La mayoría de los clientes finales del sector de la gestión de activos estaría de acuerdo con una definición de “riesgo” bastante sencilla. Ya sean ahorradores, personas que recurren a sus ahorros durante la jubilación o, en el caso de fondos de pensiones de aportación fija, accionistas o contribuyentes que respaldan al patrocinador, en general, dirían que el riesgo fundamental es la pérdida del capital invertido y, en particular, la pérdida de cantidades de dinero significativas.
Dentro del sector, la situación es más complicada y ha evolucionado hasta alejarse de la propuesta bastante simple arriba enunciada. El deseo comprensible de medir la rentabilidad de la inversión y de mitigar el riesgo, hace que el principal indicador de riesgo suela ser de riesgo relativo: el “tracking error”.
El riesgo acaba definiéndose como una desviación con respecto a un índice de referencia, independientemente del riesgo absoluto en el propio índice de referencia. De hecho, para aquellos que se centran en valores de mayor calidad, puede ocurrir que cuanto mayor sea el riesgo relativo, o la desviación con respecto al índice de referencia, menor sea el riesgo absoluto de pérdida de capital.
Límites conocidos
Para ser justos con el sector, los límites de los indicadores relativos son bien conocidos. Podríamos argumentar que la principal medida absoluta del riesgo, la volatilidad, es en realidad aún más problemática en la actualidad, ya que podría estar proporcionando una falsa sensación de comodidad. La volatilidad es la medida de la dispersión de las rentabilidades de un valor, una cartera o un índice de mercado determinados, durante un periodo de tiempo específico.
El problema hoy en día es que el “período de tiempo específico”, ya sea de tres o cinco años, es poco representativo y peligroso. Llevamos más de nueve años de recuperación económica, con un mercado alcista asociado y, en los últimos años, hemos asistido a un período de volatilidad inusualmente bajo, con el índice VIX rondando los 10 puntos o incluso en niveles inferiores. En febrero, pareció producirse una señal de alerta, pero ahora el índice ha bajado de nuevo a 12 puntos.
Tras varios años sin un retroceso importante, las estrategias pueden acabar concentrándose en minimizar pequeñas pérdidas de capital en lugar de prepararse para un gran golpe. Un ejemplo absurdo procede del sector de fondos de pensiones de aportación variable de Estados Unidos, donde diferentes proveedores han ofrecido productos que protegen a los inversores de pérdidas de capital de hasta el 10%, pero no superiores al 10%. Podríamos argumentar que esto es exactamente lo contrario de lo que sería un producto razonable, ya que los inversores en fondos de pensiones de aportación variable típicos, realmente necesitan protección contra las grandes pérdidas.
Nuestro enfoque hacia el riesgo está más alineado con el de nuestros clientes finales. Nos centramos en el riesgo de perder dinero. Como ya explicamos anteriormente, la buena noticia es que solo existen dos maneras de perder dinero con la renta variable: se esfuman los beneficios o se esfuman los múltiplos.
Carteras preparadas
Nuestra filosofía está diseñada para minimizar ambos elementos, invirtiendo en compañías con poca probabilidad de que desaparezcan los beneficios y que ofrecen múltiplos razonables. Efectivamente, nuestras carteras están compuestas por compañías en las que los fundamentales presentan una volatilidad baja, cuando es realmente necesario. Es lamentable que las carteras no cumplan actualmente con la definición de “baja volatilidad” de algunos miembros del sector, después de años de calma en el mercado, pero es probable que lo hagan después de la próxima crisis.
En términos de beneficios, concentrarse en compañías con ingresos recurrentes y poder de fijación de precios hace que tanto los ingresos como los márgenes sean robustos, incluso en momentos difíciles, lo que a su vez respalda los beneficios. De hecho, durante la crisis financiera, entre 2007 y 2009, nuestra estrategia estrella de renta variable global registró un aumento de los beneficios.
Los múltiplos se contrajeron durante un tiempo, pero luego se recuperaron. En 2010, la cartera volvió a su máximo de finales de 2007, en comparación con el mercado, donde pasaron seis años hasta finales de 2013, incluso con la reinversión de los dividendos, antes de que el índice MSCI World recuperara su nivel de 2007.
Si bien los mercados suben y bajan, queremos evitar en particular una destrucción permanente de capital. Los retrocesos no son una situación ideal, especialmente si provocan la espantada de los inversores cerca de mínimos, pero es la destrucción permanente del capital lo que causa el mayor daño, ya que los beneficios o los múltiplos desaparecen para siempre o el recuento de acciones aumenta debido a la tensión.
En 2009, nuestra estrategia cayó a un múltiplo de 10 veces los beneficios futuros, un nivel con muy pocas probabilidades de convertirse en permanente dada la calidad de las compañías.
Posibles perturbaciones
En nuestra opinión, la situación actual es muy preocupante y el mundo real es mucho más volátil que el dócil índice VIX o de lo que las valoraciones globales sugieren. El ciclo económico es antiguo, se ha producido un aumento masivo de la deuda desde los niveles ya excesivos de hace una década y el contexto político para las compañías es cada vez más tóxico, como recientemente quedó en evidencia con la situación en Italia y las escaramuzas en torno al comercio mundial.
Consideramos que nuestras carteras están bien posicionadas para afrontar cualquier perturbación importante. Nuestra confianza se refuerza al observar nuestras posiciones en los dos principales sectores que representan un alto porcentaje de nuestras carteras: consumo básico y tecnologías de la información.
La depreciación del sector de consumo básico en los últimos 18 meses, ha sido un obstáculo para su rentabilidad histórica, pero nos sentimos más cómodos de cara al futuro, sobre todo dada la concentración en los subsectores de mayor calidad. El sector cotiza ahora prácticamente con la misma rentabilidad del flujo de caja libre a futuro que el mercado, pese a su calidad muy superior.
Nuestras posiciones en el sector de tecnologías de la información corresponden más a software y servicios informáticos que a hardware, y están mostrando unos niveles cada vez mayores de ingresos recurrentes con el paso a la nube, y unas valoraciones razonables dadas las fuertes perspectivas de crecimiento estructural.
Opinión de William Lock, Bruno Paulson y Dirk Hoffmann-Becking, del equipo de International Equity de Morgan Stanley Investment Management
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