La palabra “capaz” (o “savvy”, como se dice en inglés) es un adjetivo que en el mundo de los negocios se ha tornado sinónimo de éxito. El empresario de una compañía pequeña que conoce su mercado y puede predecir sus bajas y altas, es “capaz”. Asimismo, es el CEO corporativo quien está reconocido y tiene un éxito establecido. “Llegó allí”, dicen, “por ser capaz”.
Pero este nivel de sofisticación queda generalmente acotado a un área específica de conocimiento. Si se ha pasado toda una vida aprendiendo sobre los temas más específicos de la industria manufacturera, por ejemplo, es poco probable que haya tenido el tiempo para también volverse un experto en finanzas. Más allá de la semilla de capital inicial provista por un miembro de familia o un amigo cercano de un banco local, muchos negocios de familia se topan con dificultades cuando buscan capital para llevar a sus compañías al siguiente nivel.
En realidad, existe una alarmante falta de conocimiento por parte de los empresarios en este tema tan crucial para sus empresas, quienes, excepto por esta área específica, son totalmente competentes a la hora de manejar sus negocios. Mientras estas compañías se encuentran lo suficientemente maduras para obtener fuentes de financiamiento a lo largo de múltiples verticales, caen en los hábitos familiares de buscar fondos por parte de fuentes ya conocidas – comúnmente amigos en bancos locales.
Existen opciones de financiación con términos mucho más favorables y maneras más creativas de hacer crecer un negocio. Por ejemplo, al tomar líneas de capital las compañías pueden cosechar los frutos que ofrece contar con un Directorio. La primera reacción por parte de muchos empresarios es ver estos regímenes ejecutivos como un obstáculo en vez de un beneficio. Sin embargo, el traer más mentes y manos a ayudar con el desarrollo de la empresa, puede aportarle a la compañía una visión más internacional, informada, diversa, al tiempo que extiende su influencia por asociación. Un Directorio, elegido por socios, va a empujar a la empresa a tomar decisiones para obtener mejores retornos y evitar los errores que muchas veces hacen los dueños al tomar decisiones por “instinto” en vez de decisiones financieras calculadas.
Muchas veces, los negocios de familia que buscan capital no necesitan buscar más allá de su propio balance financiero. Independientemente de su posición en el mercado, márgenes de ganancia o EBITDA, una hoja de balance sólida es la métrica más fuerte para mostrar un caso digno de inversión. Un balance robusto es un arma competitiva que puede demostrar la fortaleza de una propuesta de negocios exhaustiva. Un negocio pueden vender bien, emplear de manera inteligente y desarrollar buena infraestructura, pero si tiene un balance débil no va a poder alcanzar su potencial real.
El apego emocional es un sentimiento entendible, sobre todo para los negocios de familia. Estos negocios son generalmente heredados de generación en generación y en América Latina muchos de ellos han sobrevivido a regímenes políticos tumultuosos que han corroído los pilares económicos. Es razonable que estos empresarios, que han pasado este tipo de tormentas, se encuentren aprensivos a asociarse con nuevos inversionistas y asesores. Pero estas emociones pueden a veces interponerse y socavar el potencial para explorar nuevas fuentes de financiamiento.
Estos negocios muchas veces se apalancan a sí mismos, solicitando préstamos una y otra vez por parte de las mismas fuentes que no ofrecen servicios de asesoramiento o brindan guía sobre la manera de crecer. Los empresarios, quienes han tomado tantos riesgos durante el desarrollo de sus negocios, encuentran difícil aventurarse a considerar nuevas infusiones de capital. Sin embargo, para mantenerse a la vanguardia en una economía globalizada que se está tornando cada vez más interconectada, le corresponde a la última generación de empresarios pensar creativamente y salir de su zona de confort.
Existe un mundo de oportunidad esperando a aquellos que son lo suficientemente valientes para intentar nuevas cosas.