La industria de gestión de activos es, sin lugar a dudas, una industria viva. No tenemos que irnos muy atrás en el tiempo para constatar la transformación continua que experimenta, no sólo a través de novedades legislativas, sino que nos encontramos con nuevos métodos de análisis, técnicas de gestión, metodologías de control de riesgo y nuevos activos en los que invertir por una mayor madurez y liquidez de los mercados o por nuevos vehículos, entre otros. Los perfiles profesionales que se demandan no son ajenos a estas novedades, y si hay uno que destaca sin lugar a dudas, en los últimos años, es el de selector de fondos de inversión.
El primer fondo de fondos se le atribuye a Berni Cornfeld en 1962 en EE.UU., dos años antes de la primera legislación sobre fondos de inversión en España. El auge de este vehículo en nuestro país no tuvo lugar hasta comienzos de este siglo, por lo que se trata de una industria joven pero que ha evolucionado muy rápidamente y este factor, unido a la cada vez mayor penetración de las gestoras internacionales junto con la mayor cultura financiera y la proliferación de entidades de asesoramiento, entre otros factores, ha hecho que el papel del analista de fondos de inversión esté a la altura del analista de renta variable o fija, e incluso en algunos caso les haya ganado terreno.
La cada vez mayor facilidad por parte del inversor final a la contratación de fondos de cualquier entidad, acceso a la información y cultura financiera es, no cabe duda, una excelente noticia. Pero también lleva aparejados ciertos riesgos a la hora de elegir el producto adecuado que hace del papel del experto en selección de productos si cabe aún más importante. Y no nos olvidemos de las implicaciones que tendrá cuando se implemente MIFID II con las clasificaciones tanto de clientes como de entidades.
Y de manera más concreta, la importancia de entender que incluso dentro de una misma categoría no se pueden catalogar todos los productos de igual manera, ni analizar cada clase de activo asignándole el mismo peso a las distintas variables que entran en juego a la hora de elegir un producto. Otro aspecto que cada vez cobra más importancia es llevar a cabo un adecuado análisis de la entidad gestora, y no sólo desde un punto de vista de tamaño y solvencia, sino también en lo que a su cultura corporativa y buenas prácticas se refiere.
El equilibrio entre ofrecer al cliente una gama de producto lo suficientemente amplia sin que se pierda entre el universo de fondos cada vez mayor, es complejo. Pero uno de los mayores valores añadidos de los selectores es tener la oportunidad de conocer de primera mano a gestores no conocidos por el inversor final y ponerlos a disposición de sus clientes bien vía directa, bien mediante la inversión a través de los fondos de fondos. Es por ello por lo que resulta preocupante que el 85% del patrimonio de la industria esté invertido en las cinco principales entidades tanto nacionales como internacionales.
Desde luego, el selector de fondos cobra una importancia cada vez mayor en esta industria de la cual formamos parte.
Columna de Ana Guzmán Quintana, responsable de Iberia en Aberdeen Asset Management