaría cambios en las expectativas del banco. De hecho, las proyecciones de inflación y tipo de referencia se modificaron desde 2.7% y 0.9%, vertidos en diciembre.
La convergencia de la inflación al 2% proclamada por Powell no se daría este ni el próximo año. Así, las tasas de mercado continuarían bajo presión. La venta de renta fija podría agudizarse. Y las pérdidas de fondos mutuos, de pensiones, ETF, y portafolios de riesgo. Y reanudarse la preferencia por el refugio seguro (el dólar) frente a la renta variable y los metales preciosos. Con todo, tranquiliza que el dólar, en pesos mexicanos, oscile alrededor de $20.
Columna de Arturo Rueda