En un reciente viaje a Yakarta, se palpaba un sentimiento de excitación y apoyo al gobernador de la ciudad, Joko Widodo, que se presenta a presidente en las próximas elecciones —y que además ya ha demostrado ser un líder capaz en muchos aspectos. Unos días después, en India, tuve una sensación similar entre los votantes indios que se estaban preparando para sus elecciones nacionales. Una buena parte de la comunidad financiera tiene sus esperanzas puestas en que Narendra Modi, el actual Ministro de Gujarat, se convierta en el próximo primer ministro de la India. Lo que me sorprendió más en ambos países fue el sentimiento generalizado de que la economía dependía enteramente de quién gane las elecciones.
Considero estas altas expectativas, en especial entre la comunidad empresarial, como una señal de apetito por un buen liderazgo y un mejor gobierno corporativo. El fondo de la cuestión, en mi opinión, es que ambos candidatos simbolizan el corte con las políticas deslucidas y la lenta implementación de reformas importantes, que ha reinado durante los últimos años —tales como la adquisición de tierra en India. Sin embargo, desafortunadamente, están prestando mucha menos atención a los fundamentales que subyacen a estas economías.
Si bien se puede entender que todo proceso electoral conlleve esperanzas de cambio, la anticipación excesiva de expectativas supone un riesgo. Puede restar importancia al proceso a través del cual se inician e implementan las reformas económicas.
En Indonesia, el gobierno actual ha tomado algunas decisiones muy duras respecto a los subsidios al combustible, por ejemplo, y el Banco de Indonesia parece estar determinado a encontrar el equilibrio justo entre crecimiento e inflación. En recientes conversaciones con oficiales del gobierno detectábamos un cierto nivel de confianza, a pesar de los retos que está atravesando la economía indonesia. Nos hacían ver cómo muchos tecnócratas lo habían pasado mucho peor en la crisis financiera de Asia de los años 1997-98, por lo que estaban plenamente preparados en caso de tener que afrontar nuevos problemas.
En el caso de India, el gobierno saliente ha intentado hacer frente al atasco en la aprobación de proyectos de inversión. El recién creado Gabinete de Inversiones ha sido muy activo a la hora de facilitar las aprobaciones para una serie de proyectos en los sectores energéticos y de infraestructuras. Además, el diálogo político en la campaña electoral se ha centrado en el buen gobierno y el desarrollo económico, en lugar de explotar cuestiones de identidad y bienestar social. El gobierno entrante tendrá difícil ignorar la creciente necesidad de estimular el crecimiento económico a través de una política más coherente y consistente.
Así, todo esto viene a decir que a la hora de acercarse a las urnas, prevendría a los votantes de mantener las expectativas fijas en una solución a corto plazo de la economía por parte del partido ganador. Como en la mayor parte del continente asiático, India e Indonesia ya están luchando para solucionar sus problemas y esto nos hace ser optimistas de cara al futuro. Esperamos que se dé una entorno de mejor gobierno, crítico tanto para el progresos social como el económico.
Columna de opinión de Sharat Shroff, CFA. Portfolio manager de Matthews Asia
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