Como en el videojuego del mismo nombre en el que un fontanero italoestadounidense debe superar diversos obstáculos para conseguir rescatar a una princesa, Mario Draghi ha atravesado, desde 2011, un recorrido sembrado de emboscadas, afrontando los obstáculos uno tras otro. Antes de liberar a Christine Lagarde del FMI.
Así pues, punto final. Tras 8 años de servicios buenos y leales, Super Mario cuelga los guantes. Las malas lenguas dirán que ha perdido a los «puntos», subrayando su incapacidad para cumplir el principal objetivo de su mandato: hacer converger la inflación básica hacia su meta del 2%. Mientras ha ejercido su cargo al frente del Banco Central Europeo (BCE), la inflación de la zona euro se ha situado en 1,1% de media, es decir, casi la mitad menos que el objetivo. Otra tarea entre sus logros, Mario Draghi nunca ha conseguido subir los tipos de referencia durante sus dos mandatos, ¡una primicia en la historia del BCE!
Pero este resumen -demasiado simplista- omite los numerosos éxitos del italiano. Un año después de su toma de posesión, el señor Draghi había salvado al euro con sus tres palabras mágicas: Whatever it takes (“Lo que sea necesario”). A lo largo de 77 ruedas de prensa y 185 discursos, también ha revolucionado la comunicación de la institución, haciéndola más transparente, más legible, más previsible.
Igualmente, ha conseguido hacer converger de nuevo, a la baja, los tipos a los que los países de la zona toman prestado, como ilustra un ejemplo reciente. En octubre, Grecia ha emitido por primera vez deuda a tres meses a tipos negativos. En 2011, al comienzo del mandato del Sr. Draghi, el Estado griego simplemente carecía de acceso a los mercados para financiarse y nadie estaba dispuesto a intercambiar las deudas ya emitidas. Para evitar la quiebra, el país dependía del FMI y del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF). También se debe al señor Draghi que, a día de hoy, la gama de instrumentos monetarios se haya ampliado: quantitative easing (flexibilización cuantitativa), cambio de tipos en territorio negativo, LTRO, OMC, tiering bancario y otras tantas herramientas desplegadas para evitar el fantasma de la deflación.
Así pues, Mario Draghi cede el testigo a Christine Lagarde, ministra francesa de Finanzas durante la crisis de 2008 a 2011 y después directora del FMI junto a los países en dificultad. La señora Lagarde ha sabido demostrar su sentido de la diplomacia y su capacidad para lograr compromisos en situaciones peligrosas. Como ha recordado el señor Draghi en su última rueda de prensa, su principal reto será reconciliar las palancas presupuestaria y monetaria. Porque ahí es donde se encuentra la debilidad de una unión económica inacabada: aunque la política monetaria es hoy día común a la zona, cada gobierno sigue siendo soberano en lo referente a sus gastos e impuestos. Para hacer aún más fuerte al continente -como expresa el italiano en su llamamiento-, habrá que reforzar la cohesión presupuestaria al aceptar delegar en la Unión una parte de las prerrogativas nacionales.
Después de un mes de septiembre con muy malas cifras, las primeras encuestas (PMI francés, alemán, estadounidense e IFO alemanes) correspondientes al mes de octubre indican un cese de la degradación de la actividad industrial.
Tribuna de Olivier de Berranger, director de gestión de activos de La Financière de l’Echiquier